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miércoles, 22 de febrero de 2012

Cabecilla terrorista ‘Artemio’ tiene 15 procesos judiciales

Interrogatorio. Ante la prensa, Florindo Flores Hala reconoció que dirigió emboscadas y asesinato de policías
Interrogatorio. Ante la prensa, Florindo Flores Hala reconoció que dirigió emboscadas y asesinato de policías
Juicio. En 10 casos por terrorismo, los expedientes están listos para pasar a juicio. Los casos que incluyen narcotráfico y lavado de activos están aún en investigación.
César Romero C.
Florindo Flores Hala, “Artemio” tiene 15 procesos judiciales en trámite, en diversas instancias del Poder Judicial y el Ministerio Público. De estos casos, 10 se encuentran listos para el inicio del juicio público, y los otros cinco aún están en etapa de investigación judicial o fiscal.
En los procesos listos para juicio, Artemio tiene la condición de reo ausente y la fiscalía ha pedido que le imponga una pena de cadena perpetua por terrorismo, como cabecilla del Comité Regional del Huallaga de Sendero Luminoso.
Una vez que Flores Hala sea puesto a disposición de las autoridades judiciales, la fiscalía propondría a la Sala Penal Nacional la adecuación y acumulación de estos 10 casos en un solo expediente.
De esta manera, "Artemio" podría ser sometido a juicio público de inmediato y sentenciado entre junio y julio próximo. El tribunal que asuma su caso trabajará a dedicación exclusiva, por lo que podrá realizar tres audiencias por semana.
Entre los casos pendientes de juicio están el asesinato de dos policías y un marino en Puente Chino, el 5 de junio del 2004 y  la emboscada a una camioneta en un tramo de la carretera Fernando Belaunde Terry, en Pumahuasi, con la muerte de tres policías de carreteras.
Los asesinatos de 11 policías y el juez de paz de Nuevo Progreso, Bernardo Tarazona Carbajal, el 21 de julio y el 20 de diciembre del 2005 y el ataque a un helicóptero y asesinato de un trabajador del Proyecto Especial de Control y Reducción de Cultivos de Coca (Corah), el 12 de abril del 2007.
Igualmente, por los asesinatos de ocho policías y el fiscal Arturo Campos Vicente, en Ramal de Cachiyacu, el 14 de junio del 2007 y el 26 de noviembre del 2008.
En una entrevista periodística, Flores Hala reconoció   que dirigió estos asesinatos. “Sí, nosotros somos autores de estas acciones: la del Puente Chino, en febrero la emboscada a la polcar en Pumahuasi, el ataque a los helicópteros (…) Esa acción la hicimos nosotros”, declaró "Artemio".
Eclipse
Entre los cinco casos que están en trámite se encuentra el que se originó tras la "Operación Eclipse" en noviembre del 2010 que desarticuló la red de apoyo y colaboradores del Comité Regional del Huallaga.
En estos procesos, Flores Hala y 160 de sus colaboradores debe responder por delitos de terrorismo, narcotráfico y lavado de activos, que también tiene una pena máxima de cadena perpetua. La etapa de investigación de este caso recién termina en mayo y por el número de procesados podría pasar un año antes que pase a  juicio.
El lunes, la fiscalía y la policía tomó las generales de ley a "Artemio" en su cama del hospital de policía y continuará el interrogatorio cuando sea dado de alta y pase a la policía antiterrorista para elaborar el atestado policial.

La historia de 'Artemio': de universitario frustrado a cabecilla terrorista

Postuló a San Marcos y a la UNI sin éxito, viajó al Huallaga y apoyó al gremio cocalero hasta integrarse a Sendero Luminoso en 1984
Miércoles 22 de febrero de 2012 - 08:05 am
Artemio, Florindo Eleuterio Flores Hala
La pequeña foto a la izquierda es de 1979, cuando ‘Artemio’ estaba en el Ejército. En la imagen más grande, se le ve herido tras su captura. (El Comercio)
ÓSCAR CASTILLA C.
Unidad de Investigación
Artemio’ no siempre fue ‘Artemio’. Tiempo atrás fue el joven Florindo Eleuterio Flores Hala, hasta que dejó su nombre en el olvido, como antes había hecho con su familia en Camaná (Arequipa), con sus recuerdos en el Ejército y su paso por la convulsionada Lima de los 80 y su arribo al Huallaga. Hace dos años, una investigación de El Comercio reveló su identidad y todo aquello que el último cabecilla de Sendero Luminoso quería dejar en el pasado. Hoy, luego de su captura, revelamos detalles inéditos de su desconocida historia personal. ‘Artemio’ –según información contada por él mismo tras conocerse su identidad en el 2010– nació en 1961. Fue hijo de una familia campesina e iletrada de Camaná que vivió al servicio de un hacendado que los despidió por temor a la reforma agraria implantada en la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado (1968-1975). “Este hecho marcó mi vida”, confesó el jefe senderista en la documentación investigada por este Diario. Luego de este episodio, y de estudiar en dos colegios de su ciudad, ingresó al Ejército sin concluir la secundaria.
“Con 16 o 17 años me presenté al servicio militar obligatorio. Estar [en el Batallón de Tanques 221 de Locumba en la ciudad de Tacna] fue una gran experiencia, que luego estudié y practiqué a plenitud porque intuitivamente sabía que iría a la guerra. Allí cumplí mi sueño”, dijo ‘Artemio’, quien al mismo tiempo exhibió un virulento sentimiento antichileno. En 1979, Flores Hala se dio de baja del Ejército luego de vivir varias “decepciones por las diferencias entre oficiales y soldados y viajé a Lima como cualquier provinciano con aspiraciones”. Aquí ingresó a un colegio nacional para acabar sus estudios secundarios.
“Hice trabajos de limpiador [lugar del que me despidieron en pocos meses], soldador y hasta de electricista”, contó ‘Artemio’. Eran tiempos de convulsión, Sendero Luminoso había iniciado su llamada “guerra popular” el 17 de mayo de 1980 en Chuschi (Ayacucho) y anunciado su ingreso a Lima con un atentado incendiario contra la Municipalidad de San Martín de Porres y colgando perros muertos en las calles del Centro Histórico en agosto y diciembre de ese año.
SENDERO EQUIVOCADO
Bajo ese panorama sombrío, Flores Hala, de 20 años, intentó postular a laUniversidad Nacional Mayor de San Marcos y a la Universidad Nacional de Ingeniería, centros de ebullición ideológica de la izquierda de la época. De ambas universidades procedieron importantes mandos de Sendero, pero esto no ocurrió con el joven camanejo ya que fracasó en su intento por cursar estudios superiores. Esto no le importó mucho ya que empezó a frecuentar a un grupo de estudiantes que lo acercó al pensamiento senderista.
Y así, “mientras servía en calidad de reservista del Ejército las veces que era convocado y bajo el influjo de Sendero Luminoso en Lima, de los conflictos en Centroamérica y la guerra de las Malvinas, en los 80, busqué mi destino”, contó. “Después de darle muchas vueltas al mismo tema –prosigue– mis compañeros y yo decidimos buscar a Sendero en el campo, en el monte, y viajamos al Alto Huallaga”. Parece que tuvieron el dato preciso. La sierra de Ayacucho, entonces, se desangraba por la ofensiva subversiva y la violenta reacción del Ejército en 1983. De tal forma que Sendero había dispuesto la creación de un nuevo frente subversivo en el valle cocalero del río Huallaga. Hasta allí llegó Flores Hala.
A ORILLAS DEL HUALLAGA
“Los vientos del verano limeño de los 80 me trajeron al Huallaga. Llegué a Aucayacu y lo primero que comí fue un chilcano de carachama con plátano bellaco al ritmo de radio Ribereña que emitía música típica de la selva y hasta de los Shapis [grupo de música tropical]. Este acogedor pueblo no era muy grande, pero se notaba el gran movimiento de personas y la tremenda bonanza del lugar”. Sin embargo, la situación en la zona no era para niños. Desde Tingo María hasta Aucayacu y de allí, a través de la Marginal de la selva, hasta Uchiza y Tocache, se observaba el dominio de las firmas colombianas y peruanas y la prosperidad falaz que trae la droga.
‘Artemio’ describió así su arribo a la zona: “Rápidamente pude notar motos lineales por doquier y familias de migrantes que llegaban de Lima, Piura, Áncash, Huánuco y Trujillo. La gente, en ciertos casos campesinos golondrinos de la sierra, llegaba a sembrar coca, hacía dinero y volvía a su tierra. Era el ‘boom’ de la coca y de la droga en el Huallaga. Todo el valle se había convertido en el viejo oeste y reinaba la ley del más fuerte”. En esas circunstancias, la presión de la política antidrogas de EE.UU. recayó sobre el Perú y ya con el gobierno de Belaunde se crearon dos órganos (el Corah y el Peah) para erradicar la hoja de coca e implementar cultivos alternativos.
Esto provocó la creación del primer frente cocalero en el Huallaga. Hoy se conoce que el joven Flores Hala se incorporó a este gremio, pero como un miembro más, en las manifestaciones ocurridas entre 1982 o 1983. “Yo participé –dijo– en dos marchas de sacrificio en contra de la erradicación de los cocales y fuimos reprimidos por la policía en Aucayacu. Allí se observaron, por primera vez, las banderas rojas con la hoz y el martillo de Sendero”.
En 1984, el último cabecilla subversivo comenzó a realizar trabajo político de campo en la zona y, después de los primeros atentados contra puestos policiales en el Huallaga ese año, logró contactar a los jefes de Sendero en el valle. “Así me incorporé como voluntario y combatiente”. Desde entonces dejó en el olvido su verdadera identidad para adoptar el alias de ‘José’ [Flores Hala, como le gusta llamarse] o ‘Artemio’, apodo que se convirtió en sinónimo de crueldad y sangre en el Huallaga durante tres décadas y que ha perdurado hasta nuestros días.

    martes, 21 de febrero de 2012

    Chile y la reconciliación

    Chile y la reconciliación
    Por: Daniel Parodi

    Al leer la réplica de Cristian Leyton a mi artículo “Ménage à trois”, me interrogué sobre el significado del vocablo reconciliación. Lo que encontré en RAE fue que reconciliación viene del verbo reconciliar, el que se define como “volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos”. De allí que mi siguiente reflexión fue que algo debe andar muy mal entre peruanos y chilenos para que la propuesta de reconciliarnos reciba de Leyton una respuesta tan adversa como tajante.  

    En realidad, los procesos de la reconciliación internacional son implementados por estados con líderes cuya madurez les permite comprender que entre sus colectivos existe una “mala vibra” debido a eventos del pasado que, a través del imaginario colectivo se deslizan hasta el presente y lo obturan. Dichas reconciliaciones se realizan a partir de una compleja negociación, de acuerdo con modelos desarrollados en la vasta literatura que trata el tema.

    En una reconciliación las partes acercan paulatinamente sus posiciones y realizan recíprocas concesiones hasta llegar a ejecutar un conjunto de políticas binacionales al breve, mediano y largo plazo. El objetivo principal es que los colectivos de los países “enemistados” participen activamente de una nueva etapa de la relación bilateral, la que finalmente romperá con la mala percepción y prejuicios heredados de los tiempos pasados.

    Un proceso de reconciliación no trata solo los temas polémicos de la historia; es, más bien, propositivo. Busca integrar a las poblaciones fronterizas con diversas actividades culturales y visitas recíprocas; promueve que los jóvenes de uno y otro lado se conozcan desplazándose al país vecino a través de programas de intercambio, etc. Claro que la Guerra del Pacífico, y sus excesos, son, desde la posición peruana, un tema a revisarse; como para Chile seguramente lo será el reconocimiento de su participación en el logro de la Independencia del Perú. Cuando se alcanza el consenso, los mandatarios se dirigen juntos a ambos pueblos y dejan un monumento, un lugar de la memoria para recordar, más que el acontecimiento, el cambio de mirada sobre el acontecimiento.     

    El trauma peruano respecto de la guerra es una realidad y es lógico que lo sea, pero para superarlo el Perú necesita de Chile, no es un tema unilateral como se piensa por allá. Chile por su lado, debe aprender a coexistir con su pasado, que no es tan irreprensible como lo relata su historia oficial, ni como lo cree Leyton. Constatarlo, aceptarlo, no hará a Chile menos de lo que es, sino todo lo contrario. A su alta organización institucional se le sumará lo que hoy no tiene: una convivencia regional solidaria y favorable al mejor posicionamiento del subcontinente en el mundo globalizado.     

    Pedro Cateriano será agente en Corte IDH por caso Chavín de Huántar

    El Ministerio de Justicia hizo pública la designación del abogado constitucionalista y ex viceministro del sector
    Martes 21 de febrero de 2012 - 01:36 am
    Operación Chavín de Huántar, Pedro Cateriano
    Pedro Cateriano representará al Perú ante la Corte IDH. (El Comercio / Archivo)
    (Andina). El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (Minjus) anunció el nombramiento del abogado Pedro Cateriano Bellido, como agente del Perú ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), para el caso Chavín de Huántar.
    El Minjus anunció que con la designación de Pedro Cateriano, emprenderá, de inmediato, la tarea de construir el amplio consenso que se requiere para defender al Perú en la Corte IDH.
    En esa línea de criterios y acciones, se convocará al grupo consultivo de partidos políticos con representación en el Parlamento y a destacados juristas, para informar y compartir estrategias de defensa.
    Cateriano Bellido se desempeñó como viceministro de Justicia, entre 2001 y 2002, periodo en el que impulsó la repatriación de fondos obtenidos ilícitamente en la década de los 90, y tuvo una activa labor en asuntos vinculados al Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
    El nuevo agente del Estado peruano también ha sido diputado, entre 1990 y 1992, e integrante de las comisiones parlamentarias de Relaciones Exteriores y Constitución de la Cámara de Diputados, así como Permanente del Congreso de la República.
    PROBADA EXPERIENCIA PROFESIONAL
    El abogado especialista en Derecho Constitucional y con estudios de doctorado en el Instituto José Ortega y Gasset de España formó parte de las comisiones Consultiva del Ministerio de Justicia y de Reforma Constitucional que dirigió el ex presidente de la República, Valentín Paniagua.
    La experiencia profesional de Pedro Cateriano lo ha convertido en un activo letrado consultor y litigante en materias de su especialidad. En 2007 participó como observador electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) en las elecciones generales de Guatemala.
    Además, ejerce la cátedra universitaria durante más de 15 años, dictando los cursos de Derecho Constitucional y Cultura Política, como profesor en la Universidad de Lima.