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domingo, 25 de septiembre de 2011

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Nos quedamos sorprendidos, cuando se da cuenta en periódicos o radio, que el "SICARIO" no superaba los 18 años. Cuando los cuerpos de los 3 o 4 ejecutados, correspondían a adolescentes de hasta 14 años de edad.
Frente a lo anterior, el siquiatra dominicano César Mella, hizo publicar el siguiente trabajo, que creo que a todos los que somos o seremos padres, abuelos algún día, nos debe interesar; el texto que me llegó suscrito por el doctor Mella, es el siguiente: 

Yo me preguntaría y plantearía la siguiente pregunta: ¿cómo eduqué o estoy educando a mis hijos? ¿Qué valores inculco o inculqué a mis hijos? 

A los jóvenes de este siglo hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela y, digo llevarlos porque no tienen que tomar el camión o caminar larguísimas distancias para llegar a ella. 
Se levantan generalmente irritadosporque se acuestan muy tarde, viendo televisión por cable, jugando playstation, hablando o enviando mensajes por teléfono o chateando por la Internet. 
No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos en poner un dedo en nada que tenga que ver con arreglar algo en el hogar. 
Tienen los juegos y equipos digitales más modernos del mercado, Ipod, blackberry y computadora conectada a Internet no pueden faltar, como tampoco el pago por su actualización. Hoy los hijos, muchas veces sin merecerlo, presumen el celular más novedoso. El nextel más costoso. La Laptop más equipada. Nada les costó. Si se descomponen, para eso estamos, no faltaba más, hay que pagar la reparación, a la brevedad, con exigencias y sin chistar. 

Idolatran amigos y a falsos personajes de realitys de MTV. ¡Ahhhh! pero viven encontrándole defectos a los Padres, a quienes acusan a diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda, que ellos saben mas que uno, que ya sus Padres están sumamente desactualizados. 
Se cierran automáticamente a quien les hable de valores, moral, honor y buenas costumbres, y mucho menos de religión. Lo consideran aburrido. Ya saben todo y, lo que no ¡Lo consultan en internet! 

Nos asombramos, porque los "SICARIOS" cobran cuotas sin trabajar por ellas, a nuestros hijos los acostumbramos a darles todo, incluso su cuota semanal o mensual sin que verdaderamente trabajen por ella, y todavía se quejan a porque eso no me alcanza para nada. 
Si son estudiantes, siempre inventantrabajos de equipo o paseos de campo, que lo menos que uno sospecha, es qué .... regresarán con un embarazo,habiendo probado drogas como éxtasis, coca, marihuana o cuando mínimo alcoholizados, ahhhh y no les digas nada por que por lo menos deben tomarse unas cervezas ya que creen que tener mas de 14 años, les dá derecho a hacerlo. 

Y cuando les exiges lo más mínimo en el hogar o en la escuela, lejos de ser agradecidos te contestan, con desfachatez: yo no pedí nacer, es tu obligación mantenerme o quien les mandó andar de calientes. 

Definitivamente estamos jodidos, pues la tasa de que hagan su vida independiente se aleja cada vez más, pues aún mayores de edad, graduados y/o con trabajo, hay que seguirlos manteniendo, pagándoles deudas, servicios y hasta los partos de sus hijos. 

Con lo anterior, me refiero a un estudio que indica que este problema es mayor en chicos de la sociedad de clase media o media alta (o de capas medias urbanas) que bien pudieran estar entre los 14 y los 28 años, si es correcto 28 años o más ¿lo pueden creer? y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza. 

¿Entonces en qué estamos fallando? 
Yo sé, dirán que los tiempos y las oportunidades son diferentes, pues para los nacidos en los años cuarenta y sesenta, el orgullo reiterado era levantarse de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que ayudar a limpiar la casa, arreglar su cuarto, limpiar el auto del padre de vez en cuando, regar el jardín, etc; no se frustraban por no tener vehículo, no exigian a su padre que les preste  el auto y mas si era el desplazamiento cerca,andaban a pie a donde fuera, siempre lustraban sus zapatos, lavaban sus zapatillas, aprendian a cocer, a reparar algunos artefactos en la casa; los estudiantes no se avergonzaban de no tener trabajos gerenciales o ejecutivos, se las ingeniaban para lavar carros, vender periódicos, aceptaban trabajos como limpiabotas y repartidores de diarios. 
Lo que le pasó a nuestras generaciones, es que elaboramos una famosa frase que no dio resultado y mandó todo al diablo: 
¡Yo no quiero que mis hijos pasen, los trabajos y carencias que yo pasé, mis padres no tenían para comprarnos embutidos, pues yo hago que no falte embutidos en mi casa.....! 
Nuestros hijos no conocen la verdadera escasez, no conocen el hambre. Se están criando en la cultura del desperdicio: agua, comida, ropa (de marca por favor), dinero y luz ya que no pueden dormir con la TV apagada y sin la luz prendida en el cuarto. 
Muchos de los nuestros hijos, a los 10 años ya han ido a Disneyworld mínimo dos veces, cuando nosotros a los 20 si bien nos iba conocíamos la Ciudad de México, con su hoy vetusto y atiborrado Metro. 
El dame y el cómprame, siempre fue generosamente complacido convirtiendo a nuestros hijos en habitantes de una pensión, con desayuno en la cama, sirviente (a) y todo incluido, que después intentamos que funcione como hogar. 

Es alarmante el índice de divorcios que se está generando, van a la conquista de su pareja y vuelven al hogar, sólo unos meses más tarde, divorciados porque la cosa no funcionó; ninguno de los dos quiere servir al otro en su nueva vida. Como nunca batallaron en la pensión con sirviente incluido, en la que se les convirtió el hogar paterno, a las primeras carencias en el propio, avientan el paquete y regresan a la casa para que la mamá y el papá continúen resolviéndoles la vida. 
Este mensaje es para los que tienen hijos y que pueden todavía moldearlos, edúquenlos con principios y responsabilidades. háganles el hábito del ser agradecidos. 
Háganles el hábito de saber ganarse el dinero con honestidad, la comida, la ropa, el costo de la estancia en la casa en la cual no aportan para el pago de servicios. Háganles saber lo que cuesta cada plato de comida, cada recibo de luz, agua, renta. Háganles sentir en su casa, cómo se comportarían ustedes en casa ajena cuando van de visita.


Por ese domingo o cuota semanal o mensual, edúquenlos en la cultura de la correspondencia y el agradecimiento. Que los sábados o domingos laven el carro, ayuden a limpiar la casa, NO SU CUARTO, esa debe ser obligación de siempre sin pago de por medio. Háganles la costumbre de limpiar sus zapatos, limpiarse las uñas, bañarse diariamente, que paguen simbólicamente por todo lo que gratuitamente reciben iniciando por el Amor que les damos, implántenles la ideología de ameritar una especie de beca escolar que ustedes pagan, y  por la que ellos no pagan ni un centavo, eso puede generar una relación en sus mentestrabajo=bienestar. 
Que entiendan que asistir a la escuela, es un compromiso con la vida, que no es ningún mérito asistir a ella. Que entiendan que darles estudios adicionales sólo es para su bien, para que sean mejores en su futuro. De la responsabilidad con que cumplan ese compromiso, dependerá su calidad de vida futura. 

Todos los niños deben desde temprano aprender a lavar, planchar, cocer y cocinar, para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles. 
Cuida lo que ven, ve con ellos la televisión y evita caer en el vicio social llamado telenovelas, los videojuegos violentos, la moda excesiva y toda la electrónica de la comunicación, que han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó. 
Estamos comprometidos a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos, o sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las empleadas domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante. 
Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen la oportunidad de cambiar o hacer algo al respecto. Ya los abuelos pagaron. Nosotros estamos pagando con sangre la transición. 
Que cada quien tome lo que le corresponda. Que haga lo que pueda y quiera. Recuerda que para que triunfe el mal, solo se necesita que la gente buena lo permita... 

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