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viernes, 30 de diciembre de 2011

15  Bases del Ejército abandonadas por Alan Garcia son ocupadas por Sendero Rojo en el VRAE

Los ha convertido en fortines inexpugnables dotados de sistema de túneles que se conectan entre sí
LEONIDAS CANCHANYA JOAQUÍN
Enviado Especial 
PICHARI.- Sendero Rojo, que encabeza Víctor Quispe Palomino, alias “camarada José”, ha reocupado plenamente un total de 15 bases contrasubversivas (BCT) del Ejército, abandonadas desde fines del segundo gobierno de Alan García y convertido en fortalezas inexpugnables por haberles dotado de intrincadas redes de túneles y profesionalizado a sus combatientes con sueldos de US$500 mensuales.
Gracias a las revelaciones del desertor y arrepentido, Eleuterio Yauri, conocido con el apelativo de “Hermano Rabino”, y que solía prestar servicios religiosos en los campamentos de Sendero Rojo, se sabe que actualmente “José” ha incorporado al servicio de los 15 reocupados campamentos, un número indeterminado de combatientes narcoterroristas, elegidos entre los centenares de jóvenes desocupados de la región, de entre 15 y 22 años de edad. Ellos han sido atraídos por la promesa de una paga promedio de 500 dólares mensuales, y están al mando de Jorge Quispe Palomino “Raúl”, hermano de José, y cuya instrucción está a cargo de Orlando Borda Casafranca (a) “Alipio”.
 
Esta nueva revelación del retorno de Sendero Rojo a sus antiguos campamentos es extremadamente grave, pues no se trata solo de cinco BCT (Tincuya, Judas, Vizcatán I, Vizcatán II y Vizcatán III), conforme difundimos en anterior edición sobre este tema, sino de un número mayor.
 Sistema de túneles

Gracias a las revelaciones de otros dos arrepentidos conocidos con los apelativos de “Pichiko” (38) y “Tania”, su compañera
sentimental, y confirmados por combatientes militares que sirvieron en los años 2007 al 2008 en la zona al mando del General EP Raymundo Flores Cárdenas, conocido por su nombre de combate “Castorcito”, se sabe positivamente la ubicación de estos túneles.
 Los campamentos reocupados están localizados en: 1) Alto Chichirini, 2) cabeceras del río Sanibeni, 3) valle Esmeralda por el río Yaviro, 4) Paquichari, 5) Pampa Aurora, 6) Jampatuyocc. También en: 7) Sanabamba, 8) Vizcatán, 9) Tincuya, 10) Cerro Judas, 11) Ramadilla, 12) Carrizales, 13) Calabaza, 14) Intehallamuy y 15) Alto Anapite, en las regiones de Junín, Huancavelica y Ayacucho (Huanta), respectivamente.

 
En el pasado anterior al 2008 fueron enclaves del Sendero Luminoso, y fueron recuperados por el Ejército, luego de la captura del entonces jefe senderista en el VRAE, Oscar Ramírez Durand “Feliciano”. Las bases militares del Vizcatán sufrieron una primera desactivación durante los gobiernos de Valentín Paniagua y Alejandro Toledo. Luego en el segundo gobierno de Alan García, fueron restituidas en un primer momento y luego desactivadas al final de su gestión.

 
Vulnerabilidad

La estrategia de Sendero Rojo para enfrentarse a las fuerzas militares está basada principalmente en la construcción de redes de túneles, que se comunican entre sí e interconectan los 15 campamentos reocupados.
 Estos túneles, según fuentes militares, son detectables desde el aire con un sistema especial de barrido fotográfico a cargo de unidades de Aviación del Ejército e incluso se tiene una fotografía en la que una terrorista, desde la boca de un túnel se expone a la filmación y alza uno de sus brazos en señal de saludo. Se trata de construcciones susceptibles de ser penetradas por impactos de cañones de 23 mm., que tienen una capacidad de penetración de 850 disparos por minutos.

 
Es posible adelantar que en una ofensiva a fondo, los túneles no soportarían el poder de fuego de este tipo de cañones y serían reducidos a polvo, en particular los que están ubicados en el Cerro Bola, donde se encuentran las mayores concentraciones de narcoterroristas. Algunos túneles tienen una existencia de 20 años, es decir, datan desde la época de “Feliciano”, y son la explicación de las misteriosas desapariciones de los narcoterroristas cuando son sometidos a intensa persecución. Los túneles tiene una anchura de un metro y una altura de 1.80 metros, con pasadizos dotados de iluminación en base a focos de 100 watts, con cableado interior expuesto, y trampas exclusivas. En algunos de ellos, allanados por el Ejército, fueron hallados instrumentos de excavación, como palas, picos, barretas y carretillas. 
Tres corredores

Junto al sistema de túneles, Sendero Rojo tiene una cadena de depósitos subterráneos, denominados “carachupa” o “huecos de zorro”, que son utilizados exclusivamente para ocultar sus fusiles tipo Kalashnikov, lanzagranadas y lanzacohetes tipo AT4 y pertrechos militares en general.
 Eventualmente, son empleados como búnkeres, llegado el caso eventual de practicar un emboscada o tener que enfrentarse a sus perseguidores. Durante la jefatura del General Raymundo Flores, los comandos lograron mapear los tres corredores o zonas de túneles. El primero está en la zona de Pichari-Llochegua. El segundo está en el tramo Pichari-Puerto San Antonio, considerado como enlace con Boca del Mantaro, Puerto Coco, Pichari Pueblo, San Antonio, con salidas a las zonas de Huanburgue, Ocobamba, Andahuaylas, Pampachiri, Kimbiri y San Francisco. El tercero, en las zonas de Huachocolpa y Surcubamba.

 
Muchas emboscadas de los narcoterroristas, que normalmente terminaban con sus fugas a través de sus túneles, resultaron un fracaso total para sus planes, pues en más de ocasión, durante la jefatura del General Flores Cárdenas, fueron interceptados entrando o saliendo de estos túneles. “Más de una vez los sorprendimos escapando por esos túneles, les hemos incautado muchas armas y causado muchas bajas. No hemos perdido ni un cuchillo, y fuimos nosotros los que tomamos Vizcatán a sangre y fuego”, dijo. Flores aprovechó la oportunidad para aclarar que la emboscada narcoterrorista de Tintaypunco, ocurrida el 9 de abril del 2009, con un saldo de 12 militares abatidos, fue hecha contra una unidad militar del Batallón de Infantería Nº 42 de Pampas, adscrita a la comandancia militar de Huancayo y no del VRAE. “El narcoterrorismo, desde entonces, se ha desbordado, ya no está solo en el VRAE”, dijo.