Imagen 01: Foto en la Universidad San Cristobal de Huamanga en la que se aprecia a Tapia (parte inferior de la foto resaltado en rojo) junto a un sonriente Abimael Guzman, líder de Sendero Luminoso.
Según el Diario Perú 21 este es el pasado del polémico miembro de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), Carlos Tapia:
"Tapia, limeño de nacimiento y cuya vocación inicial fue la de ser oficial de la Marina de Guerra, viajó a Ayacucho para estudiar Ingeniera Rural e iniciar su actividad política en el Frente Estudiantil Revolucionario (FER).
Según esta información, en la Universidad San Cristóbal de Huamanga conoció al profesor Abimael Guzmán Reynoso, quien en 1963 ya había iniciado su actividad subversiva clandestina como integrante de Patria Roja.
TERRORISMO. El propio Tapia confesó –en entrevista con el suplemento VSD, en junio de 1989– que era “más radical que el propio Guzmán en el sentido de darle un curso práctico a la lucha política”, y que por eso se incorporó, en 1965, al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), de Luis Felipe de la Puente Uceda, quien ese mismo año inició la guerrilla.
En aquella entrevista, el exmiembro de la CVR revela que el MIR lo destacó a Lima y que participó en actividades terroristas de colocación de bombas. “Nos la daban preparadas, le decían ‘camotes’, eran dinamitas con su detonador y su mecha. Llamábamos a los periódicos, pero nadie publicaba nada”, señaló entonces.
Luego de que el Ejército acabó con la guerrilla, Tapia retornó a la Universidad de Huamanga y encontró a Guzmán con mucho más poder. El líder de Sendero Luminoso cayó preso en 1970 por atentados terroristas en varios locales públicos de Huamanga y fue trasladado a Lima. Tapia y un grupo de docentes, entre ellos el ideólogo de Sendero Antonio Díaz Martínez, suscriben comunicados exigiendo la liberación de quien luego fuera conocido como “Presidente Gonzalo’.
Hace unos meses, Tapia planteó sostener un debate de ideas con los abogados y voceros de Guzmán Reynoso (Alfredo Crespo y Manuel Fajardo), pero la Universidad San Marcos se opuso."
Se debe recalcar que posteriormente, en el año 2001 Sendero Luminoso sugiere a Carlos Tapia como "Comisionado de la CVR", inexplicablemente el gobierno de Toledo acepta conociendo su pasado de izquierdista radical y antimilitarista. El actual Presidente Ollanta Humala recibió desde el 2006 el apoyo de Tapia a su candidatura. Incluso, en el actual gobierno trabajó como asesor por unos pocos meses hasta quefue expulsado del mismo.
El siguiente artículo de Carlos Tapia fue publicado el día miércoles 21 de abril de 1982 en el Diario de Marka (vocero oficial de Sendero Luminoso) en el mismo Tapia justifica y se declara partidario de un "proceso revolucionario" en Perú utilizando "la lucha armada" como medio para llegar al poder:
La tarea es “acumular fuerzas”
Autor: Carlos Tapia (MIR)
En 1965, nuestro partido, el MIR histórico, consideró conveniente, en base al análisis político de la época, iniciar un proceso de lucha armada. Tuvo tres guerrillas: la Túpac Amaru en Junín, la Manco Cápac en el Norte y la Pachacútec en Mesa Pelada bajo la dirección del comandante Luis de la Puente. El enemigo las enfrentó con una estrategia militar global: la guerrilla del Norte fue copada con 5 mil soldados de la Iª región y contó con el apoyo de fuerzas del ejército ecuatoriano. El cerno y aniquilamiento posterior de la guerrilla Túpac Amaru – que combatió durante 6 meses, obteniendo triunfos como en Yahuarina y Púcuta – fue hecha con fuerzas combinadas, con empleo de napalm y efectivos contrainsurgentes, especialmente formados en el Canal de Panamá y la intervención directa de asesores militares norteamericanos.
Después de la derrota, el partido analizó la experiencia. Es conocido que sufrimos una crisis interna, de lucha de posiciones diferenciadas que llevan a la ruptura de la dirección central. Su reconstrucción ha demandado un proceso de lucha contra el sectarismo, el dogmatismo y el hegemonismo.
Pero la mejor forma que hemos tenido para desarrollar esta lucha fue el de reencontrarnos con el trabajo de masas, porque allí es donde los esquemas se estrellan; y donde nos podemos nutrir y encontrar el camino para poder desarrollar el proceso de legitimación en las masas de la violencia revolucionaria, que es un problema central para la revolución peruana y que no es igual a la lucha armada.
Porque se puede realizar lucha armada y no legitimar la violencia. Si no, veamos la experiencia de los países del Cono Sur. Por ejemplo, en Argentina, los compañeros Montoneros se dieron el lujo de copar cuarteles de la envergadura, lo que acá sería la división blindada, pero esto no hizo avanzar la revolución allá, como lo reconocemos ahora.
El camino de legitimación de la violencia está íntimamente ligado a la capacidad de la vanguardia de entroncarse con el movimiento de masas. Esta es la piedra angular para saber si la lucha armada, en este terreno, permite o no acumular fuerzas revolucionarias.
En el Perú actual, a 18 años de finalizar el siglo, la concepción estratégica de la toma del poder, la conquista de una nueva hegemonía de la clase obrera sobre el conjunto de la sociedad es mucho más complejo que el solo hecho de la lucha armada, aunque esta sea un aspecto esencial. Por lo que nos parece sumamente unilateral en la actual sociedad peruana querer absolutizar un solo método de lucha revolucionaria y enfrentarlos a otros.
Para hacer la revolución en el Perú y en los países de América del Sur, sustantivamente diferentes a los de Centroamérica, existen cuatro ejes de acumulación de fuerzas. Primero, la revolución se realizará cuando la mayoría, o en todo caso amplios sectores del pueblo, estén ganados a las ideas revolucionarias. Las acciones revolucionarias tienen que estar absolutamente claras para las masas. Solo así sirven para cohesionar al movimiento popular.
Un segundo, es la generación del poder popular. Que significa la articulación de las organizaciones naturales de las masas (frentes, gremios, etc.) a un proceso histórico de encuentro con la violencia revolucionaria, como respuesta a la violencia del Estado, que trata así de restringir sus legítimos derechos.
Y esto es base fundamental para que la revolución no se reduzca simplemente al asalto del poder, sino que tenga bases revolucionarias constituidas antes de ellos, con las que podamos garantizar la democracia revolucionaria. Y que no ocurra después que a nombre de la clase obrera se instaure un gobierno burocrático, que sin representar realmente sus intereses impida el ejercicio de la real democracia.
Pero, por otra parte, sin dirección revolucionaria no es posible que ocurra este encuentro histórico. Y esa dirección se forja al calor de la lucha, no en el de la simple polémica.
El tercero, es el de la generación de un proyecto nacional alternativo. Tenemos que crear una nueva concepción de la construcción del socialismo en el país, que no sea calco ni copia. Y no vamos a poder hacerlo si nuestro programa y doctrina la extraemos dogmáticamente de los clásicos del marxismo. Lo tenemos que hacer a partir de las constataciones prácticas de sus principios generales en nuestra lucha revolucionaria. Sin un proyecto nacional es imposible lograr la hegemonía, pero para construirlo se necesita tener una supremacía intelectual, cultural. Esta una experiencia puesta en el tapete de la historia por la revolución nicaragüense. Hay que conseguir derrotar, también, ideológicamente a la burguesía.
Un último factor de acumulación tiene que ver con la interdependencia continental de nuestra lucha. No puede haber revolución triunfante en el Perú si la situación de los países limítrofes sigue como está. Ahí tenemos la experiencia de los revolucionarios del FMLN, que no pueden desarrollar su ofensiva final porque si lo hacen interviene el imperialismo yanqui.
La articulación de estos cuatro niveles de acumulación de fuerzas permite el desarrollo del proceso revolucionario, dentro del cual la lucha armada es un factor. Si no tomamos en cuenta estos cuatro niveles de acumulación de fuerzas, la lucha armada, por si sola puede o no tener contenido revolucionario, puede o no servir para acumular fuerzas.
De otro lado, si criticamos a Sendero Luminoso por su aislamiento de las masas, Izquierda Unida tiene que demostrar que con las masas podemos derrotar la política reaccionaria de Belaunde. Si no ¿con que autoridad moral podemos decir que camino, que alternativa está sobre el tapete?
Y así como consecuencia de la lucha perdemos ciertos espacios democráticos conquistados, después los recuperaremos. No queda otra alternativa en la actual coyuntura, que organizar un vasto movimiento de masas con una plataforma concreta que permita derrotar el programa económico del gobierno. Por primera vez el Sr. Belaunde, desde que subió a la presidencia, está en el ojo del combate popular, al ser el principal defensor del actual premier y ministro de Economía. Solo así es posible generar la confianza en el movimiento popular de que es posible, uniéndose, hacer retroceder al enemigo de clase y lograr acumular fuerzas para la izquierda y el movimiento popular.
¿Ustedes creen que tener un personaje asi en una Comisión de la Verdad sobre el terrorismo en Perú garantiza imparcialidad, objetividad e independencia en sus conclusiones? Particularmente yo lo dudo mucho
Frank Keskleich Torres
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