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lunes, 15 de agosto de 2011

Moral vs fuerza

Moral vs fuerza

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Por: Alfredo García.

La firme respuesta de Siria y Libia a la intromisión extranjera en sus asuntos internos, demuestra que la fuerza moral de una población agredida, es superior al poder de la moderna tecnología militar.

En Siria, el gobierno de Bachar el Asad combate los focos de grupos armados y toma medidas para responder a las demandas de las protestas pacíficas, mientras resiste satánicas campañas mediáticas acusándolo de graves violaciones a los derechos humanos.

A falta de una “patente de corso” como la obtenida en la ONU para intervenir militarmente en Libia, suministrando cobertura aérea a grupos armados organizados por sus servicios de Inteligencia, las potencias occidentales hacen el ridículo apelando a sus pocos creíbles aliados de Arabia Saudita, Kuwait y Bahréin, para presionar al gobierno sirio a que reduzca su ofensiva militar.

Las tres monarquías del Golfo llamaron a consulta a sus embajadores en Damasco, para mostrar malestar por la defensa de la soberanía siria. El rey saudita, el mismo que hace varias semanas envíó tropas para reprimir las protestas populares en Bahréin, en mensaje dirigido al presidente sirio Bachar el Asad, calificó la situación interna siria de “inaceptable”, y urgió a “aplicar reformas que no sean solo promesas, sino auténticas reformas”.

Arabia Saudita es una monarquía absolutista y feudal, que no admite oposición política o reformas democráticas. Bahréin es una monarquía hereditaria, que no solo reprimió recientemente las protestas populares exigiendo cambios políticos, sino que pidió la intervención militar de países del Golfo para frenar a sus opositores. Kuwait, es una reaccionaria monarquía con fachada constitucional-democrática, con el triste mérito de uno de los gastos militares más altos del mundo. Washington mantiene excelentes relaciones bilaterales con las tres antidemocráticas monarquías, que a cambio facilitan bases de operaciones militares norteamericanas en la región.

Acudir a tres de los países más totalitarios y represivos del planeta, para inmiscuirse en los asuntos internos sirios víctima de la subversión y exigir reformas democráticas que no toleran en su país, prueba el nivel de frustración de los agresores.

Más incómodo resulta para las potencias occidentales el desarrollo de la intervención extranjera y su quinta columna en Libia. Amparado por un manipulado mandato de la ONU, EU y la OTAN iniciaron la más desfachatada intervención política y militar en los asuntos internos de un Estado, desde que la República española fue víctima del fascismo alemán e italiano.

Los grupos “rebeldes” organizados, financiados y armados por los servicios de inteligencia de la OTAN, que con sus oportunistas acciones abortaron un movimiento pacífico de protesta en Libia, no pudieron lograr éxitos militares o políticos a pesar del apoyo de la aviación de la OTAN y el reconocimiento de más de 30 países, cuyos gobiernos sucumbieron bajo la presión diplomática de Washington y Bruselas.

Por el contrario, el creciente caos organizativo y la baja moral combativa después del oscuro asesinato del máximo jefe militar “rebelde” y ex ministro del Interior del gobierno de Gadafi, general Abdel Fatah Yunes, amenazan con una humillante derrota de los grupos armados y el colapso del embeleco opositor, sin que la aviación y los comandos de las fuerzas especiales de la OTAN, puedan evitarlo.

El déficit sucio

El déficit sucio

El déficit sucio

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dolares

Por: Jorge Gómez Barata

Al margen de otras connotaciones, el debate en Estados Unidos en torno a la autorización para elevar el límite de la deuda pública, devino en un hecho cultural que ha permitido a los profanos comprender rasgos hasta ahora ocultos del funcionamiento de la mayor economía mundial; aunque también es fuente de confusiones y de manipulaciones.

Comprar y pagar luego es una forma de gestionar la economía tan eficaz como ahorrar para consumir después. Esquemáticamente quien guarda para luego gastar, inmoviliza el dinero que posee, mientras que aquel que toma créditos opera con el que no tiene. Escoja usted.

Dar y tomar créditos no son necesariamente defectos, sino maneras de administrar la economía, amparar el crecimiento, promover el desarrollo y financiar el bienestar. Conceder créditos es una forma de movilizar los ahorros, invertir las ganancias y hacer negocios, no un acto de filantropía aunque, bajo ciertas circunstancias pueden ser una muestra de solidaridad o espíritu de cooperación.

Los individuos, los gobiernos y las empresas que se limitan a gastar estrictamente lo que ganan, las posibilidades de estancamiento son obvias, mientras que, en ciertas circunstancias, para aspirar al desarrollo es preciso operar con déficit. Para los países subdesarrollados, las personas de bajos ingresos y las pequeñas empresas en fase de fomento, prácticamente no existe otra alternativa para progresar que acudir al crédito.

El préstamo con fondos públicos es una de las vías con que cuentan los estados para apoyar a ciudadanos con habilidades empresariales interesados en establecer negocios, fundar pequeñas empresas o expandir las existentes, y para proveer financiamiento a los jóvenes para cursar estudios de formación técnica o educación superior y otras acciones solidarias asociadas a la promoción del bien común.

Para conseguir dinero en efectivo, casi todos los países desarrollados y algunos que no lo son, emiten bonos que colocan en los mercados y asumen como títulos de deuda sobre los cuales pagan intereses. El defecto de esta forma de endeudamiento “soberano”, se deriva de su carácter mercantil. Quien adquiere bonos presta su dinero al Estado que lo emite, sin inmiscuirse en el uso que el receptor hará del dinero que puede ser empleado, lo mismo para el desarrollo, emprender proyectos dudosos, alimentar los circuitos de corrupción, incluso para financiar guerras.

Ese modo irresponsable de operar el crédito, en los años setenta condujo a la crisis de la deuda externa en América Latina donde, en gran medida por la desregulación neoliberal, se incurrió en la paradoja financiera de “pedir préstamos para pagar deudas”, circunstancia aprovechada por el Banco Mundial y el FMI para imponer los conocidos “programas de ajuste estructural” proceso que hoy, por razones parecidas, se repite en algunos países de la zona euro.

Hasta no hace mucho, la compra de bonos del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos se consideraba una operación financiera segura y ventajosa; no sólo por tratarse de la mayor de las economías, sino por estar respaldada constitucionalmente. La Decimocuarta Enmienda a la Constitución norteamericana no deja lugar a dudas: “No se cuestionará la validez de la deuda pública de los Estados Unidos autorizada por ley…”. Por esas razones, hasta hace muy poco los títulos de deuda de los Estados Unidos recibían una calificación de AAA que les confería un gran valor en el mercado.

Lo que ahora ocurre en las finanzas públicas norteamericanas es que los sucesivos gobiernos republicanos, al optar por formulas neoliberales y promover una especie de desregulación salvaje, crearon un enorme desorden en los mercados financieros que permitió, entre otros al gobierno, incurrir en gastos multimillonarios que han dado lugar a un déficit que crece a ritmos de billones de dólares.

No se trata esta vez de la búsqueda de dinero para financiar objetivos de desarrollo públicos y privados, asumir gastos sociales justificados e incluso para prodigar algunos tipos de ayuda a los sectores menos favorecidos, sino de un déficit derivado de acciones aventureras que como ocurre con diferentes guerras, agresiones e intervenciones, además ocasionan gastos excesivos que no aportan nada al pueblo norteamericano ni influyen en su seguridad y su bienestar.

No existe otro país donde se use el crédito de un modo más masivo que en los Estados Unidos, lo cual ha entrenado a las administraciones para lidiar con grandes déficits sin producir traumas económicos. Lo que ocurre esta vez es que se trata de “déficit sucio” e irracional que puede conducir a resultados desastrosos.

Al margen de las manipulaciones electorales, la alerta está dada. Los números están en rojo. Allá nos vemos.

Reino Unido, el nuevo enfermo de Europa

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Por: Iñigo Sáenz de Ugarte
No hay muchas causas políticas que se defiendan robando un televisor de plasma. O unas zapatillas deportivas. Una de las mejores frases que definen los disturbios de Londres es la que dio a gritos una mujer en Hackney cuando increpaba a los asaltantes. “No estamos aquí reunidos para luchar por una causa. Estamos aquí para ir a por un Foot Locker” (tienda de artículos deportivos).
Por no hablar del detalle revelador de la calle llena de tiendas asaltadas en la que sólo un comercio quedó a salvo de los robos: la cadena de librerías Waterstone. ¿Quién va a robar un libro cuando puede llevarse unas Nike? ¿Un delincuente ilustrado?
¿No hay nada político en lo que ha ocurrido en el Reino Unido? Muy al contrario. Sólo hay que escuchar a los que dicen que no hay ninguna razón política que justifique lo sucedido. En realidad, todo es política. El debate tiene que ver con los recursos que la policía tiene a su disposición, los derechos civiles de los detenidos y de sus víctimas, la marginación social de varias zonas de la periferia de las grandes ciudades, la hostilidad racial entre negros y musulmanes en Birmingham, la libertad de expresión en las redes sociales, las penas que puede imponer la justicia, el impacto político en el Gobierno…
Todo es política.
Tras la suprema manifestación de incompetencia policial en los tres primeros días de la crisis y el absentismo vacacional de los responsables del Gobierno, tocaba el contraataque. El dramático impacto de las imágenes justificaba cualquier retórica. Al Gobierno le habían pillado de vacaciones en Italia (Cameron), España (Clegg) y EEUU (Osborne). No era necesario que Cameron interrumpiera su descanso en una mansión de la Toscana (precio compartido con otras dos familias: 9.700 libras a la semana), decía Downing Street. Horas después, anunciaba que Cameron volvía a Londres.
En el Parlamento, el primer ministro enarboló la bandera de la mano dura. Era hasta cierto punto lógico e inevitable. Es lo que exigían unos ciudadanos escandalizados. El problema es que la retórica alcanzaba níveles ridículos, como cuando dijo: “No permitiremos que la cultura del miedoexista en nuestras calles”.
¿De qué país estaba hablando? No he estado mucho en Tottenham, el barrio del norte de Londres donde comenzaron los disturbios, pero las dos o tres veces que he pasado por allí he visto un paisaje urbano que es el que asociamos con las zonas peligrosas de algunas ciudades norteamericanas. El miedo allí es múltiple y constante. A las bandas juveniles. A lo que ocurre con adolescentes criados por la calle y no por sus padres, porque entre otras cosas quizá sólo tengan en su casa a una madre soltera. A la policía, menos, porque sólo se presenta allí en grupo. No hay muchos policías paseando por las calles y en contacto con la comunidad.
Es también un lugar en el que familias de clase media baja y baja pelean por salir adelante con muy poco futuro. Sus calles sólo aparecen en los medios de comunicación para hablar de pobreza y delincuencia. Si algo bueno pasa allí, nadie se entera fuera de esas comunidades. No supone ninguna ventaja para ellos vivir en Londres. Los servicios locales de los que disponen dependen de los ingresos fiscales del consejo local a años luz de los de otras zonas de la capital. No están en un barrio diferente. Están en un país diferente.
Hay muchas cámaras de videovigilancia, como en el resto de la ciudad, pero dan una falsa sensación de seguridad, o ninguna. Los delincuentes ya saben dónde están. En el caso de muchas de ellas, nadie revisa las grabaciones. De hecho, hay tantas cámaras que su número es un factor negativo. Falla el mantenimiento, no se sustituyen las rotas y no hay policías suficientes para comprobar lo que han filmado.
A veces, encuentras un cartel que advierte que no es conveniente mostrar en público un teléfono móvil. Te hacen creer que lo más normal es que te lo roben. Pero ese cartel es más habitual en Hackney porque allí sí que es más fácil que se presenten personas de las zonas ‘respetables’ de la ciudad. Te dicen: cuidado, ya no estás en la zona de Londres que conoces.
A eso se une los problemas sociales habituales en zonas marginadas. Desempleo, salarios ínfimos en el sector servicios, nivel educativo de los jóvenes extremadamente bajo, una cultura de la dependencia de subsidios sociales, escasas iniciativas para dar a los jóvenes algo en qué ocupar su tiempo libre (porque no tienen dinero para costeárselo)…
Eso sí, Cameron dijo que no tolerarán una cultura del miedo… que es lo único que conocen en estos lugares, tanto por la delincuencia como por el inexistente futuro económico. Pregunta a un habitante de Londres qué es lo que piensa cuando ve venir a un grupo de jóvenes con las capuchas puestas de las sudaderas.
Un detalle que no sé si ha aparecido mucho. Los asaltos han sido inexistentes en Escocia y creo que no muy graves en Gales. Se trata de un mal inglés, una enfermedad con un alcance determinado.
El Gobierno acusó a la policía por los errores cometidos, en parte con razón, pero esa es una batalla que no puede ganar. Los votantes siempre van a apoyar más a la policía que al Gobierno. La táctica ganadora es la de prometervenganza, legal eso sí. Hay gente que va a ir a prisión durante medio año por robar productos de valor muy escaso. Se lo han ganado a pulso, pero lo ridículo será que habrá muchos que se quejen de sentencias muy blandas. Con la misma lógica con que una muchedumbre se salta la ley y desvalija una tienda sólo porque puede hacerlo, ahora pedirán penas exageradas sólo porque una vez que están detenidos los ladrones quedan a merced de un juez.
En el Reino Unido, las penas de unos meses se cumplen en prisión, a diferencia de España, aunque el condenado no tenga antecedentes. Es una de las razones por las que ahora se ha alcanzado la cifra récord de 85.324 presos, con poco más de 2.000 plazas libres. El Ministerio de Justicia tenía un plan para aumentar el número de penas accesorias que no obligaran a ingresar en la cárcel, pero la reacción de los tabloides y de algunos sectores del Partido Conservador obligó a enterrar la idea. Qué más da. No hay problema que no se pueda solucionar metiendo a la gente en prisión.
Peter Oborne, columnista del Daily Telegraph, vuelve a acertar al denunciar que esa supuesta pérdida de valores, muy real en algunas comunidades, que ahora se denuncia apuntando a las clases bajas, no es tan diferente a las que se ha podido apreciar en otros sectores que muy raramente encajan todo el peso de la ley. Para empezar, los propios políticos con su escándalo de los gastos de los parlamentarios. O los empresarios que derivan sus negocios al extranjero para no tener que pagar impuestos, lo que no ha impedido en el pasado que recibieran el tratamiento de Sir por sus servicios a la sociedad o un escaño en la Cámara de los Lores. ¿Quién está en condiciones (parece decir Oborne) de exigir a los demás que respeten ciertos valores de convivencia?
La crisis de los bancos salvados con dinero de los contribuyentes sin que nadie haya ingresado en prisión ni perdido sus pensiones millonarias. La deplorable intervención en el sur de Irak que acabó con los soldados atrincherados en sus cuarteles. Las dietas de los parlamentarios con que subvencionaban su agraciado estilo de vida. Una economía en completo estancamiento. El mayor periódico del país convertido en una organización criminal que violaba la confidencialidad de las comunicaciones privadas de miles de personas con la complicidad de la policía. Y ahora lo que los periódicos han llamado “la batalla de Londres”.
Cuando un país sólo puede ya negociar su decadencia no hay estructura política, social o económica que no presente síntomas de derrumbamiento. Me da que eso no se soluciona aumentando la población penitenciaria.

PLAN. HAY UN MANTO OSCURO DE RESPONSABILIDADES QUE DEBE INVESTIGARSE, DEMANDA JOSÉ URQUIZO

VRAE necesita hoja de ruta


Propuesta debe marcar la pauta de un trabajo integral en la zona


Ausencia del Estado genera déficit de servicios e infraestructura



Inclusión. Enfrentar el problema del VRAE exige escuchar la posición de los cocaleros, dice José Urquizo.
Karina Garay kgaray@editoraperu.com.pe

La razón de los múltiples fracasos en el VRAE es la ausencia de una hoja de ruta que marque la pauta de un trabajo integral en la zona, sostuvo el legislador José Urquizo, para quien existe un manto oscuro de responsabilidades en la mala gestión que se ha desarrollado hasta ahora, lo cual debe ser investigado.
En declaraciones al Diario Oficial El Peruano, señaló que el narcotráfico existe porque el Estado no ha ejercido liderazgo en una serie de temas, como el control de insumos químicos, inteligencia financiera, la salida de drogas a otros países y la demora en la adquisición del escáner por parte de las aduanas. 
"Hay un manto oscuro de responsabilidades de quienes deberían haber enfrentado este problema y como tal deberían determinarse las responsabilidades. No solo en el VRAE, también en las 15 cuencas existentes en el país. No ha existido una concepción de política integral en estas zonas, que por mucho tiempo han estado a su suerte."
El parlamentario sostuvo que hay una gran ausencia del Estado, palpable en el déficit de servicios e infraestructura básica.
"El Estado ha estado presente en estas cuencas solo cuando se han producido acciones terroristas, remanentes que están asociados al narcotráfico. Los sectores que están vinculados a la electrificación, carreteras, saneamiento, agua, desagüe, alcantarillado, implementación de la salud  y la educación no han asignado recursos a estos lugares. Ha habido una desatención."  
El año pasado, el grupo multisectorial VRAE, integrado por más de una decena de ministerios, fue adscrito a la Presidencia del Consejo de Ministros y  experimentó un cambió de nombre: ahora se llama secretaría ejecutiva del grupo multisectorial VRAE.  
"Este cambio no ha aportado celeridad en las acciones porque no se cuenta con una hoja de ruta de las acciones que deben emprenderse en el VRAE. Debe haber una nueva concepción, que acabe con el criterio paternalista, de imponerse sin coordinar con los gobiernos regionales y locales de la zona. Es indispensable que los cocaleros participen en toda acción propuesta."

Arma eficaz contra el delito
En otro momento, Urquizo señaló que un arma eficaz contra el narcotráfico es la lucha contra la pobreza en los 32 distritos de Ayacucho, Huancavelica, Junín y Cusco que forman parte de la zona en la que se libra la lucha contra el narcotráfico.
"Este es un flagelo social cuyo combate requiere una serie de acciones, no solo de interdicción y erradicación de cultivos. Es un tema de infraestructura, saneamiento y acciones de inclusión de la población para insertarlos en los mercados y el desarrollo alternativo."

El plan de trabajo marcará la pauta en toda la zona
En los primeros cien días, el Gobierno debe trabajar un plan de desarrollo para el VRAE a fin de marcar la pauta de trabajo, agregó el legislador Urquizo.
"El plan elaborado para 2007 era una opción de paz y desarrollo, un plan de índole policial, de cuántas comisarías había que tener. El nuevo proyecto  debe contemplar la atención básica de la población, acercar al Estado, tener un fortalecimiento de capacidades, atender el tema de educación superior, como la universidad del VRAE."
En este sentido se mostró partidario de que haya un delegado presidencial para esa zona, que se encargue de articular los tres niveles de gobierno y la sociedad civil, además de impulsar el plan de desarrollo.
"Dentro de la PCM, existe la secretaría ejecutiva para el VRAE, pero el delegado presidencial  es una propuesta planteada por el Presidente durante la campaña electoral. Lo que se requiere es una especie de zar VRAE, pero al más alto nivel, que no es lo mismo que el jefe de Devida, que es un secretario ejecutivo de un grupo multisectorial."
El parlamentario pidió que el presupuesto del 2012 atienda las demandas surgidas en los gobiernos regionales y locales que tienen jurisdicción en el tema del VRAE, además de sugerir que la Contraloría General de la República asuma su compromiso de abrir una oficina descentralizada en el VRAE

Devida
1 Los planes de trabajo del nuevo jefe de Devida, Ricardo Soberón, podrán conocerse durante la presentación del titular del equipo ministerial, Salomón Lerner Ghittis, ante el Congreso, refirió Urquizo.

2 Lerner  detallará los lineamientos y las acciones que emprenderá el Ejecutivo en relación a la lucha contra las drogas y el narcotráfico.

3 Urquizo lamentó que se haya estigmatizado a toda la población del VRAE,  ya que no todos viven del narcotráfico.