REPORTAJE: Ola de cambio en el mundo árabe - La relación de Roma con Libia
Cien años sin Estado
La brutal colonización italiana de Libia a principios del siglo XX impidió que surgieran instituciones y clase dirigente
ANDREA RIZZI - Madrid - 05/03/2011
La etapa italiana (1911-1943) constituye sin duda una experiencia decisiva en la formación de la Libia actual. Hasta la unificación decidida por Roma en 1934, el territorio permanecía dividido en las provincias de Tripolitania (oeste), Cirenaica (este) y Fezzan (sur). "Cuando los italianos desembarcan en octubre de 1911, la Tripolitania es una provincia otomana bastante descuidada en la que sin embargo se detectan algunos brotes de progreso, avances en la instrucción, algo de prensa y hasta, en algunos ambientes, un incipiente deseo de unificación con la Cirenaica. La llegada de los italianos, que aplican el clásico divide et impera, rompe ese proceso y congela la sociedad local. Libia se queda atrás", explica Nicola Labanca, profesor de la Universidad de Siena especializado en historia colonial italiana.
"Por otra parte", prosigue Labanca, "los italianos optan por no extender la educación. Optan por disgregar la clase dirigente local en formación. Italia no instituirá nunca una universidad en Libia. Las potencias coloniales liberales lo hicieron, y fomentaron que los hijos de la clase dirigente local estudiaran en la metrópolis. No fue este el caso de Italia en Libia. Hay que tener presente que el colonialismo italiano, a diferencia del británico o francés, es fundamentalmente un colonialismo fascista, con una profunda ideología racista". Benito Mussolini conquistó el poder en 1922.
Federico Cresti, historiador de la Universidad de Catania y autor de No desees la tierra de otros. La colonización italiana en Libia, aporta un dato esclarecedor: "Un informe de 1950 señala que había en Libia 10 licenciados en universidades italianas. Hay documentos en los que se dice explícitamente que para la población local es suficiente la instrucción primaria. Al menos hasta 1934, la política fascista es punitiva".
Italia reprime, evita educar y no siembra ninguna semilla de vida institucional. Marcadas las debidas distancias, hay cierto continuismo en estas políticas con la monarquía del rey Idris y, sobre todo, el régimen de Gadafi, que no cuenta con un Parlamento y mantiene a las universidades en un estado de asfixia letal.
Frente a los italianos se yergue sobre todo el movimiento de resistencia cirenaico, impulsado por la cofradía musulmana de los senusos, y liderado por Omar el Mojtar. Gadafi ha intentado construir un sentimiento nacionalista alrededor de esa figura y de la resistencia. El coronel se presentó a una cumbre con Silvio Berlusconi con una foto del héroe colgada como una medalla en el pecho. El Mojtar fue capturado y ajusticiado por los italianos en 1931.
Pacificados los territorios, los italianos los unen en 1934. "Es importante notar que se trata de regiones históricamente separadas", dice Cresti. "En los años veinte hubo incluso enfrentamientos entre ellas. Clanes de Tripolitania veían mal el ascenso de la cofradía islámica de los senusos".
Una vez pacificada y unificada, bajo el liderazgo de Italo Balbo, los italianos se lanzan a una política de construcción de infraestructuras. Terminan la carretera que une Trípoli y Bengasi. Hay cierto avance económico. "Pero esto no puede de ninguna manera compensar la destrucción causada", zanja Cresti.