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martes, 4 de octubre de 2011

Descalabro económico - Cartas - ElNuevoHerald.com

Descalabro económico - Cartas - ElNuevoHerald.com

Descalabro económico

   Un gran número de desempleados asiste a una feria laboral en un colegio universitario de Newark, California.
Un gran número de desempleados asiste a una feria laboral en un colegio universitario de Newark, California.
David Paul Morris / Bloomberg

El producto interno bruto habrá subido, pero hay otras indicaciones de que el descalabro económico continúa. La tasa de desempleo sigue elevadísima, y no cuenta a los que ya dejaron de buscar trabajo.

Y ahora viene el descalabro económico de aquellos que no podrán alquilar viviendas ni hacer ciertos negocios en los estados con crueles leyes anti inmigratorias.

Y los costos siguen subiendo. Suben los peajes de las autopistas, están tratando de subir los seguros de las viviendas. Muestras de la hipocresía de aquellos que dicen que están tratando de ayudar al pueblo. Sí, ayudarlo a hundirse más.

Otro misterio: la gasolina ha bajado, ¿pero por qué cuando sube, sube el costo de los productos, y cuando baja la gasolina, nada sucede?

Siguen las estafas hipotecarias. Muchos no se han dado cuenta de que les ha bajado el pago mensual, pero les han agregado un gran pago al final de los 30 o 40 años por todos los miles de dólares que dizque les rebajaron.

Sí, subió el producto interno bruto (en los papeles y para los soñadores ilusos).

Joe H. Weizenblut

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MOSTRANDO 1 COMENTARIO

  • antfreire
    Lo que subio fue ":El Producto Interno de Brutos" Miren el gabinete de Obama.


Read more: http://www.elnuevoherald.com/2011/10/03/1037161/descalabro-economico.html#ixzz1ZruPBP6z

No es Grecia, es China

Hay una alta probabilidad de que en los próximos años el país asiático sufra un accidente que frene su crecimiento. Siga hoy el Debate Internacional que se centra en este tema.

Mientras el mundo sigue con gran ansiedad la crisis de Grecia (población: 11 millones), en China (población: 1.340 millones) están pasando cosas que no atraen tanta atención como lo que pasa en Grecia. Pero deberían. Si la locomotora de la economía mundial se desacelera, o se llegase a detener, las consecuencias serán mucho más graves de las que ha tenido la crisis griega, aun considerando el daño que esta le ha hecho al resto de Europa.
Aquí les doy algunos aburridos datos técnicos sobre lo que está pasando hoy en China: la actividad manufacturera ha caído por tercer mes consecutivo, la burbuja especulativa en la construcción (¿les suena?) está por estallar, los precios caen y a las grandes empresas de ese sector les cuesta conseguir financiación. La deuda de los Gobiernos locales ha alcanzado un volumen equivalente al 27% del total de la economía y, por si eso fuera poco, los analistas creen que en el 80% de los casos estas deudas serán incobrables. Los precios de las acciones de empresas Chinas cotizadas en la Bolsa de Nueva York cayeron al conocerse que los reguladores están encontrando graves fallas en su contabilidad.
Quizás la siguiente cita del Financial Times resulte menos aburrida: “El sector inmobiliario chino, que hasta hace poco era muy atractivo para los inversores, se ha convertido en un espectáculo de terror… cuyos efectos se sentirán en el mundo entero”.
¿Quiere decir todo esto que viene un crash en China? No necesariamente. Pero... Hay una alta probabilidad de que en los próximos años China sufra un accidente que ralentizará su crecimiento económico. Este accidente podría ser financiero, ecológico, social o internacional. Tendría, además, que ser lo suficientemente grave y duradero como para afectar simultáneamente a varias regiones y sectores.
Un desplome de la Bolsa que elimine gran parte de los ahorros de la gente, la contaminación del agua de una gran ciudad o cualquier otra impredecible situación que produzca masivas protestas callejeras (y en China serían realmente masivas) pueden ser la chispa de una crisis que se difunda hasta afectar a toda la economía. De ahí, el impacto se diseminaría al resto del mundo a gran velocidad.
El acuerdo social y político que el actual régimen tiene con el pueblo chino es el siguiente: nosotros creamos millones de puestos de trabajo y la promesa de creciente prosperidad para todos y ustedes nos dejan gobernar sin exigir mayor participación en la toma de decisiones.
Si la tasa de creación de empleos disminuyese, la legitimidad del régimen menguaría, así como su capacidad de gobernar centralizadamente como lo ha hecho hasta ahora. Pero, además, están apareciendo otros factores que están socavando la estabilidad política: la inflación, la desigualdad y la corrupción.
En la década pasada, la inflación fue, en promedio, inferior al 2% anual. Ahora es de 6,2% al año, y en los alimentos, el capítulo más políticamente explosivo, los precios se han disparado aún más.
La desigualdad económica antes del boom era reducida e invisible para la mayoría de la gente. Ahora está a la par con las peores del mundo y es muy visible. Los trabajadores urbanos ganan tres veces más que los campesinos en las zonas rurales y el número de chinos que entran en la lista de los más ricos del mundo rompe récords cada año (los multimillonarios chinos son, como media, 15 años más jóvenes que sus pares en otros países).
La corrupción igualmente se ha hecho más visible y afecta a todos. Los esfuerzos del Gobierno por controlarla —que incluyen frecuentes encarcelamientos de funcionarios públicos y hasta la pena de muerte— no han tenido éxito.
Las crisis económicas suelen transformar a la corrupción de un hecho irritante largamente tolerado a una potente causa popular que, como en los casos de Egipto o Túnez, contribuye a la caída del Gobierno. China aún está lejos de esto, pero la corrupción es un factor que sin duda preocupa mucho al régimen.
Lo mismo pasa con los crecientes problemas ecológicos que, para muchos chinos, no son abstracciones: cuando se hace demasiado frecuente que al abrir el grifo para bañarse o cocinar sale agua marrón y maloliente, la pasividad de la población puede rápidamente tornarse en activismo estridente. Y esto está sucediendo.
Según Sun Liping, sociólogo de la Universidad de Tsinghua, en 2010 en China ocurrieron 180.000 protestas callejeras motivadas por un sinnúmero de causas.
Las calles en China se están calentando. Si esta tendencia llega a reducir el crecimiento del país, lo que suceda en las calles chinas nos afectará a todos. Mucho más que Grecia.
Sígame en Twitter @moisesnaim

"Es legítimo que se empiece a discutir la legalización de las drogas"

El subsecretario general de la ONU advierte de que el narcotráfico acabará minando la democracia en América Latina si no se aborda desde el lado de los países consumidores


El director del PNUD para América Latina, Heraldo Muñoz, en Madrid. / KIKE PARA
El chileno Heraldo Muñoz, subsecretario general de la ONU y director de la división para América Latina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estuvo el lunes en Madrid para participar en un seminario donde explicó la situación de la democracia en la región. Su principal preocupación en esta coyuntura es que la crisis internacional se agudice y eso frene el desarrollo en Latinoamérica, que no podría eludir un empeoramiento de la situación. Si no se hacen a tiempo las reformas necesarias, especialmente para solucionar la brecha de la desigualdad, Latinoamérica habrá perdido su oportunidad.
Pregunta. En los últimos tiempos se ha generalizado una visión de Latinoamérica como un oasis en la actual crisis, como el continente del futuro. ¿Hay un exceso de optimismo?
Respuesta. Efectivamente hay optimismo en Latinoamérica. Si uno mira hacia atrás, este es un momento muy positivo en términos políticos. Dejamos atrás las dictaduras. Cuando acabe este año va a haber seis elecciones. En términos de democracia electoral estamos bien. Por otro lado, las economías han resistido bien la crisis internacional y se han recuperado más rápidamente que Europa o Estados Unidos. A eso hay que añadirle que en los últimos años Latinoamérica ha estado disminuyendo pobreza, incluso empezando a atacar el grave problema de la desigualdad. Es un momento interesante, con países como Brasil, de alcance global. Donde México y Argentina son miembros del G-20, donde Chile y México se han incorporado a la OCDE. Hay un cierto optimismo, pero creo que puede ser exagerado y hay que tener mesura porque hay nubarrones en el horizonte que tienen que ver con la crisis. Aunque a Latinoamérica le ha ido bien y se ha recuperado rápidamente de la crisis, si se profundiza, Latinoamérica no puede estar aislada y va a recibir los efectos.
P. En los últimos meses da la impresión de que se ha pasado de las alabanzas a las advertencias.
R. Este es un boom de materias primas y hay varios interrogantes. Primero, si los países de la región van a aprovecharlo para cambiar las estructuras productivas y empezar a agregar más valor y prevenir los problemas inflacionarios. Eso se observa en Brasil y otros países. Hay advertencias que son justificadas. Varios países, empezando por Chile, han empezado a hacer políticas contracíclicas, es decir, no gastar todo en periodos de bonanza por si hay caídas importantes poder mantener el gasto social. Yo creo que las advertencias son buenas consejeras.
P. ¿Ya se puede decir que Latinoamérica ha sacado provecho de esos recursos extraordinarios?
R. Recién se han empezado a discutir los temas fundamentales. Esta década tiene que estar marcada por la prioridad del combate a la desigualdad. No basta con combatir la pobreza. Aunque es importante y se ha hecho en la mayoría de la región a través de programas de transferencias condicionadas, el grave desafío es el de la desigualdad de ingresos. Latinoamérica continúa siendo la región más desigual del mundo. De los 15 países más desiguales del mundo, 10 están en allí. Hay desigualdad de ingresos, de género, étnica, territorial. Ese es un tema que recién se empieza a abordar. Los gobiernos son conscientes de que hay que ir más allá. Están pensando en que para tener recursos hay que hacer reformas tributarias.
P. Pero ¿se ha empezado a poner en práctica?
R. Todavía no, porque la presión tributaria en la mayoría de países es muy baja y los impuestos son regresivos, son al consumo y no directos a la propiedad. Además hay evasión tributaria y se gasta mal. Uno de los grandes desafíos es el de los pactos fiscales, los consensos para hacer reformas tributarias para mantener políticas sociales en el tiempo. Si no, las ganancias pueden ser de corto plazo. Y eso todavía no se está haciendo. Pero el que se empiece a discutir ya es un avance, sin embargo.
P. ¿Existe el riesgo de que pase el boom de las materias primas sin que se hayan hecho las reformas necesarias?
R. Esa sería una oportunidad perdida. Yo espero que no sea así porque crecientemente a nivel político se empieza a observar la necesidad de abordar estos temas difíciles, que en algunos países han provocado movimientos políticos. En Guatemala, cuando se habló de subir la presión tributaria, que es la más baja de Latinoamérica (un 10%), hubo si no ruidos de sable, advertencias de que esto podía significar inestabilidad política. Eso no puede ser. Por eso se tiene que hacer a través del consenso, de acuerdos amplios. En la mayoría de los países de la región, la presión tributaria es mucho más baja que en otras regiones. Hay algunos países donde es más alta como Brasil, pero la mayoría estamos muy por debajo de lo que se requiere.
P. ¿Los indicadores de desarrollo reflejan ya la riqueza acumulada en estos últimos años?
R. Se empieza a notar claramente. Hay un ascenso de las clases medias, una disminución de pobreza en muchos países de la región. Uno ve nuevos sectores de capas medias que antes no existían. Eso es producto de los programas de combate a la pobreza y la relativa disminución de la desigualdad.
P. ¿En qué se ve?
R. Se ve por la calle. Pero al mismo tiempo hay una percepción de los que empiezan a tener mejores ingresos y oportunidades de que hay otros que tienen mucho más. Empieza a haber más conciencia entonces del problema de la desigualdad. Y eso es lo que está pasando hoy día en Chile, en la movilización de los jóvenes. Chile ha progresado enormemente. Ha disminuido la pobreza desde que terminó la dictadura, que había un 40% de pobreza, hoy es un 14%. De cada 10 estudiantes universitarios, 7 son los primeros de sus familias que van a la universidad. Pero al mismo tiempo, ese enorme avance crea conciencia de que hay mucho por hacer y mucha desigualdad. Y que hay una desigualdad en la calidad de la educación y de la salud. Eso origina las movilizaciones. El movimiento empieza a tomar fuerza en la medida que hay un ascenso de gente que antes era pobre y ahora son clase media. Pero esto además es frágil, porque si la crisis mundial se agrava, Latinoamérica no va a poder estar aislada en una burbuja, y eso puede afectar a estos sectores que salen de la pobreza. Pero está por ver.
P. ¿Se puede medir el impacto de la violencia sobre el desarrollo?
R. Sí, y es un tema fundamental. El PNUD está lanzando un proyecto regional sobre seguridad ciudadana. Lo acabamos de iniciar en México. Busca analizar la situación, hacer estudios de caso y hacer recomendaciones a los gobiernos. Esto significa costos económicos. Vamos a analizar cuál es el costo especifico de la violencia. Hay algunos estudios pasados, como uno de El Salvador que revela que el costo de la violencia es equivalente a todos los ingresos tributarios anuales del país. El gasto solo en Centroamérica son 4.000 millones de dólares. Ese dinero podía ir a educación o salud, pero tienen que dedicarse a temas básicos. De policía, vigilancia, combate al crimen. Estamos ante una epidemia.
P. Parece que ese gasto tiene muy poco éxito.
R. Muy poco éxito. Necesitamos estrategias integrales, cooperación regional, porque el problema rebasa las fronteras. Al igual que la desigualdad, esta es la región más violenta del mundo. Terminaron las guerras civiles y sin embargo hoy día hay más muertos que durante las guerras civiles. La media mundial de homicidios por cada 100.000 habitantes es de 4. En Latinoamérica estamos en 45. En algunos países como Honduras o El salvador estamos en 70 muertos por cada 100.000 habitantes. Latinoamérica es alrededor del 9% dela población mundial y sin embargo tiene el 27% de los homicidios. Esto es en toda la región. Estos son problemas serios que hay que atacar porque inciden en el desarrollo económico y, más grave aún, podrían erosionar la democracia. Porque son desafíos al Estado.
P. ¿Eso está ya pasando en algunas zonas de México?
R. Bueno, yo diría que la situación en México e mucho más compleja, porque la mayor parte de las víctimas es de los propios carteles criminales. Por varias razones, porque se les paga en droga y no en dinero y eso significa luchas por mercado que se traducen en muertos. Creo que hay algunos países en la región que no tienen control completo de su propio territorio. Más grave aún, esos carteles del crimen, que no solo de la droga, crecientemente están penetrando en las estructuras y las instituciones y corrompiéndolas. La policía, el poder judicial, incluso entrando en los parlamentos. Y eso es muy grave. Hay que atacarlo con una estrategia integral y eso es lo que pretendemos con este estudio en el que vamos a trabajar con todos los Gobiernos.
P. ¿Para estas estrategias Latinoamérica necesita a Estados Unidos y Europa?
R. El punto es que no se puede atacar el tema del crimen y la droga sin la cooperación internacional y de manera particular de Estados Unidos, porque es el principal mercado consumidor. Tuve el privilegio de estar con el presidente de México y la administradora regional del PNUD,Helen Clark, hace dos semanas. Felipe Calderón decía: “El problema de México es que nosotros somos la principal plataforma ubicada al lado del mayor centro consumidor del mundo. Pagamos las consecuencias de vivir al lado del primer mercado del mundo”. Por tanto, hay que atacar el tema desde el punto de vista de la demanda y de la producción de armamento. No puede ser que el 85% de las armas capturadas a los grupos criminales en México provienen de EE UU, la mayor parte de las armerías del país están cerca de la frontera de México y no hay control alguno a su exportación. Sin la cooperación de EE UU y de Europa, que son mercados que demandan, es difícil de afrontar. Quizás hay que empezar a pensar, como ha dicho el propio presidente mexicano, en mecanismos de mercado para enfrentar este problema.
P. ¿Tiene alguna posición el PNUD sobre la legalización de las drogas?
R. Ni el PNUD ni la ONU tienen posición sobre el tema, pero nos parece legítimo que se empiece a discutir, como han propuesto algunas personalidades, regularizar o legalizar algunas drogas. Pero no tenemos una posición sobre la materia.
P. ¿Podría identificar cuáles son los gobiernos de Latinoamérica donde la situación política tiene más influencia en las posibilidades de desarrollo?
R. Yo creo que en todos. Hay diferencias, es cierto, pero las perspectivas políticas siempre tienen un impacto en el desarrollo. Lo que se observa en Latinoamérica, pese a la diversidad, porque la hay sin duda, es muy distinto lo que se hace en México, en Colombia o en Chile de lo que pasa en Brasil o Argentina y más aún de lo que pasa en Venezuela o Nicaragua. Hay diversidad, pero cuando se mira las políticas de desarrollo hay más en común de lo que se piensa. Hay más equilibrio macroeconómico, no hay hiperinflación, hay más conciencia de que es necesario un cierto rigor fiscal. Afortunadamente el pensamiento neoliberal ha retrocedido y casi todos los países tienen conciencia de que hacer falta un Estado activo, no un Estado pasivo donde el mercado lo resuelve todo. Eso ya ha pasado. Hay más coincidencia en términos de las políticas de desarrollo de lo que se piensa, a pesar de las diferencias políticas.