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lunes, 10 de julio de 2017
Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura
del ejército peruano hacia los sectores populares
Cholified army. Some thoughts on the social
democratization of the Peruvian military
Lourdes Hurtado Meza
Antropóloga (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú).
Alumna de Doctorado en el Departamento de Historia de la Universidad
de Notre Dame (Indiana, EEUU)
Email: lhurtado@nd.edu
Fecha de recepción: mayo 2006
Fecha de aceptación y versión final: julio 2006
Resumen
Este ensayo se refiere a la democratización social del cuerpo de oficiales del ejército peruano.
Aquí planteo que a diferencia de las otras instituciones castrenses del país, el ejército es la corporación
militar que cuenta con una importante oficialidad chola, es decir, de procedencia
popular, migrante y andina. Este es un proceso que ha ido de la mano con la andinización de
las zonas urbanas en el Perú, el discurso inclusivo desarrollado en la primera fase del gobierno
del General Velasco (1968-1975) y los eventos acontecidos durante los años del conflicto armado
interno (1980-2000).
Palabras clave:
Ejército Peruano, etnicidad, cultura militar, conflicto armado interno
Abstract
In this essay I maintain that there has been a process of democratization within the corps of
officers of the Peruvian Army. Unlike the other Peruvian military institutions, in the army there
is a significant number of cholo officers, that is to say, officers with an Andean and urban
migrant background. This has been the consequence of, among other aspects, the andeanization
of urban areas in Peru, the inclusive discourse towards common sectors sponsored by the
military government of General Juan Velasco (1968-1975), and the events which took place
during the internal armed conflict (1980-2000).
Keywords:
Peruvian army, ethnicity, military culture, internal armed conflict
Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 26, Quito, septiembre 2006, pp. 59-72
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
ISSN: 1390-1249
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El Comando de In s t rucción y
Doctrina del Ej é rcito (COINDE),
ubicado en el limeño distrito de
Chorrillos, es una de las instalaciones militares
más grandes del Perú. Ella alberga a la
Escuela Militar y a otras escuelas de capacitación
y especialización donde se entre n a n
los oficiales del ejército peru a n o. En la entrada
principal del COINDE resaltan una serie
de esculturas metálicas en alto re l i e ve que
narran la evolución del ejército de este país
andino desde el pasado hasta el presente. De
esta manera, al lado de guerre ros incas con
porras y macanas, se observan soldados
m o d e rnos que se desplazan al lado de pesados
tanques T55. En uno de los extremos del
COINDE, muy cerca al antiguo Se rvicio de
Inteligencia (SIN) se encuentra la Escuela de
Comandos, institución donde se entrena a la
brigada de fuerzas especiales más pre s t i g i o s a
del ejérc i t o. Al atravesar el patio de la escuela,
llama la atención una escultura en tama-
ño natural del Inca Pachacutec, el gran estratega
y organizador del Estado Inca, a quien
los comandos consideran como patrón y
figura emblemática de su institución. En una
mano, el Inca lleva una porra en actitud
amenazante, y en la otra un gran escudo.
En t re las múltiples arengas que se observa n
en los muros de este centro de entre n a m i e nto
militar, resalta la inscripción en quechua
Ama Sua, Ama Llulla, Ama Qella ( “no seas
ladrón, no seas mentiroso, no seas ocioso” ) ,
principios básicos atribuidos al Estado In c a ,
que los comandos han incorporado no sólo
en la parafernalia visual de su alma máter
sino también en el deber ser de un buen oficial
del ejérc i t o. Narraciones visuales como
éstas, que aluden al pasado pre h i s p á n i c o
como fuente de tradición e historia del ejército
peruano contemporáneo, también se
encuentran en otras edificaciones militare s
como el Círculo Militar (CMP) y en las imá-
genes de vo c e ros institucionales como la
revista Actualidad Mi l i t a r.
Sin embargo, este tipo de imágenes proandinas
no aparecen en las narraciones visuales
de las otras instituciones que conforman
las Fuerzas Armadas del Perú: la Marina de
Guerra y la Fuerza Aérea. ¿A qué se debe esta
ausencia? En el presente ensayo expongo una
reflexión sobre la apertura del ejército hacia
los sectores populares del Perú, proceso que
denomino cholificación, y la contradicción
existente entre el discurso incluyente y las
prácticas llevadas a cabo por esta institución
durante el conflicto armado interno (1980-
1993)1
. Este evento, uno de los hechos más
Lourdes Hurtado Meza
1 La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR),
fue la entidad creada por el estado peruano en 2001
para esclarecer los eventos acontecidos durante el conflicto.
La CVR estableció en su Informe Final que el
estado peruano, en una actitud de legítima defensa,
ordenó a las fuerzas del orden (policía y fuerzas armadas)
que se hiciera cargo de la lucha contra la subversión.
Sin embargo, al designar esta responsabilidad a
las fuerzas del orden, el estado peruano no tomó las
medidas necesarias que aseguraran que la lucha contra
los grupos alzados en armas (Sendero Luminoso y
Inca Pachacutec en material promocional de la Escuela de
Comandos, Chorrillos, Perú.
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Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares
trágicos que ha afectado al Perú en su historia
reciente y en el que más de 69.000 personas
murieron a consecuencia de la violencia de
los grupos alzados en armas o de las fuerzas
del Estado, puso en evidencia los límites de la
retórica integradora desarrollada por los militares
durante el Gobierno Revolucionario de
la Fuerza Armada (1968-1980). Aquí sostengo
que el ejército se ha apropiado de la imagen
del pasado prehispánico y ha incorporado
en sus narrativas institucionales elementos
asociados con lo andino y lo popular para
revestir de legitimidad su rol de institución
fundacional del estado nacional peru a n o.
Más aun, ya que el ejército se representa
como la corporización de lo nacional, su
cuerpo de oficiales cuenta entre sus filas con
un gran número de jóvenes provenientes de
sectores populares del país. La democratización
de esta institución, no exactamente en
términos ideológicos sino más bien en términos
sociales, no ha sido replicada por la
Fuerza Aérea ni por la Marina de Guerra
donde no hay oficiales cholos ni negros. Por
el contrario, estas instituciones aún mantienen
un cierto aire de exclusividad social que
da cuenta de un abierto racismo hacia ciertos
sectores de la población peruana.
Este ensayo está dividido en tres secciones.
En la primera parte expongo algunas ideas
sobre la cultura militar del ejército peruano,
en la segunda sección me refiero al discurso
pro-andino del gobierno del general Velasco,
y en la última parte presento una reflexión
sobre el conflicto armado interno y la cholifi -
cación del ejército peruano.
Cultura militar peruana
De acuerdo al mandato constitucional, las
Fuerzas Armadas Peruanas están conformadas
por el Ejército, la Marina de Guerra y la
Fuerza Aérea. Estas instituciones tienen la
responsabilidad de garantizar la independencia,
la soberanía y la integridad territorial de
la República (art.165) y no son deliberantes
(art.169), es decir, los sujetos que las conforman
no pueden emitir opinión sobre la conducción
política del país. Más allá del ámbito
normativo, estas instituciones cuentan con
un tipo de cultura organizacional, una cultura
militar, que es aprendida, compartida y
transmitida, que se traduce en discursos,
prácticas y representaciones, y en la que se
desarrollan estrechas redes personales que se
mantienen incluso más allá de la jubilación
de los individuos militares.
Asimismo, las Fuerzas Armadas peruanas
son instituciones profesionales fuertemente
jerarquizadas en las que la camaradería y el
espíritu de cuerpo son vitales para la reproducción
institucional. Estos aspectos son
consecuencia de un constante proceso de
resocialización a través del cual un individuo
se convierte en militar en un espacio apartado
de la sociedad civil -una academia militardonde
tiene que llevar a cabo una serie de
órdenes y rutinas, y debe mantener una disciplina
estricta. Durante el periodo de internamiento
los individuos desarrollan un ethos
militar, es decir “un conjunto de valores particulares
de la profesión que asigna especial
importancia a un código de honor personal y
colectivo, incentiva un alto nivel de solidaridad
de grupo y maneja un concepto restrictivo
de las relaciones del cuerpo de oficiales con
los otros componentes del ejército y con la
sociedad civil” (Harries-Jenkins y Moskos
Junior 1984:57) El ethos militar tiene que ver
con la cultura institucional del ejército y con
la relación de alteridad que existe entre militares
y civiles pues los primeros consideran
el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru) se diera
dentro de los parámetros legales de un régimen democrático.
Esta abdicación del estado peruano en favor
de militares y policías dio origen a que se desatara una
guerra sucia contra aquellas poblaciones e individuos
sospechosos de pertenecer o simpatizar con una agrupación
subversiva.
que estos últimos no cuentan con la capacidad
suficiente para gobernar el país. A ello se
debe el sinnúmero de golpes militares que
han afectado al Perú durante su vida republicana.
Este sentido de superioridad experimentado
por los militares con respecto a la
sociedad civil se ve reforzado por los mitos
sobre el carácter fundacional del ejército, que
otorgan a esta institución un papel fundamental
durante el proceso de independencia
del siglo XIX.2
Otro elemento que caracteriza al ejército
peruano es su retórica sobre el sacrificio. En
un trabajo anterior (Hurtado 2005a), realizado
en base a entrevistas, etnografías y el aná-
lisis de publicaciones militares, señalé que los
oficiales de esta institución asumen la vida
militar como una experiencia llena de sacrificios
y durezas. Esta lectura de la experiencia
militar, comparada muchas veces con la vida
religiosa, tiene que ver no sólo con los riesgos
propios de la carrera de las armas sino también
con las limitaciones económicas que
imponen los bajos salarios en las Fuerzas
Armadas, y con el hecho de que los militares
con frecuencia viven en lugares que aún no
están del todo articulados con el resto del
país. Lo interesante es que esta sensación de
sacrificio no sólo compete a los oficiales sino
también a sus familias, es decir, a la “gran
familia militar peruana”.
Por otro lado, aunque la formación de los
oficiales del Ej é rcito, la Marina de Guerra y la
Fu e rza Aérea se lleva a cabo bajo pre m i s a s
s i m i l a res, es decir en instituciones totales con
cadenas diferenciadas de jerarquía, y comparten
una cultura militar colectiva en la que juegan
un papel importante va l o res como el
honor y la valentía, lo cierto es que cada una
de estas instituciones cuenta con sus pro p i a s
p a rticularidades. En parte, tales diferencias se
deben al ámbito de acción en que se desempe-
ña el personal de estas instituciones, es decir
a i re, mar y tierra, que determina el tipo de
organización de las unidades militares y que
también influye en la distribución espacial de
los efectivos militares en el territorio nacional.
De esta manera, mientras las guarniciones del
e j é rcito están localizadas en la mayor parte de
d e p a rtamentos del Perú de norte a sur y deeste
a oeste en costa, sierra y selva, las tres re g i o n e s
naturales del país, la Marina de Guerra sólo
tiene presencia en la costa, en algunas zonas de
la selva donde hay ríos navegables, y en el altiplano
peruano, en el lago Titicaca. La pre s e ncia
de la Fu e rza Aérea es más reducida aún
pues se concentra en la costa, cerca a las fro nteras
con Chile y Ec u a d o r, y en ciertas zo n a s
de la selva amazónica.
Sin embargo, el hecho más importante que
distingue a estas tres instituciones castrenses es
que todavía existe un contraste en la composición
racial y étnica de su oficialidad. En el
Perú existe una obsesión, especialmente en los
s e c t o res medios y altos, porclasificar a la gente
y así ubicarla social y racialmente en un estrato
inferior o superior en relación al que uno se
encuentra. Los criterios empleados para ello
son el color de la piel y el lugar de pro c e d e ncia,
y ciertos marc a d o res culturales como la
forma de hablar y de ve s t i r, que para un forá-
neo serían difíciles de distinguir. Es lo que
Guillermo Nugent (1992:119) denomina el
p e ruano +1 y el peruano -1, es decir, “e s a
peculiar manera de jerarquizar que los peru anos
emplean en la vida social para alcanzar
una presentación coherente del mundo en la
que se distingue la ubicación social de las personas
a partir de la relación que tienen con
uno mismo”. Estos criterios también son aplicables
al cuerpo de oficiales de las Fu e rz a s
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Lourdes Hurtado Meza
2 En un reciente artículo periodístico con respecto a la
celebración de las Fiestas Patrias en el Perú, el antropólogo
e historiador Nelson Manrique llama la atención
sobre la paradoja existente entre el mito fundacional
del ejército peruano y el hecho de que la independencia
nacional fuera alcanzada con el concurso
de dos ejércitos extranjeros, de Argentina y Venezuela,
con una participación limitada de los peru a n o s .
Fuente Diario Perú 21, El Sentido del 28 de julio, 29
de julio 2006.
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Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares
Armadas. Me re f i e ro a que en ellas se observa ,
por un lado, una institución “blanca”, asociada
tradicionalmente con una elite criolla y
costeña, la Marina de Guerra, y por otro, una
institución más “c h o l a”, asociada con lo popular
y lo andino, que es el ejército, y otra que
está en el medio de las dos, la Fu e rza Aére a ,
que étnicamente está más cercana a la primera.
Esta asociación del ejército con lo cholo
tiene que ve r, por un lado, con la retórica del
e j é rcito sobre lo indígena y lo andino concebida
durante la primera fase del gobierno
militar (1968-1975), y por otro, porque luego
de la transición democrática de 1980, el ejército
paulatinamente dejó de ser una institución
atractiva para los sectores medios del país
(por la crisis económica y el conflicto armado
interno) y se vio obligado a ensanchar su base
social de reclutamiento de oficiales. Por esa
razón, hoy en día esta institución cuenta con
un gran número de oficiales provenientes de
s e c t o res populare s .
Retórica institucional
y gobierno militar
Aunque los primeros cuerpos del ejérc i t o
p e ruano, los “Gr a n a d e ros a caballo” y el
“ Batallón leales del Perú”, se cre a ron en 1821,
el ejército considera el 9 de diciembre de 1824
como la fecha de su fundación institucional.
Ese día se llevó a cabo la batalla de Ayacucho,
en donde el ejército patriota, liderado por
Antonio José de Su c re, derrotó al ejército re alista.
A raíz de esta batalla se produjo el re t i ro
d e f i n i t i vo de las tropas españolas del Perú. Po r
ello, los militares asocian el nacimiento del
e j é rcito peruano con el evento que selló la
independencia de la república. Es decir, consideran
a su institución como la forjadora de la
patria libre y soberana y por ello sienten que
tienen una responsabilidad para con ella. Esta
manera de considerar al ejército no es, por
c i e rto, un discurso nuevo sino que se re m o n t a
hasta los primeros años de vida re p u b l i c a n a ,
durante la Confederac-ión Perú-Boliviana y el
gobierno del Mariscal Santa Cruz. Cr i s t ó b a l
A l j ovín (2005:113) sostiene que fue pre c i s amente
la Confedera-ción la que creó la imagen
pública que sugería que el jefe del ejérc i t o
y sus oficiales y soldados eran los fundadore s
de una institución política pacífica.
Por otro lado, parte importante del mito
fundacional del ejército es la noción de continuidad
entre presente y pasado, y de que la
corporación de oficiales forma parte de una
institución que perdura y se mantiene a lo
largo del tiempo. Esto tiene mucho valor en
un país como el Perú en que las instituciones
estatales están en constante crisis y en donde
el horizonte de continuidad no solo en la
conducción de políticas públicas sino en la
Detalles del mural del Comando de Instrucción y Doctrina
del Ejército, Chorrillos, Perú.
misma naturaleza del tipo de gobierno suelen
p resentar mucha incert i d u m b re para la
población. Aunque periódicamente se produce
el relevo generacional al interior del ejército,
lo cierto es que dentro de esta institución
existe un sentido colectivo que va más allá de
los individuos y que se nutre de marcos normativos,
rituales, tradiciones y conmemoraciones,
así como de la alusión constante a
figuras heroicas ideales que trazan la línea de
carrera del oficial. En este contexto, recurrir a
un pasado glorioso asociado con la imagen de
los incas permite al ejército revestirse de legitimidad
y tradición.
Cuando se revisa la información contenida
en los sitios web de los institutos castre n s e s
p e ruanos, se observa las diferentes maneras en
que estas instituciones se auto re p re s e n t a n .
Así, cuando la Marina se re f i e re al periodo
p rehispánico del Perú, la información que
brinda se re f i e re a la relación existente entre el
mar y los antiguos pobladores del Perú y menciona
el tipo de embarcaciones empleadas en
el mundo andino antes de la conquista espa-
ñola: los caballitos de totora (embarc a c i o n e s
hechas a base de juncos) y las balsas de palos3
.
En cambio, en la página web del ejército, la
información sobre el mismo periodo, resalta el
carácter bélico del ejército y su import a n c i a
como aparato de defensa de los estados pre h i spánicos.
En la reseña histórica institucional se
lee lo siguiente: “Como se sabe, la existencia
de una civilización implica necesariamente
una organización política, social y económica
y la aparición del Estado, y por ende la necesidad
de un ejército para sostenerlo y defend
e r l o”4
. Esta suerte de nostalgia por lo incaico,
lo prehispánico, que se percibe en las imágenes
y los discursos del ejército de hoy es consecuencia
del gobierno del general Ve l a s c o.
El último gobierno militar del Perú estuvo
en el poder de 1968 a 1980.5 La primera
etapa del autodenominado Gobierno Revolucionario
de la Fuerza Armada fue de 1968 a
1975 y estuvo liderada por el general Juan
Velasco Alvarado. La segunda fase, de 1975 a
1980, fue conducida por el general Francisco
Morales Be r m ú d ez. Durante su primera
etapa, el gobierno revolucionario de la Fuerza
Armada percibió a la oligarquía como el enemigo
del país y el ente que impedía su desarrollo.
Por ello, llevó a cabo una serie de reformas
referentes a la propiedad de recursos productivos
como yacimientos mineros que fueron
traspasados al Estado, diseñó una política
de sustitución de importaciones y puso en
m a rcha una reforma agraria radical que
implicaba la expropiación de latifundios de la
sierra y costa del país. A pesar del poco éxito
en términos económicos de las políticas llevadas
a cabo por los militares, uno de los eventos
más importantes de esta primera fase del
Gobierno Re volucionario fue el discurso
inclusivo que los militares desarrollaron con
respecto a las poblaciones excluidas del país:
los indios. Es sintomático que uno de los
hechos más significativos haya sido el cambio
de denominación de “indio” a “campesino”.
Así, la celebración del 24 de junio, que solía
ser el Día del Indio, paso a llamarse Día del
Campesino. Contreras y Cueto (2000:316)
señalan que la reforma agraria modificó la
composición de las clases altas y las bases
agrarias de su poder, ellos agregan que el
dinero empezó a primar como el principal
factor de ingreso a estas clases y que debido a
este hecho, se atenuó el racismo, que hasta ese
momento había sido uno de los principales
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Lourdes Hurtado Meza
3 Ver: Marina de Guerra del Perú, Los antecedentes: La
época prehispánica en http://www. m a r i n a . m i l . p e / ,
abril 2005.
4 Ejército del Perú, Reseña Histórica del Ejército en
http://www.ejercito.mil.pe/historia.htm, abril 2005.
5 Aquí no considero el régimen de Alberto Fu j i m o r i
como un gobierno militar. Si bien es cierto, durante su
decenio en el poder los militares fueron un elemento
c l a ve para su permanencia, la figura que tomó las decisiones
fue Fujimori, apoyado -es cierto- por V l a d i m i ro
Montesinos, un ex-capitán del ejército, pero la figura
civil del presidente fue la que se impuso.
factores de exclusión para la pertenencia a las
clases más privilegiadas de la sociedad peruana.
Por otro lado, Guillermo Nu g e n t
(1992:86) sostiene que el Velasquismo significó
para los sectores conservadores del Perú
una experiencia traumática pues supuso el
primer intento serio por cuestionar una cultura
oficial y un orden social basados en el
desprecio hacia las poblaciones más pobres y
andinas.6 Lo cierto es que la primera fase del
Gobierno Re volucionario de la Fu e rz a
Armada implicó una ruptura de los militares
a nivel de discurso y práctica con el pasado
oligárquico de la clase política peruana.
El perfil social del general Velasco y de
otros oficiales que formaban parte de la Junta
de Gobierno fue un aspecto que influyó en el
discurso antioligárquico del gobierno militar.
Velasco era costeño, del departamento de
Piura, pero provenía de una familia bastante
humilde; hizo el servicio militar y después
ingresó a la Escuela Militar de Chorrillos.
Dirk Kruijt señala que de los 14 oficiales que
tomaron parte en el golpe de 1968 (3 generales
y 11 coroneles), la mayor parte tenía orí-
genes humildes. Así, los generales provenían
de sectores medios altos y altos, pero todos
los coroneles menos 1 provenían de familias
de modesta condición económica o de familias
campesinas del interior del país. Kruijt
(1989: 77) agrega que un número sorprendente
de ellos había servido primero como
soldado raso para procurar la subsistencia de
la familia, luego fueron recorriendo un lento
camino por los grados de cabo primero, sargento
segundo y sargento primero hasta llegar
a la escuela de oficiales, la Escuela Militar de
Chorrillos. La extracción social de estos oficiales
era distinta a la de los oficiales de la
Marina y la Fuerza Aérea. La Marina, en particular,
siempre se caracterizó por contar con
una oficialidad proveniente de los sectores
más acomodados del país. Para Juan Martín
(2002:103), las diferencias de extracción
social habrían sido un factor no sólo de autonomía
de la minoría militar respecto de los
compromisos de la oligarquía, sino también
de “autolegitimación e identificación con las
mayorías populares.
Más aún, el gobierno militar tuvo una
retórica nacionalista que apeló constantemente
a la historia y que se puso de manifiesto
en imágenes asociadas a lo andino. En opinión
de Juan Martín, el nacionalismo del
gobierno militar más que un discurso redentorista
de grupos étnicos ancestralmente
dominados, lo que buscó fueron elementos
de integración y diferenciación con el pasado
oligárquico en tradiciones culturales que se
tenían por autóctonas. En ese contexto, agrega
Juan Martín (2002:163), las referencias
andinas e indias, “dejaban de ser, con la reforma
agraria y todo su proceso de aplicación,
exclusivas de una diferencia étnica para transformarse
en valores nacionales, en imágenes
de toda la nación para un país que estaba
dejando de ser mayoritariamente rural en
favor de la vida en las ciudades”. De esta
manera, el Perú de esos años fue testigo de un
cambio en el discurso iconográfico estatal que
dio gran énfasis a lo andino como expresión
de lo nacional. Como señala Carlos Iván
Degregori (1995:313), la imagen de Túpac
Amaru, el curaca líder de la gran revuelta
indígena de 1780, fue “rescatada” y se convirtió
en el símbolo de la reforma agraria.
Además del curaca, otros personajes andinos
o mestizos fueron empleados en diferentes
emblemas o instituciones estatales. De esta
manera, las imágenes del inca Pachacutec y
del escritor mestizo Garcilazo de la Vega se
plasmaron en billetes y monedas de circula-
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Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares
6 Habría que preguntarse hasta qué punto sigue vigente
e n t re los sectores conserva d o res del Perú parte del
“t r a u m a” generado durante el gobierno de Ve l a s c o. Un
indicador de su vigencia sería la crítica despro p o rc i onada
de estos sectores hacia el candidato Ol l a n t a
Humala, líder del Pa rtido Nacionalista Pe ruano y excomandante
del Ej é rcito, que durante el último pro c eso
electorial peruano apeló a un discurso nacionalista
que se presentaba como here d e ro del Ve l a s q u i s m o.
ción nacional y una severa máscara de la cultura
Chimú, famosa por sus sofisticados trabajos
en metales, fue el logotipo de Petro
Perú, la flamante nueva empresa estatal
encargada de la extracción del nacionalizado
petróleo (Sánchez 2005).
Es precisamente en medio de este ambiente
nacionalista y de gran interés por las imágenes
de lo andino que se crea el himno del ejérc
i t o. El himno, compuesto en 1973, es uno de
los textos que sintetiza mejor la retórica institucional
del ejército peruano acerca de su ro l
en la creación del estado nacional y de su legitimidad
como institución tutelar masculina
que se nutre de una tradición histórica que
viene desde el pasado pre h i s p á n i c o.
7
Coro
El ejército unido a la historia
por fecunda y viril tradición
se corona con lauros de gloria
al forjar una libre nación
Estrofa I
Evocando un pasado glorioso
del incario su antiguo esplendor
Ayacucho, Junín, Dos de Mayo8
libertad conquistó con valor […]
Estrofa II
Las fronteras altivo defiende
cual guardián del honor nacional
de su pueblo recibe las armas
y es bastión de justicia social […]
Llama la atención que en esta narrativa donde
se menciona a los incas y a las batallas de
independencia, el ejército no haga mayor alusión
a la época de la colonia. Esta forma de
narrar la historia del Perú, en la que el presente
es depositario de un pasado incaico no
es nueva. Por el contrario, es un elemento
fundamental del discurso criollo de inicios de
la república. María Isabel Remy (1995) sostiene
que en la retórica de las élites políticas
del siglo XIX, la independencia rompía con el
pasado pero además establecía una continuidad
con aquello que la conquista española
había quebrado: el imperio incaico. Cecilia
Méndez (1995) agrega que además de la exaltación
del pasado incaico, el discurso criollo
convivía con una valoración despreciativa del
indio en el presente. Lo que diferencia a la
retórica histórica del ejército del discurso
criollo, es que durante el gobierno de Velasco
sí se trato de incorporar a las poblaciones
indígenas -devenidas de acuerdo a la nueva
nomenclatura estatal- en campesinas, a la
comunidad imaginada peruana.
Entonces, el himno del ejército, que es
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Lourdes Hurtado Meza
Escuela de Comandos, Chorrillos, Perú.
7 El autor de la letra y música del himno del ejército es
Pedro Schmitt Aicardi. El 9 de diciembre de 1973 se
oficializó el himno. Por resolución ministerial Nº
2907-73 DIRODIN se declaró a la Escuela Militar de
Chorrillos depositaria de la intangibilidad del himno.
Fuente: Historia de la Escuela Militar de Chorrillos,
Ministerio de Guerra, 1982, Lima.
8 Esta línea se refiere a tres batallas o combates decisivos
para la independencia del Perú: la Batalla de
Ayacucho, 9 de diciembre de 1824, fecha en que se
celebra del Día del Ejercito; la Batalla de Junín el 6 de
agosto de 1824, fecha en que se celebra el Día de la
Caballería; y el Combate del Dos de Mayo, acontecido
el 2 de mayo de 1866, día en que se celebra la
Fiesta de la Artillería.
entonado en todas las ceremonias castrenses
luego del himno nacional, expresa el sentir de
una colectividad militar que tuvo entre sus
manos un proyecto revolucionario que se sintió
agente de la independencia nacional y que
legitimó su presencia en el poder a través de
un discurso inclusivo con los sectores populares
no oligárquicos del país, es decir “el pueblo”.
Un pueblo a quien esta institución trataba
de brindarle -de acuerdo a la letra de su
himno- “justicia social”. La relevancia e historicidad
del binomio Pueblo-Fuerza Armada
también fue impulsada desde la dimensión
simbólica de los héroes institucionales.
Los héroes de las Fuerzas Armadas son
figuras arquetípicas que dan cuenta del deber
ser de un militar. Sin embargo, en las maneras
de narrar las hazañas y trayectorias de
estos personajes también se perciben las diferentes
maneras de concebir la relación institucional
de las Fuerzas Armadas con el pueblo.
Así, la figura heroica de la Fuerza Aérea
es José A. Quiñonez, un joven piloto cuya
nave fue derribada en el conflicto con el
Ecuador en 1941. Sin embargo, la figura de
Quiñonez no tiene el halo de leyenda que sí
envuelve a los héroes del Ejército y la Marina,
quienes lucharon y perecieron en la Guerra
del Pacífico; un evento traumático para los
peruanos no sólo por la derrota sino por la
mutilación del territorio nacional pues Perú
perdió las provincias de Arica y Tarapacá
(Villanueva 1972). En la primera parte de la
guerra, lo que se denominó la Campaña
Marítima (16 de mayo - 8 de octubre, 1879)
destaca la figura de Miguel Grau, el héroe
máximo de la Marina de Guerra. Grau recibió
el apelativo de “Caballero de los Mares”
debido a su comportamiento humanitario
para con la tripulación del buque chileno
Esmeralda en el combate de Iquique9
. Al
mando del viejo monitor Huáscar, llevó a
cabo una serie de incursiones en el litoral chileno
que por algunos meses pusieron la
balanza del conflicto a favor del Perú. Sin
embargo, a pesar de su suerte inicial, Grau no
pudo hacerle frente a la poderosa armada chilena
y murió valerosamente el 8 de octubre de
1879 en el Combate de Angamos. Con su
muerte y la pérdida del monitor Huáscar, culminó
la Campaña Marítima y la armada
p e ruana quedó destruida. En la segunda
etapa de la guerra, la Campaña Terrestre surgen
los héroes del ejército. El patrono o héroe
máximo de esta institución es Fr a n c i s c o
Bolognesi, limeño, de padres extranjero s ,
quien murió el 7 de junio de 1880 en la
Batalla de Arica. A Bolognesi se le atribuye
haber respondido al comisionado chileno que
fue a pedirle la rendición del Fuerte Arica,
que no se iba a rendir y que, por el contrario,
iba a luchar “hasta quemar al último cartucho”.10
Una vez que la ciudad de Lima cayó
en manos de las tropas chilenas, Andrés
Avelino Cáceres se encargó de organizar la
resistencia de la sierra central, donde llevó a
cabo una guerra de guerrillas con el apoyo de
la población local.
Si Bolognesi es para el ejército el símbolo
de sacrificio por la patria, la encarnación del
líder y estratega militar es el Mariscal Cáceres.
Estas dos figuras emblemáticas dan cuenta de
dos dimensiones fundamentales para esta institución.
Por un lado está la cuestión del
amor a la patria al punto de ofrendar la vida
67
ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72
Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares
9 El combate de Iquique se llevó a cabo el 21 de mayo
de 1879. En dicha ocasión, el monitor Huascar hundió
a la corbeta Esmeralda y Grau ordenó rescatar de
las aguas a los sobrevivientes de la embarcación chile
na. Posteriormente, Grau escribió una carta a la viuda
de Arturo Pratt, capitán de la Esmeralda y máximo
héroe del panteón chileno, donde le hizo presente sus
condolencias y le hizo llegar los objetos personales
que se habían encontrado en el cuerpo de su esposo.
10 Esta expresión es el lema del ejército. Cada año, en
una ceremonia que se llama “Re n ovación de la
Promesa”, oficiales y cadetes juran ante la estatua de
Bolognesi defender la integridad del territorio nacional
y los ideales de su institución “hasta quemar el
último cartucho”.
misma: esto tiene que ver con la retórica del
sacrificio a la que hice referencia en el acápite
sobre la cultura militar, y con elementos altamente
valorados entre los militares como la
dignidad y el honor. Por otro lado está la
importancia del sujeto militar como agente
de acción, como líder y conductor de hombres11,
pero que también es capaz de llevar a
cabo una función política, pues una vez concluida
la guerra, Cáceres fue elegido presidente
del Perú en dos ocasiones (1886 y 1895).
Si se comparara a Cáceres y a Grau surgen
contrastes interesantes que también dan
cuenta de las narrativas históricas y sociales de
sus respectivas instituciones. Así, mientras
Grau era blanco (su padre había nacido en
España), y costeño, de Piura, zona norte del
Perú que contaba con una baja densidad
poblacional indígena, Cáceres por el contrario
pertenecía a la clase terrateniente de la sierra
sur central del país, era un mestizo y hablaba
quechua. Su procedencia serrana y las
redes que tenía con otros personajes de las elites
locales le permitieron llevar a cabo diferentes
alianzas con sectores populares de la
sierra central y así pudo contener durante casi
dos años el avance chileno en esa zona.
He centrado mi comparación en Cáceres y
Grau, y no en Bolognesi y Grau, pues considero
que desde la perspectiva del ejército,
Bolognesi es el patrono “oficial” pero Cáceres
es la figura militar que encarna la cercanía de
esta institución con los sectores populares del
Perú. Tan es así que durante las dos últimas
décadas del siglo XX, la Comisión Permanente
de Historia del Ejército, creada durante
el Gobierno Militar y que tuvo por misión
producir una bibliografía sobre el ejército, sus
orígenes, héroes y especialmente la Guerra
del Pacífico, hizo de Cáceres la figura recurrente
de los textos que se produjeron a fines
de los 70s y comienzos de los 80s12. En ellos
se resaltaba la extraordinaria relación entre
Cáceres y sus montoneras, es decir entre el
jefe militar y el pueblo, entre el padre –el
Taytacha Cáceres en quechua- y sus hijos
campesinos. Esta dimensión paternal y magnánima
del Tayta Cáceres fue un intento por
reconstruir en otra dimensión, la bibliográfica,
la idea de la alianza, del binomio PuebloFuerza
Armada.13
La cholificación del ejército
Como hemos visto, durante el gobierno militar
el ejército elaboró un discurso inclusivo
para con los sectores populares del país. Fue
una retórica nacionalista que cuestionó el discurso
discriminador de la antigua oligarquía
peruana, y que a través del uso de elementos
andinos trató de acercarse a los sectores populares
del Perú. Fue durante esta etapa que se
inició la cholificación del ejérc i t o. Aníbal
Quijano (1980:71 en Degregori, 1995: 306)
sostenía en los años 80s que era posible “presentar
el fenómeno de la cholificación, como
parte y resultado de la lucha de clases entre el
campesinado y los terratenientes” de la década
de los 60s. Desde su punto de vista, el
cholo se consolidaba como una clase emergente
en el ámbito urbano y representaba un
“destino peruano que no necesariamente
implicaba la aculturación total de la población
indígena en el marco de la cultura occidental
criolla” (Quijano 1995). Tengo la certeza
que hoy, veinte años después, las predic-
68
ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72
Lourdes Hurtado Meza
12 Tal es el caso de textos como De los Reductos a
Julcamarca (1981), La Contraofensiva de 1882 (1982),
Huamachuco y el Alma Nacional (1983), Cáceres:
Conductor Nacional (1984).
13 Sin embargo, estas narraciones silenciaron el hecho
que años después de haber acabada la guerra con
Chile, Cáceres dio la espalda a esos campesinos alzados
en armas y llevó a cabo una campaña de violencia
indiscriminada contra ellos. Para más detalle sobre la
actitud de Cáceres con respecto a las poblaciones del
Valle del Mantaro (ver Florencia Mallon 1987).
11 Formar líderes que sean conductores de hombres es el
objetivo de la Escuela Militar de Chorrillos.
ciones de Quijano se han cumplido, al menos
en lo que al ejército se refiere.
En esta última sección cuando hablo sobre
la cholificación del ejército, me refiero principalmente
a la apertura del cuerpo de oficiales
hacia los sectores populares del país.
Considero que son tres los factores que acentuaron
este proceso en el ejército: a) la expansión
de las ciudades costeñas a consecuencia
de la migración, b) la crisis económica de los
años 80s y c) el conflicto armado interno.
La cholificación es un proceso que ha ido
de la mano con el crecimiento de las ciudades
y especialmente de Lima, centro del poder del
Perú.14 El proceso de urbanización de Lima se
inició a fines de los años 50s, cuando a raíz de
las grandes migraciones de la zona andina los
desiertos existentes alrededor de la ciudad,
ubicada en el valle del Rímac, empezaron a
poblarse y se convirtieron en las barriadas
periféricas que luego se denominarían
“conos”15. En los conos de la capital los
migrantes andinos construyeron en base a
cooperación y solidaridad -no sin dificultades,
por cierto- pujantes áreas urbanas que
luego quedarían completamente integradas a
la ciudad de Lima. La capacidad de algunas
familias migrantes para acumular bienes y
ahorrar generó en los años 80s una exitosa
economía informal de la que han dado cuenta
varios autores (Degregori, Lynch y Blondet
1986, Golte y Adams1990). Muchos jóvenes
que forman parte de la oficialidad del ejército
provienen precisamente de los conos de la
ciudad y no de los distritos asociados con la
clase media urbana tradicional16.
Por otro lado, desde la década de los 80s la
crisis económica afectó profundamente la
escala salarial de los oficiales de todas las
Fuerzas Armadas (Rospigliosi 1995: 234);
además, militares y policías se convirtieron en
los principales blancos de Sendero Luminoso
y del MRTA, por lo que la carrera militar se
convirtió en una ocupación de alto riesgo17.
Lo que ocurrió durante las dos últimas décadas
del siglo XX es que en términos econó-
micos y sociales el ejército dejó de ser una institución
atractiva para las clases medias tradicionales.
Sin embargo, si el ejército dejó de
atraer a las clases medias urbanas, entre los
jóvenes provincianos y de sectores populares
de las ciudades de la costa -muchos de ellos
migrantes de primera generación- esta institución
sí representaba un medio de ascenso
social, pues, a pesar de la mala escala salarial,
para un joven proveniente de un sector económico
bajo, la carrera militar –es decir ser
69
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Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares
14 Lima no sólo alberga al tercio de la población nacional
sino que además alcanza una dimensión que es
diez veces superior a la de Arequipa, la segunda ciudad
del país (ver Antonio Zapata 1995).
15 El Cono Norte esta formado por los distritos de San
Martín de Porres, Independencia, Los Olivos, Comas
y Carabayllo. El Cono Sur esta conformado por los
distritos de San Juan de Miraflores, Villa el Salvador y
Villa Maria del Triunfo.
16 Tal es el caso de distritos como Jesús Ma r i a ,
Magdalena o Lince.
17 Durante el conflicto armado interno alrededor de mil
efectivos del ejército perdieron la vida y un número
mayor quedó en situación de discapacidad permanente
a consecuencia de las heridas provocadas por
enfrentamientos con o ataques de Sendero Luminosos
y el MRTA (CVR 2003).
18 El Perú cuenta actualmente con cuatro regiones militares.
Antiguamente contaba con cinco y sus sedes se
encontraban en las ciudades de Lima, Arequipa,
Piura, Iquitos y Cusco.
Fuente: http://www.ejercito.mil.pe/
Escuela de Comandos, Chorrillos, Perú.
parte del cuerpo de oficiales del ejércitore
p resentaba una alternativa ocupacional
segura que le brindaba un mínimo de estabilidad
económica y prestigio. Este giro en la
base social de reclutamiento del ejército se vio
favorecido por la descentralización de los exá-
menes de admisión a la Escuela Militar de
Chorrillos. Al tomarse los exámenes no sólo
en la ciudad de Lima sino también en el interior
del país, en las sedes de las Regiones
Militares18, se abrió la posibilidad de que
muchos jóvenes que no contaban con los
medios y facilidades para desplazarse hacia la
capital tomaran los exámenes de ingreso para
la Escuela Militar en ciudades cercanas a sus
pueblos de origen. Como era necesario contar
con un mayor contingente de oficiales que
pudieran ser enviados a las zonas de emergencia,
los estándares de ingreso se hicieron
menos rígidos y en ciertos momentos incluso
se redujo el tiempo de entrenamiento y formación
de los cadetes de la Escuela Militar de
cuatro a tres años19.
La paradoja y tragedia de todo este proceso
es que durante el conflicto armado interno,
a pesar de los discursos inclusivos pro
andinos y de contar con una oficialidad que
paulatinamente se estaba abriendo hacia los
sectores populares del país, el ejército se convirtió
en perpetrador y atentó contra sectores
de la población a quienes antes decía proteger20.
Brindar una explicación a la magnitud
de la violencia y a las acciones de algunos
efectivos del ejército durante el conflicto es
un asunto difícil. Sin lugar a dudas, el racismo
y la discriminación hacia lo andino fueron
elementos sustantivos. Si bien la base de
reclutamiento de la oficialidad estaba cambiando
por esos años, el grupo cholo todavía
no era una mayoría dentro de esta institución,
pues todavía existía un importante sector
de oficiales no exactamente blancos pero
sí mestizos, de procedencia social media baja,
algunas veces costeños, que contaban con orí-
genes más urbanos que rurales, que si eran del
interior formaban parte de las pequeñas elites
provinciales mestizas que no eran cholas pero
tampoco indígenas. Por otro lado, durante los
primeros años del conflicto y hasta mediados
de los 80s, las tropas, es decir los soldados,
que se enviaron a las zonas de emergencia en
la sierra sur central fueron unidades de Lima
y de la costa y no soldados provenientes de las
zonas locales pues se temía una infiltración de
Sendero Luminoso (CVR 2003). Aquí también
hay que considerar la influencia de la
doctrina de la Seguridad Nacional, en la que
se apostaba por la eliminación del enemigo
interno, así como las prácticas antisubversivas
sugeridas por la nefasta Escuela de las
Américas, que ya habían sido llevadas a cabo
en las dictaduras del Cono Sur. Pero incluso
un mayor número de militares cholos en las
zonas de emergencia no necesariamente
habría asegurado una menor incidencia en las
violaciones a los derechos humanos pues ser
cholo no es lo mismo que ser indio. Además,
si las relaciones entre los peruanos se han
organizado tradicionalmente en base al desdén
y el desprecio hacia lo indio -lo abyecto-
, estos sentimientos también han sido reproducidos
por los cholos en un intento de separarse
de lo indio.
Si bien es cierto entre los 80s y 90s el ejército
se desclasó y perdió status, en la Marina
70
ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72
Lourdes Hurtado Meza
19 Actualmente, y debido a la reforma educativa iniciada
en el Ejército a fines de los 90s, el tiempo de formación
en la Escuela Militar de Chorrillos es de cinco
años. Los oficiales egresados de ella también cuentan
con un grado universitario.
2 0 La CVR ha señalado que el principal responsable del
conflicto fue Se n d e ro Luminoso pues se alzó en armas
contra el estado peruano en un momento en el cual la
m a yor parte de agrupaciones deizquierda habían pasado
a la legalidad. Asimismo, Se n d e ro fue el principal
perpetrador de violaciones a los derechos humanos
pues fue el responsable de casi el 60% de victimas fatales.
Sin embargo, la Comisión también ha establecido
que en ciertos momentos y lugares, algunos efectivo s
de las Fu e rzas Armadas cometieron violaciones a los
d e rechos humanos de ciudadanos inocentes y fuero n
los responsables de casi el 30% de víctimas del conf
l i c t o. Muchos de estos crímenes estuvieron motivados
y la Fuerza Aérea el giro en la base social de
reclutamiento no fue tan dramático. Hasta
hoy la Marina especialmente ha podido mantener
cierto nivel de exclusividad y de “blancura”
que el ejército no tiene. Más aún, la
Marina se ha convertido en la entidad depositaria
de las vocaciones militares de jóvenes
que pertenecen a familias militares de clase
media. Para un joven cuyo padre es un oficial
del ejército, formar parte de la Marina significa
continuar con la tradición familiar sin
perder status social. Dos eventos que evidencian
las diferentes posibilidades de proyección
institucional militar entre oficiales de
una y otra institución son el cambio de colocación
al egresar de la escuela de oficiales y el
nivel de profesionalización alcanzado durante
los años de permanencia en la institución. De
esta manera, mientras los oficiales del ejército
son destacados en sus primeros años a guarniciones
lejanas, los oficiales de la Marina
suelen permanecer en Lima y más adelante
tienen la posibilidad de llevar estudios de
postgrado en universidades privadas de prestigio
(Hurtado 2005b). Incluso, una vez en el
re t i ro, la corporación de oficiales de la
Marina tiene mayores posibilidades de insertarse
laboralmente en empresas privadas que
los oficiales del ejército debido a su mayor
nivel de capacitación profesional. Otro evento
donde pueden percibirse las diferencias
entre estas instituciones es el tradicional desfile
de fiestas patrias del 29 de julio, donde
desfilan los cadetes de las Escuelas de oficiales
militares de la Marina, el Ejército y la Fuerza
Aérea. Si uno mira con atención a los cadetes
que desfilan, se observa que los cadetes del
Ejército tienen la piel ligeramente más oscura
mientras que los de la Marina son más “blancos”.
Por otro lado, una ojeada a los anuarios
de la Escuela Militar de Chorrillos también
permite ver este contraste entre la oficialidad
del ejército de hoy y la del pasado pues se
encuentran muchos más apellidos indígenas
en los 90s que en los 70s.21
En conclusión, el discurso inclusivo desarrollado
durante la primera fase del Gobierno
Revolucionario de la Fuerza Armada constituyó
un evento fundamental que cuestionó el
racismo y la discriminación contra las poblaciones
andinas del Perú. Los militares del
gobierno de Velasco fueron conscientes de la
necesidad de incorporar a estas poblaciones a
la comunidad imaginada nacional y dieron
énfasis a una parafernalia visual que resaltaba
lo andino como un elemento de integración
nacional que a su vez legitimaba el rol del
e j é rcito como institución fundacional del
estado peruano. Una década más tarde, el
conflicto armado interno llevó al ejército a
luchar contra un enemigo oculto en un escenario
que no esperaban: las zonas más pobres
71
ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72
Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares
21 Sustento esta afirmación en la comunicación personal
de varios oficiales del ejército quienes en diferentes
ocasiones me han dicho, a veces con una mezcla de
crítica y preocupación, que el ejército se ha “popularizado”
demasiado y que ya no atrae a jóvenes de clase
media. Pero también me baso en mi propia observación.
Entre 1992 y 1996 trabajé como profesora de
inglés en la Escuela Militar de Chorrillos y varios de
mis alumnos cadetes tenían apellidos andinos como
Ancco, Condori, Choquehuanca, Huaqui, Huamán,
Mamani, Sulca entre otros. En las listas de cadetes ya
casi no aparecían apellidos “extranjeros” como sí ocurría
en las listas de promociones anteriores: Graham
(1970), Candiotti Effio (1971), Williams (1973),
Maury Bromley (1977), Ribbeck Giacomotti (1978),
Buchhamer Bellmunt (1981), Debernardi Harbauer
(1981), Bamberger (1982). Por otro lado, en los últimos
años he asistido a las ceremonias de graduación
de los nuevos oficiales que egresan de la Escuela
Militar de Chorrillos, así como a las ceremonias de
pase al re t i ro que se llevan a cabo cuando una pro m oción
de oficiales se retira del ejército luego de haber
s e rvido a su institución por 35 años. Ambos eve n t o s
están llenos de contenido ritual y constituyen importantes
espacios de transmisión de memoria institucional.
A dichas ceremonias concurren los familiares más
c e rcanos de los oficiales; el contraste entre algunos
m a rc a d o res de clase como la ropa, el color de piel y la
forma de hablar entre las personas que asisten a una, la
c e remonia de graduación, y otra, la ceremonia de pase
al re t i ro, me permiten afirmar que sí existen notorias
d i f e rencias entre las nuevas y las viejas generaciones de
oficiales que conforman el ejercito del Perú.
72
ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72
e indígenas del Perú. La incertidumbre y el
miedo desatados por un conflicto no convencional
en donde no podían identificar quien
era el enemigo hicieron que la retórica velasquista,
inclusiva y paternalista, diera paso en
ciertos momentos del conflicto a una guerra
sucia que puso en evidencia de manera atroz
el racismo hacia las poblaciones indígenas
que no había sido superado por todos los sectores
del ejército.
Luego del conflicto, esta institución se ha
convertido en una de las instituciones depositarias
de lo cholo en el Perú, es decir, su oficialidad
joven proviene en su mayoría de sectores
populares de origen migrante que dos
décadas atrás formaban parte de una minoría
al interior de esta institución militar en relación
a los sectores medios más tradicionales.
L a c h o l i f i c a c i ó n del ejército implica una
democratización en términos sociales que
puede traducirse en mayor inclusión y tolerancia
a las diferencias. Sin embargo, al comparar
la situación de esta institución con la
Marina, en donde tal democratización aún es
incipiente, vemos que las brechas entre algunos
peruanos basadas en clase y raza, es decir
los peruanos +1 y los peruanos -1 a los que se
refiere Guillermo Nugent, todavía parecen
ser infranqueables.
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