La Columna del Director | 14-04-2012 | Juan Carlos Tafur
Nuevo grupo terrorista
Una visión ingenua de lo que está sucediendo en el VRAE puede llevar a la idea de que basta con enviar enormes contingentes policiales y militares y que, dada la ventaja numérica (estimando en quinientos los terroristas armados en la zona), así poner punto final al problema en poco tiempo.
Ello es materialmente imposible. No solo porque medio millar de terroristas no es poca cosa sino porque dominan una zona liberada, donde no hay presencia alguna del Estado, están fuertemente armados, y vienen realizando una labor de reclutamiento ideológico y actividad política en la última década sin que se haya hecho algo serio para contrarrestarla.
Mandar miles de militares y policías a capturarlos sin un trabajo previo y paciente de inteligencia sería enviarlos a una muerte segura. Fácil es decir que basta con establecer un cerco y poco a poco arrinconarlos. Eso lo puede decir solo quien no tiene conocimiento alguno de la zona y mucho menos de estrategias antisubversivas.
Se va a requerir años para derrotar a ‘Alipio’ y sus huestes. Y se tendrá que recurrir a todo lo que la ley vigente o nuevas normas permitan: infiltración lenta en el grupo terrorista, trabajo con la población, inclusive eventuales alianzas con algunos de los narcotraficantes que les proporcionan municiones y armas (como se hace en otros países sin que nadie se llame a escándalo), corte radical de las rutas de suministro, incursiones muy bien pensadas (el reciente sobrevuelo fatal de un helicóptero ha sido, dicho sea con crudeza, una terrible torpeza con víctimas que lamentar).
Y, por supuesto, es prioridad número uno incrementar sustantivamente el presupuesto asignado a la lucha antisubversiva. Desde ranchos y puestos de vigilancia o bases militares, hasta armamento adecuado. Ya no estamos ante un remanente terrorista, sino ante un nuevo grupo, en la medida que está aplicando una estrategia distinta. Lo preocupante es que si bien aún no comporta una amenaza a la seguridad nacional, podría hacerlo si se persiste en la punible indolencia con la que se ha manejado el problema en los últimos años. Hay que recordar que Abimael Guzmán empezó la subversión con menos hombres. O pensemos en qué sucedería si este grupo envía doscientos hombres a la zona abandonada por ‘Artemio’. Estamos ante un nuevo fenómeno, que aparentemente busca parecerse más a las FARC que al SL original. Y, por lo dicho, creemos que la amenaza se debe tomar con la gravedad que amerita.
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