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lunes, 7 de marzo de 2011

Buena madera para el robo

 
Ha tenido que aparecer en Wikileaks para que volvamos a enfrentar un viejo problema, el del tráfico de la caoba, la preciosa madera de la Amazonía.

Un estudioso del tema me explica que las grandes petroleras fomentan en mil formas el uso del plástico, derivado del petróleo. “Por eso”, me dijo, “tenemos que sentarnos en sillas quebradizas, mientras los habitantes del mundo desarrollado lo hacen en bellos asientos de caoba”.

La mayor parte de la caoba exportada por el país proviene de estafas, falsificaciones y enjuagues que al final reciben la bendición oficial.

En 1986, el sindicalista Nicolás Aguilar, con el apoyo periodístico del inolvidable Guillermo Sheen Lazo, denunció este robo sistemático. Pero nada se hizo. En esos días gobernaba Alan García, primer periodo. No es la única hazaña de García al respecto. Cuando el Congreso de Estados Unidos estaba a punto de desaprobar el TLC con el Perú a causa de ese crimen contra el bosque amazónico, él fue a Washington para convencer al presidente George W. Bush de que no había tala ilegal.

Ahora Wikileaks revela que el 90% de la exportación de caoba proviene de esa tala.

Es una depredación y una estafa a gran escala. Wikileaks señala que “desde el 2002, la agencia (Inrena: Instituto de Recursos Naturales) estima que la caoba exportada ilegalmente ha sido de 60,000 metros cúbicos por año”.

Si esa cifra la multiplicamos por 460 pies talares o pies cuadrados que tiene cada metro cúbico de madera, tendríamos que de nuestra selva salen cada año 27’600,000 pies talares acarreados por la tala ilegal. Cada pie se cotiza en más de cinco dólares.

¿Quién legaliza ese comercio turbio? El propio Inrena, por supuesto.

Gran parte de la caoba saqueada se extrae de los bosques y reservas nacionales, y sale gracias a documentos (guías) de otras áreas.

Otra barbaridad se comete al tablonear la caoba mediante motosierras. Esto genera una pérdida del 70% en el aprovechamiento del árbol, por el corte defectuoso del tablón, que después tiene que ser limpiado en pequeños aserraderos clandestinos o en las propias madereras exportadoras.

¿Cómo llega a Lima, si está prohibida la tala mediante motosierra?

En primer lugar, por la coima en los controles entre la Amazonía y la capital. En caso de ser descubierta la trampa, el material es decomisado.

Los traficantes de caoba usan desde hace décadas una trampa: la “legalización”. Para esto acuden al remate de la materia decomisada –decomisada adrede, en contubernio con el maderero-, pagan por ésta una miseria y luego, ya santificada, la exportan.

Bueno es precisar que toda madera exportada tiene que haber pasado antes por los aserraderos. Bastaría establecer cuánta caoba pasó por ahí, para saber de dónde viene, y sancionar a traficantes inescrupulosos.

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