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miércoles, 4 de abril de 2012

La guerra que no tendrá lugar

Cristina Fernández ha logrado reinstalar las Malvinas en la agenda latinoamericana

El 2 de abril de 1982 el ejército argentino ocupó las Malvinas, en poder de Gran Bretaña desde 1833, desencadenando una guerra de 74 días, en la que murieron 649 soldados propios y 255 británicos. El pacifismo más piadoso califica cualquier guerra de absurda e injustificada, lo que es francamente discutible, pero sí de plena aplicación al desatino de una dictadura militar criminal, impotente, y analfabeta, encabezada por un general, Leopoldo Galtieri, al que los sicofantes llamaban el Patton del Plata por un vago parecido con el militar norteamericano de la II Guerra.
 Los uniformados argentinos pensaron que la mejor forma de regresar a los cuarteles o aún prolongar su mandato era hacerlo con la gloria de haber recobrado el archipiélago del Atlántico Sur, que les excusara de responder por los miles de desaparecidos de la guerra sucia. A los pocos días del desembarco en la Gran Malvina, un coronel de la RAF declaraba a la televisión británica que si se “imponía la sangre italiana”, los argentinos “evacuarían el archipiélago, pero si prevalecía la española, habría guerra”. Sea cual fuere la que prevaleciera fue un crimen de lesa humanidad enviar a unos soldaditos de reemplazo contra un ejército de profesionales. El resto de América Latina, menos Chile, cuyo general Pinochet se cobró en material de guerra británico el apoyo a Londres, y Colombia, que jugó a la neutralidad, respaldó aunque con lo justo de entusiasmo a Buenos Aires.
La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Jeane Kirkpatrick, anticomunista, católica, y de origen celta, por ese orden, prefería a los golpistas, pero el presidente Ronald Reagan le dio a la señora Thatcher lo que la primera ministra pedía: la base de Ascensión, a medio camino entre Londres y Port Stanley, sin cuyos bastimentos la guerra habría sido difícil de sostener. La hija del tendero de provincias, temerosa de que el enemigo se escabullera entablando conversaciones interminables, una vez dueña de las islas, ordenó que se torpedeara al crucero pesado General Belgrano, fuera de las aguas territoriales de Malvinas, donde murieron más de la mitad de los argentinos en combate. Europa, que no entendía muy bien esa guerra distinta y distante, dio apoyo de oficio a los anglosajones, con la salvedad de España —por Gibraltar e Hispanoamérica— e Italia —por sus emigrantes—, países cuyas opiniones públicas no se resolvían a condenar la insensatez de Galtieri, el mismo que mientras los británicos reconquistaban la isla principal, pedía entre vapores alcohólicos que se aerotransportara unas tropas que no existían para socorrer al general Benjamín Menéndez, jefe del cuerpo expedicionario. El militar argentino era un cabecita negra, y de quien se dice que Fidel Castro preguntó esperanzado “si era de los que combatían”. En el bando derrotado se publicaron locuras como que los gurkhas habían asesinado a 300 prisioneros argentinos, lo que jamás habría consentido la oficialidad de Su Majestad y menos aún de un país que hasta unos días antes del conflicto era tan famosamente pro-británico. Y en el bando vencedor se supo que Thatcher estaba indignada por la escrupulosa equidistancia con que la BBC informaba de la guerra.
El enfrentamiento hoy solo puede ser político: el respaldo, en esta ocasión irrestricto de América Latina, desplegado con una condena del colonialismo británico, que se redoblará en la próxima cumbre de las Américas en Cartagena, así como algún cierre de puertos latinoamericanos a barcos de guerra y en ciertos casos, mercantes, que icen la Union Jack; y económico: la viuda Kirchner pretende impedir que Gran Bretaña comience a extraer, probablemente a partir de 2016, el petróleo en aguas de la zona, con reservas evaluadas en unos 12.000 millones de barriles. Pero ya ha logrado su primer objetivo: reinstalar las Malvinas en la agenda latinoamericana, de forma que Londres no pueda maniobrar sin darse de bruces con el problema. Y tampoco los apoyos internacionales de 1982 están a la orden. El Washington de Obama ya ha declarado su neutralidad y Europa tratará de mirar para otro lado, repitiendo el consabido mantra de la negociación entre las partes.
Nadie ignora que las Malvinas —como Gibraltar— jamás dejarán de ser británicas sin el consentimiento de sus 3.000 habitantes. Y solo un trato económico mejor que el que reciben de Londres podría disipar el recuerdo de una guerra tan cruel como innecesaria, que un aire porteño epitafió quejumbrosamente: “Con Malvinas o sin Malvinas / grito tu nombre por las esquinas / mientras que los generales / se dan al tango por los portales”.

Kenji Fujimori: Lo del 5 de abril no fue un golpe fue un contragolpe

Según el parlamentario era necesario realizar este autogolpe.
Según el parlamentario era necesario realizar este autogolpe.
El congresista defendió la decisión tomada por el exdictador de cerrar el congreso
El congresista de Fuerza 2011 Kenji Fujimori defendió una vez más el autogolpe de estado dado por su padre, Alberto Fujimori, el 5 de abril de 1992, hace 20 años, y aseguró que era una medida ‘necesaria’
 “Hay que tener en cuenta la coyuntura y el escenario en la que se encontraba el país en esa época, era un infierno, teníamos problemas de terrorismo, Sendero estaba a punto de tomar Lima y teníamos un serio problema económico, se tenía que tomar medidas excepcionales e irrepetibles y, no fue un autogolpe, fue un contragolpe” señaló al programa Abre los Ojos.
 Según el parlamentario era necesario realizar este autogolpe debido a que el congreso no dejaba gobernar a Fujimori y por ello se debía tener un régimen de mano dura para ‘solucionar’ los problemas.
 Así mismo Kenji habló sobre las declaraciones de la madre del presidente Humala, quien aseguró que su hijo Antauro no tiene el mismo trato que el expresidente Fujimori.
 “No se puede comparar a mi padre, Alberto Fujimori, que fue presidente y salvó a 30 millones de peruanos, en cambio Antauro mató a cuatro penales” aseguró.
Fujimori también toco el tema del trato a Antauro Humala, de su cambio a la Base Naval de El Callao y el de Victor Polay, líder del MRTA, junto a otros terroristas a Piedras Gordas. "El mensaje que ha dado el gobierno frente al terrorismo es de debilidad, ¿Antauro Humala es más peligroso que dos o tres cabecillas terroristas?, se ha trasladado a Polay a Piedras Gordas donde la gente puede entrar con celulares, ¿dónde está la autoridad?" aseguró.


Wilbur Castillo entregó en el Congreso material confidencial sobre espionaje

Miércoles 04 de abril del 2012 | 01:19

El denunciante de la supuesta red de ‘chuponeo’ en el Callao le dio un CD a Daniel Abugattás y a Rogelio Canches con información todavía desconocida bajo la condición de hacerla pública solo si atentan contra su vida.

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Wilbur Castillo asistió a la citación que le cursó la Comisión de Fiscalización del Congreso para declarar por la supuesta red de interceptaciones telefónicas y reglaje que involucra a varias autoridades del Callao.
El exconvicto le entregó a los miembros de comisión cinco discos con audios y videos sobre el espionaje a diversas personas, entre las cuales mencionó a varios funcionarios de comedores populares del primer puerto, autoridades del gobierno regional de Huancavelica y varios trabajadores de Ventanilla.
Sin embargo, Castillo detalló que otra parte de este material, todavía desconocida y consignada en otro CD,se lo entregó de manera confidencial al parlamentario y expresidente regional chalaco Rogelio Canches, bajo la condición de no revisarlo y revelarlo solo si atentan contra su vida. Recordó que a inicios de marzo dos sicarios asesinaron a su tío político pensando que era él.
Posteriormente, el presidente del Congreso, Daniel Abugattás, confirmó que también recibió este material, que ordenó colocar en una caja fuerte hasta que la Fiscalía solicite su revisión.
Wilbur Castillo detalló que se enteró de las interceptaciones telefónicas cuando, al intercambiar su camioneta 4×4 por otro vehículo con Ernesto Torres, encontró en la maletera del implicado en esta red de ‘chuponeo’ “una bolsa que tenía cables y varios CD”.“Solo sustraje cinco discos, dos cables y algunos filtros”, detalló.
NO ASISTIERON
Juan Sotomayor, alcalde del Callao, y Roberto Martínez, quienes también fueron citados por la comisiónno se presentaron en el Congreso. Ambos enviaron oficios justificando su inasistencia.