La Columna del Director | 17-01-2012 | Juan Carlos Tafur
Hay que derrotar el sendero oscuro
Si de algo ha servido toda la discusión generada alrededor del intento del Movadef de inscribirse como partido político, es para demostrar que hay temas que convocan la unidad. Y la lucha contra el terrorismo y sus secuelas es uno de ellos.
Debería servir también para ponerle coto a dos discursos políticos francamente retardatarios y cuyo encono mutuo dificulta la maduración política del país. Por un lado, desde el fujimorismo clavándole imputaciones pro-terroristas a la izquierda.
Quienes mejor han desnudado la entraña autoritaria de Sendero en estos días han sido personajes como Carlos Tapia, Javier Diez Canseco, Nelson Manrique, Julio Cotler y muchos más. La izquierda se enfrentó a Sendero, y si bien no hay contabilidad al respecto, no nos cabe duda alguna de que la mayoría de dirigentes populares asesinados por SL eran militantes de la izquierda, que lo combatió en las calles, las aulas y, sobre todo, en el campo (las rondas campesinas obligaron a SL a migrar a la ciudad y así a facilitar la captura de sus cabezas).
Pero ella ha contribuido, a su vez, a enervar la atmósfera en su contra por una mezquindad histórica respecto del fujimorismo. Fue durante el gobierno de Fujimori que se cambió la estrategia antisubversiva. La dupla Fujimori-Montesinos cobijó, lamentablemente, al grupo Colina –hecho por el cual, además, ambos purgan condena-, pero eso no nos puede llevar a menoscabar un hecho histórico, como es que en los 90 se remontó una guerra que el Perú estaba perdiendo.
In extremis se señala, inclusive, que Fujimori no puede atribuirse la captura de Guzmán porque, cuando ocurrió, estaba pescando en la selva (¿?). Bueno, tendrían que poner de acuerdo sus propias ideas. Si se le atribuye autoría mediata en los excesos cometidos, también la debería tener en la detención del llamado “presidente Gonzalo”, ¿no?
El odio antifujimorista de la izquierda, incapaz de reconocerle mérito alguno, ha generado su contraparte agresiva, acrecentada por el desenlace judicial después de la implosión del gobierno de Fujimori en el 2000.
Lo cierto es que si vamos a seguir apreciando el penoso espectáculo de dardos encendidos entre “mafiosos” y “proterrucos”, los que saldrán ganando serán los radicales de ambos lados (no es casualidad que el Movadef y los voceros de la derecha ultraconservadora odien por igual a los “caviares” y a los liberales).
Si después de casi dos décadas de haber derrotado al peor enemigo que ha tenido el país después de la guerra con Chile, vamos a seguir atrapados en discursos de dos sectores políticos e intelectuales que buscan invalidarse mutuamente con argumentos falaces, la convivencia democrática del país se asoma como un proyecto casi utópico.
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