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domingo, 23 de octubre de 2011

Brasil y China: la dualidad de una alianza estratégica

por Maximiliano Sbarbi Osuna - @bruixland | 23.10.11
Brasil es el principal socio comercial de China en América Latina. Esta alianza produce por un lado que el país sudamericano exporte grandes cantidades de productos primarios, pero que reciba a cambio numerosas manufacturas con valor agregado, lo que perjudica a las industrias brasileñas tanto en el mercado interno, como en el latinoamericano. ¿Qué medidas toma Brasil para no perder competitividad ante China? ¿Qué estrategias utiliza Pekín para burlar la protección brasileña?
Imagen de Brasil y China: la dualidad de una alianza estratégica
Dilma Rousseff, presidenta de Brasil - AP
Antes del descubrimiento de los voluminosos yacimientos petrolíferos en la costa de Brasil, la alianza comercial de Brasilia con China ya se manifestaba sólida y en crecimiento.

Durante la década pasada, Brasil se convirtió en el principal socio comercial de Pekín, llegando en 2010 a los 30.700 millones de dólares en compras de productos primarios, como soja, granos, cereales, cueros, hierro, acero y luego se incluyeron los contratos petroleros.

Mientras que el año pasado, la balanza comercial cerró a favor de Brasil, dado que el país sudamericano efectuó compras por 25 mil millones de dólares a su aliado asiático.

Luego del viaje que Lula realizó a China en 2009, se fijaron las bases para el comercio de esta década. Se creó un plan de acción conjunta 2010-2014 por el cual se estimuló la exportación de carne de pollo y cerdo y además se suscribió un acuerdo de financiamiento por 10 mil millones de dólares del Banco de Desarrollo de China a Petrobras a cambio de petróleo para la empresa nacional china Sinopec.

El sector energético es vital para el expansionismo industrial chino, por eso su existente alianza con Brasil fue aprovechada para incrementar los acuerdos petroleros.

Pero, China no sólo está interesada en la explotación de hidrocarburos brasileños, sino en la producción de energía en general, principalmente en el potencial hidroeléctrico, ya que Pekín está construyendo centrales para generar este tipo de usinas.

Además, la compra de empresas brasileras por parte de firmas chinas es una tendencia creciente. A tal punto, que el mejoramiento de las rutas, ferrocarriles de carga y puertos fue propiciado por empresas de origen chino para agilizar el transporte de las materias primas hacia los puntos de embarque.

ROCES COMERCIALES

Sin embargo, a pesar de que ambos países se estén beneficiando mutuamente del intercambio de productos y de la fusión de empresas, el productor brasileño no logra competir en el mercado interno con los precios de la industria china.

El bajo precio del yuan y la revalorización del real obligan a Brasil a adoptar medidas proteccionistas para evitar la quiebra de varias industrias brasileñas. En 2010, Brasil presentó más de 40 medidas antidumping contra China y además incrementó las tarifas de importación.

El sector textil y electrónico es el más perjudicado, dado que la mano de obra barata con la que cuenta China y su moneda depreciada, le permiten penetrar a través de las barreras comerciales latinoamericanas y también de Brasil.

De acuerdo con un informe del gobierno brasileño, en los últimos años un 45% de las grandes y medianas empresas brasileñas perdieron un lugar en el mercado interno debido a la agresiva competencia china.

BURLANDO LA PROTECCIÓN

Además, para evitar las medidas antidumping, China suele realizar triangulaciones con otros países. Es decir, una empresa china cuyo producto debe pagar un impuesto en Brasil es elaborado en un gran porcentaje en China, para luego terminarlo en un segundo país y de ahí exportarlo a Brasil sin la barrera arancelaria.

Durante este año, el gobierno de Dilma Rousseff descubrió varias triangulaciones de productos chinos destinados al mercado interno de Brasil.

Se sospecha que una parte de la importación de telas desde Paraguay y Uruguay es en realidad manufacturada en China.

En la industria del calzado se da una situación similar, ya que Brasil cobra un gravamen de 13,85 dólares por cada par de zapatos de origen chino. Pero, el gobierno está investigando que podría existir una triangulación con Indonesia y Vietnam en donde le agregan las suelas y los cordones al producto, para luego vendérselo a Brasil, evitando el impuesto.

Algo similar ocurre con la industria automotriz, por eso Brasil aumentó al 30 % el impuesto a la importación de automóviles y exige que estos productos procedentes del Mercosur deban disponer de al menos un 65% de componentes originados en los países del bloque.

COMPETENCIA EXTERIOR

El avance de la industria china en América Latina también perjudica a un gran productor y exportador regional, que es Brasil.

El intercambio comercial con Argentina, que le provee las mismas materias primas que Brasil, con la excepción del petróleo, y que le compra lo que produce, generó un malestar en Brasil, que ve cómo las industrias chinas son más competitivas en varios sectores, que las brasileñas.

Pero, el tratado comercial que Pekín firmó con Perú y las relaciones que mantiene con su segundo socio regional – Chile – preocuparon a Brasil por el destino de sus manufacturas en su propia órbita de influencia, que es América Latina. Tanto Perú como Chile le venden a China productos mineros.

El informe del gobierno de Brasilia destacó que durante 2010 un 65 % de las compañías brasileñas retrocedieron en el mercado latinoamericano debido a la irrupción de las empresas de origen chino.

Aunque ambos países mantienen una agenda política internacional común, en el G20 y en el bloque BRICS, como por ejemplo la abstención de condenar a Libia en el Consejo de Seguridad de la ONU, la estimulación del diálogo internacional con Irán por su programa nuclear y la aprobación de la petición de la independencia de Palestina, existe una dualidad entre ambos países emergentes.

Por un lado, son socios complementarios, dado que el avance chino permitió a Brasil superar la crisis mundial de 2008-2009, pero esa misma locomotora china es la que frena la expansión industrial brasileña en el mercado interno y en el latinoamericano, que inevitablemente se choca contra la abundancia de productos a bajo precio, con los cuales no puede competir.

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