Palabras clave en el Nuevo Orden Mundial
por Edward S. Herman
A comienzos del siglo XXI, con la hegemonía estadounidense y el capitalismo transnacional vagando por la tierra como los dinosaurios en el pasado, debiéramos hacer análisis de las palabras clave que ayudan a justificar sus desmanes. Muchas de ellas son enternecedores "ronroneos", palabras como "democracia", "potenciación", "libertad", "reforma", y "responsabilidad" que son aplicadas a políticas y acuerdos antidemocráticos, que debilitan, reducen la libertad y suponen un abandono de la responsabilidad por parte de los amos del Nuevo Orden Mundial (NOM). Pero este uso de las palabras es efectivo porque ellos dominan el sistema de comunicaciones y son libres de reinventar su significado y reescribir la historia.
Estas palabras están relacionadas entre sí, y sirven como importantes componentes de un aparato ideológico y propagandístico. Más abajo veremos cómo el lenguaje económico -mercado, mercancía, comercialización, comercio libre, crecimiento- fluye sutilmente hacia el terreno político -libertad, democracia, elecciones, reforma, desregulación-, hacia las palabras clave relativas al comportamiento personal y los asuntos sociales -consumo, compasión, moral, valores familiares, ley y orden, crimen, prisiones- y también hacia el lenguaje de la expansión global y el mantenimiento de la ley y el orden globales ("estabilidad") -comercio libre, globalización, seguridad, limpieza étnica, derechos humanos e intervención humanitaria-. El "comercio libre" es utilizado tanto en el lenguaje económico como en el de los asuntos globales de expansión, como ocurre con otras palabras en este sistema en evolución.
Comercio libre y proteccionismo
Muchas de las palabras clave que ronronean tienen su contraparte que gruñe y bufa. Así "comercio libre" encuentra su gruñido correspondiente en "proteccionismo", y "mercado" tiene varios compañeros negativos como "gobierno", "control gubernamental" y "regulación". Normalmente el sistema ideológico-propagandístico manipula los "hechos" y la historia para idealizar la palabra-ronroneo y condenar la palabra-gruñido a la oscuridad. En el caso del "comercio libre" por ejemplo, el establishment quiere que percibamos la libertad de comercio como beneficiosa en general, y el proteccionismo como al servicio sólo de "intereses especiales" para evadir la competencia. Bernard Wysocki Jr., del Wall Street Journal, asegura que "la primera regla de los acuerdos comerciales es que los beneficios estén ampliamente repartidos, los costes muy concentrados y sean pocos los que pierdan" (6 diciembre, 1999). El columnista de negocios del Philadelphia Inquirer, Andrew Cassel afirma que la apertura del comercio "conduce a un mayor nivel de vida para todos" (6 diciembre, 1999). Sin embargo el apoyo a los acuerdos comerciales está muy concentrado y la oposición muy extendida, a pesar de los supuestos amplios beneficios. La mayoría que se opone es presumiblemente irracional; los grandes hombres que pelean furiosamente por los acuerdos muestran una vez más su gran espíritu comunitario.
La libertad de comercio que defienden las grandes potencias, en realidad no tiene nada de libre. Entre otras características contrarias a la libertad, restringe el derecho a comerciar los bienes patentados por los grandes hombres, permitiéndoles hacerse con los beneficios del monopolio. Esto beneficia directamente a varios cientos de corporaciones transnacionales (CTNs). Pero en el NOM, esto se considera como al servicio de los "intereses nacionales". El proteccionismo, que sirve a los "intereses especiales", encuentra oposición en los medios de comunicación y en los economistas salvo en ciertos países y ocasiones en los que, quienes definen los intereses nacionales, consideran que lo necesitan. La profesión económica "sigue la bandera" como los medios de comunicación mayoritarios. Cuando la industria necesita la protección de poderosas firmas extranjeras que se benefician de economías a escala y duras condiciones laborales, como en Estados Unidos y Alemania durante gran parte del siglo XIX, el pensamiento proteccionista y el "argumento de la industria emergente" florecen. Cuando la industria de un país se encuentra en los avanzados y aventajados estados de Alemania y Estados Unidos hoy en día, la teoría del comercio libre predomina de forma incontestable. (Este esquema se invierte en países del tercer mundo y del antiguo bloque soviético, donde la pérdida de autonomía y la influencia de la ideología y el dinero corporativo transnacional hacen que los políticos, economistas y medios de comunicación de estos países sirvan a los intereses extranjeros y sus compradores locales afiliados).
El comercio libre puede aumentar los ingresos y la riqueza y reportar beneficios a corto plazo, pero también puede hacerlo el comercio controlado y el proteccionismo. En uno de los mayores actos colectivos de revisionismo histórico, el establishment occidental asegura que el despegue hacia el crecimiento sostenido de Japón, los Estados Unidos y otras grandes potencias occidentales, así como el de los llamados "tigres" asiáticos tuvo lugar bajo regímenes de comercio libre. No fue así; todos se beneficiaron del temible proteccionismo. Hoy en día se trata de negar a los países menos desarrollados el derecho a elegir su propio camino hacia el desarrollo, y de forzarles al sistema de mercado y dominación global por parte de las grandes potencias, sus transnacionales y sus agencias internacionales (FMI, Banco Mundial, OMC).
Economía
Palabras básicas en el vocabulario del NOM son "mercancía", "comercialización" y "mercados". Una mercancía es algo que se compra y se vende; el mercado es donde la compraventa tiene lugar; y la comercialización es el proceso de convertir en mercancía algo que anteriormente estaba fuera del mercado, como ocurre con la privatización de servicios públicos como colegios, hospitales, prisiones, ferrocarriles y parques. La comercialización y la privatización son supuestamente buenas porque aumentan la "eficiencia", otra palabra clave en el vocabulario del NOM. El gobierno, así como la propiedad y el control públicos son malos porque van en detrimento de la eficiencia.
Como en el caso del comercio libre, las palabras-ronroneo y las palabras-gruñido ronronean y gruñen respectivamente gracias al uso de una historia selectiva y un análisis económico parcial, y al abandono de consideraciones de gran importancia social que no tienen interés alguno para los amos del NOM. Comercializar todo supone debilitar al gobierno, que puede ser un instrumento de una sociedad democrática, en favor de una comunidad corporativa cada vez más concentrada y a la que cada vez le resulta más fácil dominar la política y el ámbito público. Esto fortalece el individualismo y el espíritu adquisitivo a expensas de cualquier sentido de lo colectivo. La supuesta eficiencia de la comercialización global es además muy discutible.
Por un lado, la competencia puede suponer enormes gastos de duplicación y marketing; por otro, la economía privatizada implica el fracaso sistemático del mercado a la hora de tener en cuenta el impacto que produce sobre su entorno. Las negligencias en este sentido tienen cada vez mayores repercusiones en un mundo íntegramente quimicalizado que está amenazando a la biosfera. Estos enormes costes y peligros son sencillamente ignorados o tratados muy por encima por los medios de comunicación y los intelectuales que sirven a los intereses del NOM. Se da importancia a la eficiencia privada y no a la social. Pero la eficiencia social es la eficiencia real para la comunidad y para el mundo.
El mismo patrón se aplica al término "crecimiento", otra de las palabras-ronroneo favoritas en el NOM. Un gran mérito de esta palabra es que el crecimiento puede estimularse claramente dando facilidades a las empresas, que invertirán y traerán tecnología avanzada a la comunidad, con empleos inmediatos y otros beneficios. Sin embargo, la importancia otorgada al crecimiento y la tecnología está normalmente acompañada por una falta de atención a la forma en que se distribuyen y a sus consecuencias externas. Un crecimiento mal distribuido puede tener como resultado una disminución del bienestar social. Asimismo un impacto lo suficientemente negativo sobre el entorno (ineficacias sociales) puede hacer que el crecimiento, si es correctamente medido, muestre en realidad valores negativos. Pero combinado con una preocupación por la inflación y unos niveles de empleo por encima de la "tasa natural", la importancia que se da al crecimiento per se proporciona una estructura de palabras que está en perfecta armonía con políticas al servicio de la empresa, donde el resto sólo se beneficia, si es que lo hace, de forma secundaria. Distribución de ingresos, desigualdad, equidad, negligencia del mercado y ecocidio son, más que palabras-gruñido, palabras a evitar.
"Globalización" es otra palabra con un cálido halo, que implica una división internacional del trabajo voluntariamente aceptada, paz y buena voluntad internacional, así como el fin de la enemistad entre países, los nacionalismos y la guerra. Sin embargo las guerras, los conflictos étnicos y los nacionalismos han florecido en el NOM, a medida que las transnacionales con la ayuda de sus gobiernos y el FMI han ido desestabilizando muchos países débiles y creando un nuevo orden de "entidades caóticas ingobernables" (Oswaldo de Rivero, "Les entites chaotique ingouvernables", Le Monde Diplomatique, Abril 1999). Las actividades de la globalización han sido llevadas a cabo por las transnacionales por interés propio, sin tener en cuenta las consecuencias sobre el empleo, la sociedad y el medio ambiente. Su poder de influencia sobre la política ha ido creciendo junto con su riqueza y movilidad. Su éxito impulsando la globalización se ha basado en su poder y sus amenazas coercitivas, y no en una verdadera aceptación voluntaria o democrática. El término que se contrapone a globalización y que describe sus perjudiciales efectos y su base coercitiva es "imperialismo", pero como esta palabra ruge a algo claramente beneficioso, ha sido eliminada del vocabulario del establishment.
Política
La política del NOM es la política de la "regla de oro". Es el oro quien domina por encima de las ideologías a través de unos medios de comunicación controlados, de la publicidad y de intelectuales afines financiados. Lo hace mediante la influencia del dinero empresarial en las elecciones, y las presiones cada vez más efectivas del capital (que amenaza con trasladar los centros de producción y las inversiones a otros lugares más hospitalarios, así como con la fuga de capitales al extranjero). Los políticos tienen un margen de maniobra muy estrecho, y en los países menos desarrollados no pueden permitirse ofender a los banqueros extranjeros, al FMI, a los Estados Unidos y sus aliados, o a los ejércitos internos, que actúan como gendarmes vigilando la situación por sus amos, siguiendo una tradición ya antigua.
La función de estos lacayos políticos es llevar a cabo la "reforma", es decir desregular, privatizar, y abrir oportunidades de mercado a los tiburones globales, y hacer recortes en gastos innecesarios como alimentos, educación, vivienda y atención sanitaria para los menos favorecidos. (Con asombroso cinismo, el Banco Mundial anuncia periódicamente su intención de ayudar a los pobres, que son las víctimas sistemáticas de sus principales políticas.) Los políticos que intentan realmente hacer algo por los pobres, como el ex-ministro de finanzas alemán Oskar Lafontaine, son rápidamente difamados y puestos a un lado. Pero en el NOM, tales políticos rara vez adquieren siquiera brevemente el poder, al margen de los intereses y deseos de las masas.
Esto significa que las "elecciones" han sido vaciadas de contenido y ya no pueden ejercer ningún cambio útil, excepto para la clase dominante y sus promotores extranjeros, como en el caso de Rusia y su devastador proceso de "reforma". La función de las elecciones en Rusia fue la de convencer a la población víctima de que participaba de una elección democrática cuando en realidad no era así, y la de difuminar la amenaza de una respuesta racional y de mayor fuerza ante la destrucción y el saqueo que sufría su sociedad. Un empresario letón-canadiense explicaba al historiador Jeff Sommers que apoyaba el levantamiento de la prohibición del Partido Comunista de Letonia por los beneficios que esto tendría en Rusia, donde la gente podría votar al candidato del PC, Zhuganov, sin la menor posibilidad de victoria, pero proporcionando un escape que diluyera una situación potencialmente inestable.
"Libertad" es una palabra clave que une economía y política. Esta palabra ha venido a significar cada vez más la libertad del individuo para hacer negocios y la de las corporaciones para actuar sin restricción alguna. El componente político ha sido relegado a un segundo plano. La Escuela de Chicago y otros apologistas de regímenes de terror como el de Pinochet, han argumentado durante largo tiempo que su creación de instituciones de mercado garantizará, a largo plazo, la libertad política. Pero su complacencia ante los asesinatos y el terror, y sus indetectables esfuerzos en defensa de la libertad política, muestran el claro predominio de la libertad de mercado en su sistema de valores. En general, el apoyo sistemático del establishment a gangsters políticos como Suharto, que actúan con brutalidad y asesinan pero proporcionan un clima favorable a la inversión, nos permite comprender la sutil transformación de significado de "libertad" a "libertad económica".
Como hemos visto, "globalización" es una palabra-ronroneo porque su significado está ligado a la expansión empresarial en el extranjero, con sus consecuentes ventajas en la productividad, el intercambio cultural y otras cosas buenas. Las malas, -el debilitamiento de la capacidad de los gobiernos de servir a sus poblaciones, los trastornos que produce, el carácter unidireccional del intercambio cultural o los elementos de coacción- son asociadas al "imperialismo", una palabra que ya sólo aparece entre comillas. En la ideología del NOM, "imperialismo" hace referencia al colonialismo de una época ya pasada, no a la forma indirecta de dominación global llevada a cabo hoy en día.
Comportamiento personal y moralidad
La privatización de los valores y la moralidad ha sido importante para los amos del NOM por tres razones: una es que orienta los objetivos personales hacia lo que quieren las empresas, vender bienes; la segunda es que ayuda a justificar la privatización de todo lo demás; y la tercera es que mediante la acentuación del individuo y el desprestigio del grupo, de la comunidad y del gobierno, es más fácil para la comunidad empresarial ejercer su dominio, que de este modo sólo ha de hacer frente a una población atomizada.
El éxito de la comunidad empresarial extirpando la amenaza de las ideas de rechazo al materialismo, las creencias de que "el amor al dinero es la raíz de todo mal" y de que a los ricos les podría resultar más difícil ir al cielo, se remonta mucho tiempo atrás. Pero sigue resultando asombrosa la facilidad con la que el sistema escapa a toda crítica por poner la satisfacción material personal ante todo y cómo, con la ayuda de los "intelectuales de la curva de campana" y los medios de comunicación, las víctimas del sistema son convertidas en causas en sí mismas de los problemas sociales. En la actualidad este proceso implica la demonización de madres pobres, que representan a toda una congenie de "malos" fácilmente vinculables al crimen callejero bajo la etiqueta de "infraclase" negra.
Esta demonización ayuda a reforzar la ideología de los "valores familiares"; patriarcado, trabajo, consumo, ahorro y ausencia de subsidios del gobierno. En esta estructura de moralidad privatizada la gente se puede sentir orgullosa de ser diferente de los criminales demonizados, genéticamente depravados, de los que la sociedad se desentiende mediante la "reforma" de la ayuda social, con legislaciones de "responsabilidad personal" y mediante el encarcelamiento en centros "correctivos". Estas personas apenas serán conscientes de que es el mundo corporativo quien maneja las cosas y se beneficia de enormes regalos en subsidios, y de que la política exterior consiste en escarbar en busca de oportunidades para las empresas transnacionales.
La gente de "valores familiares" tampoco verá que su moralidad representa un abandono de todo lo que es generoso, social, orientado a la comunidad y representativo de la tradición occidental que habla de todos los seres humanos como hermanos. Es sorprendente la facilidad con la que asimilan el "amor duro" y el "conservadurismo compasivo" -más llanamente conservadurismo y liberalismo incompasivo ("liberales con agallas" según el New Republic)-, cuando todo ello conduce a un abandono despiadado de la verdadera responsabilidad y compasión. También choca la facilidad con que aceptan el hambre y el asesinato en masa de extranjeros demonizados -expresada durante la guerra del Vietnam como la "regla del simple amarillo"- al mismo tiempo que consideran inaceptables las muertes en su propio personal militar.
Intervención Humanitaria
En la ideología del NOM la globalización se nos presenta como inevitable, conducida tecnológicamente y beneficiosa para todos excepto para unos pocos "intereses especiales". Pero la globalización se topa con dificultades con algunos "villanos" extranjeros y otros que no saben apreciar sus maravillas. La continua polarización global de ingresos, los conflictos étnicos ampliamente extendidos y el crecimiento de las "entidades caóticas ingobernables" no son vistos como productos de la globalización (cuando en gran medida lo son), sino como hechos fortuitos que interfieren con el fabuloso proceso. Como en el caso de la "reforma" rusa, la respuesta a las graves consecuencias negativas es la intensificación de sus causas. Al igual que ocurre con el crimen callejero en casa, el remedio no consiste en modificar el funcionamiento de la economía, que tan bien sirve a la élite, sino en las prisiones y en poner a los "villanos" de otros países en su sitio.
Esto encaja bien con la política interior, en la que el "militarismo keynesiano" es desde hace mucho la vía aceptable de macro-estabilización, y donde los subsidios del Pentágono a la industria de alta tecnología son la forma aceptada de ayuda social. También resulta útil tener una gran infraestructura militar para sofocar cualquier posible amenaza a la seguridad interna. Es más, como ya apuntaba Thorstein Veblen en 1904, una sociedad militarizada no sólo conduce a un "adecuado desarrollo de los negocios" sino que además "dirige el interés popular a otros asuntos más nobles y menos dañinos para las instituciones que la distribución desigual de la riqueza o el bienestar personal" y aporta un "correctivo frente a la agitación social y otros desórdenes de la vida civilizada".
Las pequeñas guerritas contra los "villanos" nos unen (en torno al televisor, como si se tratara de una final de fútbol), muestran nuestra elevada virtud moral al querer impedir "limpiezas étnicas" mediante el "bombardeo humanitario", y demuestran al resto del mundo que somos los capacitados policías en el proceso de globalización, del que casi todo el mundo se beneficia. Por supuesto, cuando se trata de la situación de los kurdos en Turquía y los timoreses orientales bajo los ataques de Indonesia, hemos de reconocer que "no podemos hacerlo todo" y que hay casos en los que el "compromiso constructivo" es más útil que las amenazas y el uso de la fuerza. Pero por lo demás, este es claramente el mejor de todos los mundos posibles.
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