Buscar este blog

miércoles, 11 de abril de 2012

Gobierno de Pinochet permitió espionaje de ingleses en territorio chileno para derrotar a los argentinos

VÍCTOR ALVARADO
El exjefe de la FACH confesó que “hicieron todo lo posible para que Argentina pierda la guerra, porque “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”
Uno de los factores determinantes de la victoria de Inglaterra en la Guerra de las Malvinas fue sin duda la amplia colaboración que le dio el gobierno del dictador militar chileno Augusto Pinochet Ugarte, al prestar el territorio de su país para espiar los vuelos de los bombarderos argentinos que partían a atacar las posiciones británicas, con lo cual consiguió evitar que el curso de la guerra se definiera a favor de los sudamericanos.
La traición chilena a Argentina se mantuvo en el más absoluto secreto y habría permanecido en esta condición por mucho tiempo sino hubiera ocurrido un grave imponderable: la detención del general Pinochet en Londres, el 16 de octubre de 1998, ocho años después de haber dejado el Gobierno, por orden de la justicia británica, en acatamiento a una solicitud de detención del juez español Baltasar Garzón.
Pinochet había sido objeto de un juicio basado en 94 denuncias de asesinato y torturas en agravio de ciudadanos españoles, entre ellos el diplomático español Carmelo Soria, cometidos entre 1973 y 1990, cuando gobernó Chile a sangre y fuego.
Su reclusión, que se prolongaría por 503 días, dio lugar a una enérgica intervención pública de la ex primera ministro inglesa Margaret Thatcher, en la que demandó su libertad en reconocimiento a que actuó como aliado de su país en la guerra que sostuvo con Argentina por la posesión de las islas Malvinas, gracias a lo cual venció a su enemigo.
LA “DAMA DE HIERRO”
Para graficar la valiosa colaboración de Pinochet, narró como ejemplo que bastó que un solo día en que por necesidades de mantenimiento se tuvo que desconectar el radar de largo alcance en territorio chileno, cerca ya del final del conflicto, el 8 de junio de 1982, “nuestros buques Sir Galahan y Sir Tristam, que eran barcos de desembarco que trasladaban muchos hombres, fueron destruidos por la aviación argentina”.
Thatcher fue clara y directa: “A los aliados no se les mantiene cautivos”. La presión que ejerció fue determinante para que Pinochet fuera extraditado a Chile el 03 de marzo del 2000 y sea juzgado por la justicia de su país y esta, por supuesto, lo sobreseyó de los cargos.
La revelación de la traición puso entre las cuerdas a los exgobernantes militares chilenos y pronto, en julio de 1999, luego del pronunciamiento de Thatcher y mientras Pinochet se encontraba aún enfrentando reclusión en Londres, el exjefe de la Fuerza Aérea de Chile, Fernando Matthei, reconoció públicamente que ellos “habían hecho todo lo posible para que Argentina pierda la guerra”, en aplicación del principio: “El enemigo (Inglaterra) de mi enemigo (Argentina) es mi amigo”.
En una larga entrevista a un medio periodístico chileno, admitió que la colaboración prestada al Reino Unido para vencer a Argentina había tenido un precio y que ellos habían recibido a cambio una flotilla de aviones Hawker Hunter, un sofisticado radar de larga distancia que fue instalado en la localidad cordillerana de Balmaceda para tener una visión directa de las instalaciones aéreas y marítimas de Comodoro Rivadavia (provincia Chubut).
También misiles antiaéreos, aviones Canberra de reconocimiento fotogramétrico a gran altura y, lo más valioso, un avión Moondrop a chorro, el más avanzado de la época, de inteligencia, comunicaciones y espionaje electrónico, dotados de inmensas cámaras fotográficas, para hacer reconocimiento de las bases argentinas porque vuelan muy alto, hasta 20 mil pies de altura, al igual que los U-2 norteamericanos.
Matthei, a renglón seguido, subrayó que con el Moondrop hacían vuelos a gran altura, indetectables, sobre territorio chileno captando señales del otro lado (argentino), que los equipos propios chilenos, hasta antes de la llegada de este avión y del radar ingleses, no podían hacerlo porque sus aviones de reconocimiento no volaban a la altitud necesaria.
ESPÍA EDWARDS
Lógicamente, en la entrevista no admitió que habían sobrevolado el territorio argentino, pero se cae de maduro que sí lo hicieron, no una vez, sino todo el tiempo hasta que terminó la guerra, el 14 de junio de 1982.
El exjefe de la FACH no se guardó nada, pues reveló hasta la forma como se confabuló su gobierno para espiar a los argentinos a favor de Inglaterra.
Pieza clave de esta operación militar secreta fue el excomandante de escuadrilla inglés (wing commander) Sydney Edwards, enviado por el jefe de la Real Fuerza Aérea del Reino Unido, David Great, con plenos poderes para concertar la colaboración chilena en el marco de una negociación ventajosa para el gobierno de Pinochet.
Presuntamente, narra Matthei, toda la contribución chilena fue centralizada en su persona y no en Pinochet, porque si saltaba la liebre, había que liberar a este de toda responsabilidad y asumirla él como lo estaba haciendo en el momento de la entrevista. Por supuesto, nadie le cree que fue así, porque la contribución chilena fue un compromiso gubernamental y de Estado y en cualquier parte del mundo este tipo de actos son colegiados e institucionales.
Edwards dirigió la labor de espionaje instalado en un puesto blindado bajo tierra, en Punta Arenas, al cual llegaban todas las informaciones provenientes del radar grande instalado y del Moondrop. Luego, las informaciones eran trasmitidas por Edwards, a través de un equipo de comunicación satelital con salida directa, hasta el comando de la Marina Real de Nortwood, cerca de Londres.
Edwards, lo admitió Matthei, también coordinó con él, el operativo para rescatar a los “supercomandos” de un helicóptero inglés Sea King, que tenían la misión militar secreta de destruir la base de aviones Super Etendard en Río Grande y que se vio obligado a descender en Punta Arenas (Chile), por haberse perdido sin efectuar la misión.
Este hecho escandaloso puso al descubierto que los ingleses operaban abiertamente contra Argentina desde territorio chileno, pero el gobierno de Pinochet lo negó y solo reconoció que el ingreso del helicóptero inglés era un hecho fortuito por fallas técnicas. Lógicamente, nadie le creyó.
Matthei insiste vanamente en la misma tesis. La traición contra Argentina del pinochetismo es una constante del militarismo chileno y sin duda será reeditada en caso de un nuevo conflicto, porque como dice el dicho: “Gallina que come huevos aunque le quemen el pico”. (Mañana Parte X: Hablan los “chicos de la guerra” sobrevivientes del conflicto de las Malvinas).

No hay comentarios:

Publicar un comentario