EE. UU. pretende custodiar a Latinoamérica de la 'amenaza de la ambición iraní'
EE. UU. pretende custodiar a Latinoamérica de la 'amenaza de la ambición iraní' Publicado: 9 may 2012 | 3:11 GMT Última actualización: 9 may 2012 | 3:11 GMT 59 RT Desde Estados Unidos se escuchan voces que llaman a aumentar y mantener la influencia en el hemisferio. Según algunos analistas, Washington hace todo lo posible por tener la hegemonía mundial. Desde Estados Unidos se escuchan voces que llaman a aumentar y mantener la influencia en el hemisferio. Según algunos analistas, Washington hace todo lo posible por tener la hegemonía mundial. El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, ha asegurado este martes que Irán pretende introducirse en América Latina y amenaza el bienestar democrático de la zona para satisfacer sus ambiciones. El legislador lo ha declarado así durante el discurso ante la 42 Conferencia de las Américas en el Departamento de Estado. ¿Quién oculta sus ambiciones globales? Boehner aseguró que Irán es una de las principales amenazas para la democracia en América Latina y que EE. UU. debe mantenerse "implicado" en Colombia, México y en toda la región. Irán "ha hecho poco por ocultar sus ambiciones globales o su interés en lograr introducirse en América Latina para que le sirva de base de apoyo a esas ambiciones", afirmó Boehner. Mientras tanto, los analistas opinan que en realidad eso es EE. UU., que en su política económica hace todo lo posible por controlar la situación en la región. Además, el presidente de la Cámara Baja del Congreso estadounidense enfatizó que Estados Unidos está dispuesto a luchar por el mercado libre en la región. Así, Boehner afirmó que la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia el próximo 15 de mayo "será un momento importante para la prosperidad de nuestro hemisferio". Mientras tanto, en opinión de los expertos tales acuerdos solo traen beneficios al país norteamericano que quiere seguir utilizando a los países de la zona "como su patio trasero". "EE. UU. hace todo lo posible para mantener la hegemonía mundial" El analista político Alfredo Gutiérrez ha compartido con la cadena RT su opinión en cuanto a la política económica de EE. UU. en el hemisferio. Según el experto, los tratados de 'libre comercio' con Latinoamérica han sido una imposición: "Para mí, llamarlos Tratados de Libre Comercio es algo irónico porque son tratados comerciales sujetos a muchas condiciones. O sea, que 'de libre' casi no tiene nada, es nada más que el nombre", indicó Gutiérrez. "Ha venido a favorecer a la economía norteamericana más que a nuestras economías. Y si vemos en nuestros países ha favorecido a grandes empresarios, pero al pequeño productor muy poco", aseguró. "En cierto momento estos convenios de libre comercio tendrán que ser revisados para que sean más justos y más adecuados a las necesidades", para que sean unos acuerdos en los cuales "ambas partes se beneficien de una forma equitativa", subrayó el experto. "Estamos todavía lejos de eso", lamentó. "Lamentablemente hoy es el tema de Irán, mañana será otra cosa: será China, será Corea. Pero lo importante que debemos entender es que Estados Unidos quiere a toda costa mantener la hegemonía mundial", reveló el analista.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/42730-EE.-UU.-pretende-custodiar-a-Latinoam%C3%A9rica-de-amenaza-de-ambici%C3%B3n-iran%C3%AD
ESTE BLOG PRETENDE HACER ESCUCHAR UNA VOZ DE LAS FUERZAS DEL ORDEN MALTRATADAS POR INTERESES POLÍTICOS SUBALTERNOS Y POR ESTE MEDIO HACER CONOCER SUS PUNTOS DE VISTA PARA QUE LA SOCIEDAD COMPRENDA LOS HECHOS DE LA REALIDAD NACIONAL QUE IMPACTAN NEGATIVAMENTE EN LA SEGURIDAD Y DEFENSA NACIONAL Y SU COMPROMISO RESPONSABLE FRENTE A ELLA EN LA BUSQUEDA DEL BIEN COMÚN
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domingo, 1 de julio de 2012
Viraje estratégico de EEUU: La segunda guerra fría y América del Sur
RAÚL ZIBECHI (*)
- La “guerra contra el terror” inaugurada por George W Bush tras los atentados del 11 S, está siendo desplazada por la “contención” de China, la nueva estrategia delineada por el Pentágono para cercar y, eventualmente, ahogar a la potencia asiática, con el objetivo de mantener la supremacía global. El último viraje del imperio involucra de lleno a Sudamérica.
- La “guerra contra el terror” inaugurada por George W Bush tras los atentados del 11 S, está siendo desplazada por la “contención” de China, la nueva estrategia delineada por el Pentágono para cercar y, eventualmente, ahogar a la potencia asiática, con el objetivo de mantener la supremacía global. El último viraje del imperio involucra de lleno a Sudamérica.
Noviembre fue el mes en que se plasmó el cambio de rumbo. “En nuestros planes y presupuestos para el futuro, vamos a asignar los recursos para mantener nuestra fuerte presencia militar en esta región”, dijo Barack Obama el 17 de noviembre ante el parlamento australiano. En la edición de noviembre de Foreing Policy, la secretaria de Estado Hillary Clinton hizo algunas precisiones. “Durante los últimos diez años hemos dado ingentes cantidades de recursos a Irak y Afganistán. En los próximos diez años, debemos ser inteligentes acerca de dónde invertimos nuestro tiempo y energía, de forma que logremos la mejor posición posible para mantener nuestros liderazgo”.
En la próxima década, según Clinton, Estados Unidos realizará la mayor inversión “diplomática, económica, estratégica y demás, en la región Asia-Pacífico”. Como en toda estrategia estadounidense, lo militar y lo económico forman una sola política. En lo inmediato, se adelanta el despliegue de 250 infantes de marina en Darwin (norte de Australia), hasta alcanzar los 2.500 militares. Hasta ahora el Pentágono cuenta con bases en Japón, Corea del Sur, Taiwán y Guam, pero al establecerse en Australia forma una tenaza sobre la salida de China al océano Pacífico. Esta política forma parte del objetivo no declarado de formar una “OTAN del Pacífico” para presionar y cercar a China.
El segundo paso no es militar sino económico. Consiste en un ambicioso acuerdo de libre comercio entre varios países del Pacífico denominado Acuerdo de Asociación Trans-pacífico, TPP(1). Hasta ahora se trata de nueve países: Australia, Brunei, Chile, Estados Unidos, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. China es dejada fuera y se consigue romper la ASEAN, la Asociación de Naciones del Sureste Asiático, donde ese país tiene un papel hegemónico.
Según Michael T. Klare, el nuevo centro de gravedad de la política estadounidense supone el abandono de Oriente Medio, que durante medio siglo fue su prioridad, para focalizarse en la que considera su principal adversaria. La lectura del Pentágono sostiene que el talón de Aquiles de la economía china son las importaciones de petróleo que llega al país necesariamente por el Mar del Sur de China, donde Obama prevé su mayor despliegue militar(2).La respuesta de China sigue consistiendo en apostar al diálogo, pero fortaleciendo sus estructuras defensivas. A diferencia de las potencias occidentales, que ascendieron a caballo de las guerras de conquista (desde España y Portugal hasta Inglaterra y Estados Unidos), el ascenso chino se basa en el comercio y la diplomacia. Esa diferencia es a la vez su potencial mayor, en la medida que no es una potencia agresiva, pero a la vez su debilidad, ya que puede ser desplazada por la fuerza como sucedió en Libia.
Debilidad estructural
En la próxima década, según Clinton, Estados Unidos realizará la mayor inversión “diplomática, económica, estratégica y demás, en la región Asia-Pacífico”. Como en toda estrategia estadounidense, lo militar y lo económico forman una sola política. En lo inmediato, se adelanta el despliegue de 250 infantes de marina en Darwin (norte de Australia), hasta alcanzar los 2.500 militares. Hasta ahora el Pentágono cuenta con bases en Japón, Corea del Sur, Taiwán y Guam, pero al establecerse en Australia forma una tenaza sobre la salida de China al océano Pacífico. Esta política forma parte del objetivo no declarado de formar una “OTAN del Pacífico” para presionar y cercar a China.
El segundo paso no es militar sino económico. Consiste en un ambicioso acuerdo de libre comercio entre varios países del Pacífico denominado Acuerdo de Asociación Trans-pacífico, TPP(1). Hasta ahora se trata de nueve países: Australia, Brunei, Chile, Estados Unidos, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. China es dejada fuera y se consigue romper la ASEAN, la Asociación de Naciones del Sureste Asiático, donde ese país tiene un papel hegemónico.
Según Michael T. Klare, el nuevo centro de gravedad de la política estadounidense supone el abandono de Oriente Medio, que durante medio siglo fue su prioridad, para focalizarse en la que considera su principal adversaria. La lectura del Pentágono sostiene que el talón de Aquiles de la economía china son las importaciones de petróleo que llega al país necesariamente por el Mar del Sur de China, donde Obama prevé su mayor despliegue militar(2).La respuesta de China sigue consistiendo en apostar al diálogo, pero fortaleciendo sus estructuras defensivas. A diferencia de las potencias occidentales, que ascendieron a caballo de las guerras de conquista (desde España y Portugal hasta Inglaterra y Estados Unidos), el ascenso chino se basa en el comercio y la diplomacia. Esa diferencia es a la vez su potencial mayor, en la medida que no es una potencia agresiva, pero a la vez su debilidad, ya que puede ser desplazada por la fuerza como sucedió en Libia.
Debilidad estructural
La crisis de los Estados Unidos es más grave que la que atraviesa la Unión Europea. “Ahora insolvente se tornará ingobernable, arrastrando a los estadounidenses y a quienes depende de él a conmociones económicas, financieras y monetarias, geopolíticas y sociales violentas y destructivas”, asegura el Boletín Europeo de Anticipación Política (Geab No. 60, 16 de diciembre).
En los próximos cuatro años el país que diseñó el mapa global desde 1945, vivirá siempre según este pronóstico, “parálisis institucional y la desarticulación del bipartidismo tradicional”, una espiral de recesión-depresión-inflación y “la descomposición del tejido socio-político”. Es cierto que semejante pronóstico suena apocalíptico, pero ¿quién hubiera pensado que la agencia S&P llegaría a degradar la calificación del país?
A escala internacional Estados Unidos cada vez tiene menos aliados. Immanuel Wallerstein recuerda que sólo en noviembre y la primera mitad de diciembre la Casa Blanca “ha tenido confrontaciones con China, Pakistán, Arabia Saudita, Israel, Alemania y América Latina” (La Jornada, 18 de diciembre). Los fracasos se extienden: Obama envió al secretario del tesoro, Timothy Gethner a Europa para sugerir alternativas a la crisis y fue olímpicamente ignorado; fue humillado por Pakistán y luego por Irán, ya que al parecer el drone que “aterrizó” en ese país no sufrió un accidente sino que fue bajado por un ciberataque.
Pero la situación más grave es la interna. Un estadounidense de cada seis recibe bonos de alimentación así como uno de cada cuatro niños; el 57 por ciento de los niños vive en hogares pobres; el 48,5 por ciento vive en grupos familiares asistidos por el Estado, frente a un 30 por ciento en 1983 (The Economic Collpase, 16 de diciembre). Llama la atención el agravamiento de la situación social en pocos años: desde 2007 el ingreso familiar cayó un siete por ciento; en zonas de California el precio de la vivienda cayó un 63 por ciento, el precio promedio de una casa en Detroit es de 6.000 dólares y el 18 por ciento de las viviendas de Florida están vacías. Un niño de cada cinco experimenta episodios de vida en la calle.
Todos los días aparecen datos nuevos que revelan el deterioro social y moral del país. La revista Pediatrics, de la Academia de Pediatras, reveló que a los 23 años uno de cada tres estadounidenses ha sido arrestado en algún momento. En 1965 sólo lo habían sido el 22 por ciento a esa edad (USA Today, 19 de diciembre). Según los autores del estudio, esos datos no significan que haya una mayor criminalidad juvenil, sino que “obedece a leyes más estrictas” ante situaciones de escándalo público o consumo de sustancias prohibidas. Concluyen que los arrestos de jóvenes tienen consecuencias nefastas para su desarrollo y alientan “comportamiento violento y conductas antisociales”. Si el estudio discriminara los arrestos que sufren negros e hispanos, los resultados hubieran sido escandalosos.
Un cerco a la integración
En los próximos cuatro años el país que diseñó el mapa global desde 1945, vivirá siempre según este pronóstico, “parálisis institucional y la desarticulación del bipartidismo tradicional”, una espiral de recesión-depresión-inflación y “la descomposición del tejido socio-político”. Es cierto que semejante pronóstico suena apocalíptico, pero ¿quién hubiera pensado que la agencia S&P llegaría a degradar la calificación del país?
A escala internacional Estados Unidos cada vez tiene menos aliados. Immanuel Wallerstein recuerda que sólo en noviembre y la primera mitad de diciembre la Casa Blanca “ha tenido confrontaciones con China, Pakistán, Arabia Saudita, Israel, Alemania y América Latina” (La Jornada, 18 de diciembre). Los fracasos se extienden: Obama envió al secretario del tesoro, Timothy Gethner a Europa para sugerir alternativas a la crisis y fue olímpicamente ignorado; fue humillado por Pakistán y luego por Irán, ya que al parecer el drone que “aterrizó” en ese país no sufrió un accidente sino que fue bajado por un ciberataque.
Pero la situación más grave es la interna. Un estadounidense de cada seis recibe bonos de alimentación así como uno de cada cuatro niños; el 57 por ciento de los niños vive en hogares pobres; el 48,5 por ciento vive en grupos familiares asistidos por el Estado, frente a un 30 por ciento en 1983 (The Economic Collpase, 16 de diciembre). Llama la atención el agravamiento de la situación social en pocos años: desde 2007 el ingreso familiar cayó un siete por ciento; en zonas de California el precio de la vivienda cayó un 63 por ciento, el precio promedio de una casa en Detroit es de 6.000 dólares y el 18 por ciento de las viviendas de Florida están vacías. Un niño de cada cinco experimenta episodios de vida en la calle.
Todos los días aparecen datos nuevos que revelan el deterioro social y moral del país. La revista Pediatrics, de la Academia de Pediatras, reveló que a los 23 años uno de cada tres estadounidenses ha sido arrestado en algún momento. En 1965 sólo lo habían sido el 22 por ciento a esa edad (USA Today, 19 de diciembre). Según los autores del estudio, esos datos no significan que haya una mayor criminalidad juvenil, sino que “obedece a leyes más estrictas” ante situaciones de escándalo público o consumo de sustancias prohibidas. Concluyen que los arrestos de jóvenes tienen consecuencias nefastas para su desarrollo y alientan “comportamiento violento y conductas antisociales”. Si el estudio discriminara los arrestos que sufren negros e hispanos, los resultados hubieran sido escandalosos.
Un cerco a la integración
En una situación interna e internacional tan grave, el viraje estratégico puede, como señala Klare, llevar al mundo a una situación “extremadamente peligrosa”. En su opinión, compartida por otros analistas, estamos ingresando en una nueva guerra fría que no excluye “el dominio y la provocación militar” con fuerte énfasis en el control de los hidrocarburos del planeta. Si el objetivo de Estados Unidos frente a China consiste en “poner de rodillas a su economía, mediante el bloqueo de sus vías de suministro de energía”, esa política -que no es nueva- es de hecho un anuncio para el resto del mundo. Recordemos dos hechos: Sudamérica aporta el 25 por ciento del petróleo que importa Estados Unidos y los mayores descubrimientos de crudo en la última década están en aguas territoriales brasileñas.
Las exportaciones de Venezuela al país asiático están en el punto de mira. Las inversiones chinas en ese país acumulan 40 mil millones de dólares desde 2007. PDVSA exporta 430 mil barriles diarios de petróleo a China pero las estatales chinas CNPC y Sinopec planean multiplicar por diez su bombeo de crudo en el país hasta llegar a 1,1 millones de barriles diarios en 2014, para lo cual han recibido cinco áreas en la Faja Petrolífera del Orinoco, que requieren unos 20.000 millones de dólares en inversiones cada una (Reuters, 20 de diciembre).
El viraje de Obama cuando insiste en que “Estados Unidos es un país del Pacífico”, cuando siempre había sido un país Atlántico, no sólo implica tejer alianzas en Asia sino también en América Latina. El TPP incluye a Chile y Perú y espera involucrar a México. En paralelo, el 5 de diciembre en Mérida los cuatro países de la Alianza del Pacífico (Chile, México, Perú y Colombia) acordaron lanzar el bloque comercial en junio de 2012, crear un mercado integrado con sus bolsas de valores y eliminar las tarifas aduaneras luego de 2020.
Para Andrés Oppenheimer, “veremos una división de facto de América Latina, entre un bloque del Pacífico y un bloque del Atlántico” (La Nación, 13 de diciembre). El análisis conservador desestima la recién estrenada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En efecto, el columnista de La Nación (que además escribe en The Miami Herald y es analista político de CNN en Español) sostiene que en la cumbre presidencial de Caracas hubo apenas “discursos poéticos sobre la unidad regional”, sin ninguna consecuencia económica.
Una de las tendencias más importantes que se ha disparado luego de la crisis de 2008, es hacia la conformación de bloques regionales y comerciales, que redunda en un retorno del proteccionismo. La reciente decisión del Mercosur de elevar el arancel externo del 14 al 35 por ciento, forma parte de esa tendencia que busca proteger a la región ante la exportación de los países centrales de los productos que no pueden consumir internamente.
Con la crisis se redujo la demanda de Europa y Estados Unidos, lo que está provocando que países emergentes como China e India acumulen stocks de mercancías que pretenden colocar a precios muy bajos, lo que está afectando las industrias de la región, en particular a Brasil y Argentina. Ciertamente, los países que no tienen un importante sector industrial, como Paraguay y Uruguay, no se benefician con ese tipo de medidas pero, sin embargo, pueden obtener mayores cuotas de exportación hacia los grandes de la región.
Brasil toma nota
Las exportaciones de Venezuela al país asiático están en el punto de mira. Las inversiones chinas en ese país acumulan 40 mil millones de dólares desde 2007. PDVSA exporta 430 mil barriles diarios de petróleo a China pero las estatales chinas CNPC y Sinopec planean multiplicar por diez su bombeo de crudo en el país hasta llegar a 1,1 millones de barriles diarios en 2014, para lo cual han recibido cinco áreas en la Faja Petrolífera del Orinoco, que requieren unos 20.000 millones de dólares en inversiones cada una (Reuters, 20 de diciembre).
El viraje de Obama cuando insiste en que “Estados Unidos es un país del Pacífico”, cuando siempre había sido un país Atlántico, no sólo implica tejer alianzas en Asia sino también en América Latina. El TPP incluye a Chile y Perú y espera involucrar a México. En paralelo, el 5 de diciembre en Mérida los cuatro países de la Alianza del Pacífico (Chile, México, Perú y Colombia) acordaron lanzar el bloque comercial en junio de 2012, crear un mercado integrado con sus bolsas de valores y eliminar las tarifas aduaneras luego de 2020.
Para Andrés Oppenheimer, “veremos una división de facto de América Latina, entre un bloque del Pacífico y un bloque del Atlántico” (La Nación, 13 de diciembre). El análisis conservador desestima la recién estrenada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En efecto, el columnista de La Nación (que además escribe en The Miami Herald y es analista político de CNN en Español) sostiene que en la cumbre presidencial de Caracas hubo apenas “discursos poéticos sobre la unidad regional”, sin ninguna consecuencia económica.
Una de las tendencias más importantes que se ha disparado luego de la crisis de 2008, es hacia la conformación de bloques regionales y comerciales, que redunda en un retorno del proteccionismo. La reciente decisión del Mercosur de elevar el arancel externo del 14 al 35 por ciento, forma parte de esa tendencia que busca proteger a la región ante la exportación de los países centrales de los productos que no pueden consumir internamente.
Con la crisis se redujo la demanda de Europa y Estados Unidos, lo que está provocando que países emergentes como China e India acumulen stocks de mercancías que pretenden colocar a precios muy bajos, lo que está afectando las industrias de la región, en particular a Brasil y Argentina. Ciertamente, los países que no tienen un importante sector industrial, como Paraguay y Uruguay, no se benefician con ese tipo de medidas pero, sin embargo, pueden obtener mayores cuotas de exportación hacia los grandes de la región.
Brasil toma nota
En Brasil ha ganado espacio la convicción de que debe enfrentar nuevas amenazas y que ellas provienen de los países centrales, en particular de los Estados Unidos. Lo interesante es que esa convicción atraviesa a toda la sociedad, arriba y abajo.
Cinco días después del discurso de Obama ante el parlamento australiano, militares brasileños filtraron a la prensa un informe interno del Ministerio de Defensa sobre la situación del equipamiento de las diversas armas. La prensa conservadora tituló que buena parte del material bélico se había convertido en “chatarra” y aseguraba que de las cien embarcaciones de combate de la Marina apenas 53 están navegando y que sólo dos de sus 24 aviones A-4 están operativos (O Estado de Sao Paulo, 22 de noviembre).
La difusión del “informe secreto” se produjo en un momento en que diversos sectores, incluyendo al ministro de Defensa, Celso Amorim, presionan para acelerar el proceso de modernización y equipamiento de las fuerzas armadas, y muy en particular de la Marina encargada de defender la Amazonia verde y la azul, en referencia a las dos principales riquezas del país: biodiversidad y petróleo. Otro de los puntos neurálgicos es la compra de 36 cazas a Francia que lleva más de dos años paralizada. Sin embargo, la prensa no destaca los importantes avances que se están realizando en la fabricación de submarinos con importante transferencia de tecnología.
Cinco días después del discurso de Obama ante el parlamento australiano, militares brasileños filtraron a la prensa un informe interno del Ministerio de Defensa sobre la situación del equipamiento de las diversas armas. La prensa conservadora tituló que buena parte del material bélico se había convertido en “chatarra” y aseguraba que de las cien embarcaciones de combate de la Marina apenas 53 están navegando y que sólo dos de sus 24 aviones A-4 están operativos (O Estado de Sao Paulo, 22 de noviembre).
La difusión del “informe secreto” se produjo en un momento en que diversos sectores, incluyendo al ministro de Defensa, Celso Amorim, presionan para acelerar el proceso de modernización y equipamiento de las fuerzas armadas, y muy en particular de la Marina encargada de defender la Amazonia verde y la azul, en referencia a las dos principales riquezas del país: biodiversidad y petróleo. Otro de los puntos neurálgicos es la compra de 36 cazas a Francia que lleva más de dos años paralizada. Sin embargo, la prensa no destaca los importantes avances que se están realizando en la fabricación de submarinos con importante transferencia de tecnología.
El general de brigada (retirado) Luiz Eduardo Rocha Paiva, miembro del Centro de Estudios Estratégicos del Ejército con amplia trayectoria militar y formación estratégica, analizó el reciente viraje estadounidense advirtiendo que la “pérdida de espacios” de la superpotencia y sus aliados repercute directamente sobre la región sudamericana y Brasil. Vale la pena reproducirlo extensamente porque refleja la mirada de buena parte de los gobernantes, militares o no, del país.
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“Los conflictos llegaron a nuestro entorno. El fracaso o éxito limitado de Estados Unidos y sus aliados en áreas distantes resultarán en presiones para imponer condiciones que aseguren el acceso privilegiado a las riquezas de América del Sur y del Atlántico Sur” (O Estado de Sao Paulo, 20 de diciembre).
Rocha Paiva destaca la creciente influencia de China en la región, la presencia de Rusia e Irán en países como Venezuela y concluye: “Los Estados Unidos reaccionarán a la penetración de rivales en su área de influencia y eso afectará el liderazgo de Brasil en el proceso de integración regional y en la defensa de su patrimonio y su soberanía”. Por eso apuesta a reforzar el poder militar defensivo ante la nueva realidad.
Tan interesante como su mirada global es la que hace de la región. “No son los vecinos la razón para reforzar el poder militar del país, sino su ascenso como potencia económica global, la participación destacada en el comercio mundial y la codicia por nuestros recursos y posición geoestratégica. Todo eso sacó a Brasil de su posición periférica y lo colocó en las rutas de cooperación y conflicto”. Concluye advirtiendo que a Brasil le puede suceder en el siglo XXI, lo mismo que a China en el XIX: “Las potencias rivales se pueden unir para presionar y amenazar al país” (3).
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“Los conflictos llegaron a nuestro entorno. El fracaso o éxito limitado de Estados Unidos y sus aliados en áreas distantes resultarán en presiones para imponer condiciones que aseguren el acceso privilegiado a las riquezas de América del Sur y del Atlántico Sur” (O Estado de Sao Paulo, 20 de diciembre).
Rocha Paiva destaca la creciente influencia de China en la región, la presencia de Rusia e Irán en países como Venezuela y concluye: “Los Estados Unidos reaccionarán a la penetración de rivales en su área de influencia y eso afectará el liderazgo de Brasil en el proceso de integración regional y en la defensa de su patrimonio y su soberanía”. Por eso apuesta a reforzar el poder militar defensivo ante la nueva realidad.
Tan interesante como su mirada global es la que hace de la región. “No son los vecinos la razón para reforzar el poder militar del país, sino su ascenso como potencia económica global, la participación destacada en el comercio mundial y la codicia por nuestros recursos y posición geoestratégica. Todo eso sacó a Brasil de su posición periférica y lo colocó en las rutas de cooperación y conflicto”. Concluye advirtiendo que a Brasil le puede suceder en el siglo XXI, lo mismo que a China en el XIX: “Las potencias rivales se pueden unir para presionar y amenazar al país” (3).
Esa percepción sobre las amenazas que enfrenta es compartida por una porción mayoritaria de los brasileños. Un reciente estudio del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA por sus siglas en portugués), entre casi cuatro mil personas, muestra que el 67 por ciento piensa que existe una amenaza militar extranjera por los recursos naturales de la Amazonia. Un 63 por ciento cree que los yacimientos hidrocarburíferos en el mar pueden sufrir ataques militares externos(4).
Más interesantes aún son las respuestas cuando la pregunta gira en torno a qué país puede constituir una amenaza militar en los próximos veinte años para Brasil. El 37 por ciento piensa en Estados Unidos. Muy lejos, Argentina con el 15 por ciento. Debe destacarse que esa era la hipótesis de guerra más probable desde la independencia hasta la creación del Mercosur, incluyendo a la dictadura militar (1964-1985) cuyo despliegue principal era en dirección sur. Esta percepción revela que los cambios en la estrategia militar de Brasil, que se plasmaron en la última década y sobre todo en la “Estrategia Nacional de Defensa”, publicada en 2008, cuenta con un amplio respaldo social.
El posicionamiento estratégico de un país madura en tiempos largos y la aplicación de la nueva estrategia se hace realidad en décadas. El Brasil de arriba y el de abajo coinciden en que el país es vulnerable ante probables amenazas externas. Tal vez esa percepción haya comenzado a cambiar el 8 de diciembre, cuando dos soldadores del equipo franco-brasileño que trabajan en los astilleros de la DCNS (Direction des Constructions Navales) en Cherburgo, de un total de 115 aprendices que están trabajando para transferir tecnología, comenzaron a soldar la última unión de las secciones del primero de los cuatro submarinos Scorpene destinados a Brasil (DefesaNet, 8 de diciembre). En adelante, se fabricarán en el astillero de la Marina en Rio de Janeiro.
*Periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.
Más interesantes aún son las respuestas cuando la pregunta gira en torno a qué país puede constituir una amenaza militar en los próximos veinte años para Brasil. El 37 por ciento piensa en Estados Unidos. Muy lejos, Argentina con el 15 por ciento. Debe destacarse que esa era la hipótesis de guerra más probable desde la independencia hasta la creación del Mercosur, incluyendo a la dictadura militar (1964-1985) cuyo despliegue principal era en dirección sur. Esta percepción revela que los cambios en la estrategia militar de Brasil, que se plasmaron en la última década y sobre todo en la “Estrategia Nacional de Defensa”, publicada en 2008, cuenta con un amplio respaldo social.
El posicionamiento estratégico de un país madura en tiempos largos y la aplicación de la nueva estrategia se hace realidad en décadas. El Brasil de arriba y el de abajo coinciden en que el país es vulnerable ante probables amenazas externas. Tal vez esa percepción haya comenzado a cambiar el 8 de diciembre, cuando dos soldadores del equipo franco-brasileño que trabajan en los astilleros de la DCNS (Direction des Constructions Navales) en Cherburgo, de un total de 115 aprendices que están trabajando para transferir tecnología, comenzaron a soldar la última unión de las secciones del primero de los cuatro submarinos Scorpene destinados a Brasil (DefesaNet, 8 de diciembre). En adelante, se fabricarán en el astillero de la Marina en Rio de Janeiro.
*Periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.
2011: Nuestra América se convierte en bloque de poder mundial
CARLOS RIVERA LUGO
En la primavera de 1956 dos de los pensadores más reconocidos de la llamada Escuela de Frankfurt, de tendencia marxista, Theodor Adorno y Max Horkheimer, se reunieron con el objetivo de producir una versión contemporánea de El Manifiesto Comunista, tarea que quedó finalmente inconclusa. .|
En el marco de un intercambio con el que aspiraban a definir inicialmente las líneas teóricas y los sentidos prácticos del proyecto, ambos abordaron informalmente el problema de la dialéctica entre lo ideal y lo real.
En el marco de un intercambio con el que aspiraban a definir inicialmente las líneas teóricas y los sentidos prácticos del proyecto, ambos abordaron informalmente el problema de la dialéctica entre lo ideal y lo real.
Decía Adorno que se hacía cada vez más evidente que vivimos en un sistema, como el capitalista, que nos lleva, como humanidad, hacia nuestra destrucción. Percibía que sistémicamente se había llegado a una clausura, es decir, un callejón sin salida bajo el cual el capitalismo sólo podría seguir adelante a partir de un control creciente, en efecto totalitario, sobre sus ciudadanos. Incidental a ese control sería la proletarización de facto de todos y la transformación de la sociedad toda en fábrica ampliada Sin embargo, puntualizó Adorno que dicha irracionalidad desataría nuevas fuerzas objetivamente negadoras de lo existente. Las contradicciones se harán insalvables por lo obvias. Pero, si se produce la profundización de la barbarie o el cambio hacia un mundo y una vida mejor, dependerá en nuestra capacidad política para potenciar el ideal de lo común que anida al interior de nuestras circunstancias. Y al respecto insistía el filósofo marxista alemán que no existen ideales en abstracto, sino que “el ideal siempre está en el próximo paso”.
Ahora bien, ¿cómo definimos lo que es ideal? Horkheimer advirtió contra la tentación de medirlo todo conforme a la idea que tenemos acerca de cómo deben ser las cosas, ya que podríamos vernos políticamente inmovilizados ante una realidad que no se deja representar completamente en la idea de la utopía. “La realidad debe ser medida a partir de criterios cuya capacidad de realización pueda hallarse en un sinnúmero de desarrollos ya existentes y concretos de la realidad histórica”(Theodor Adorno & Max Horkheimer, Towards a New Manifesto, Verso, New York, 2011).
Ahora bien, ¿cómo definimos lo que es ideal? Horkheimer advirtió contra la tentación de medirlo todo conforme a la idea que tenemos acerca de cómo deben ser las cosas, ya que podríamos vernos políticamente inmovilizados ante una realidad que no se deja representar completamente en la idea de la utopía. “La realidad debe ser medida a partir de criterios cuya capacidad de realización pueda hallarse en un sinnúmero de desarrollos ya existentes y concretos de la realidad histórica”(Theodor Adorno & Max Horkheimer, Towards a New Manifesto, Verso, New York, 2011).
El paso estratégico del CELAC
La reflexión anterior me vino a la mente a raíz de una pregunta que en días pasados me hizo un compañero profesor acerca del balance de la primera Cumbre el 3 de diciembre pasado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Caracas, la cual ya se había constituida en México en febrero de 2010. ¿Qué se podía esperar? Su duda tenía que ver, en esencia, con la compleja pluralidad de sentidos políticos y económicos allí representados entre sus 33 países miembros, con una población total de 550 millones de habitantes y con una extensión territorial de sobre 20 millones de kilómetros cuadrados. Posee en conjunto un caudal inmenso de materias primas, fuentes energéticas y recursos humanos como para potenciar una era de progreso social en equidad entre sus habitantes.
¿Serán capaces de forjar unidos, aún desde la pluralidad, un futuro común e independiente desde realidades e intereses propios? ¿Podrán superar tanto las desconfianzas y contradicciones así como las asimetrías que existen entre ellos? Los gobiernos de Chile, México y Colombia han sido notorios hasta ahora por mirar hacia el Norte en busca de estratégicas alianzas militares y económicas. Mientras, los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina, Nicaragua y Cuba han puesto en marcha procesos de cambio dirigidos a potenciar la liberación continental de la hegemonía imperial estadounidense.
Si bien el CELAC constituye el resultado de una iniciativa del actual mandatario venezolano Hugo Chávez y el pasado presidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva, abonado por los esfuerzos organizativos iniciales del expresidente argentino Néstor Kirchner, fallecido en octubre del 2010, no deja de llamar la atención que la presidencia pro tempore del nuevo organismo está en manos del mandatario chileno, de tendencia derechista, Sebastián Pineda. Ello se debe a que Chile será anfitrión de su próxima cumbre a celebrarse en el 2012 . También se decidió así para evidenciar la voluntad incluyente del nuevo organismo. Eso sí, estará compartiendo la dirección ejecutiva con los mandatarios Hugo Chávez y Raúl Castro, de la Venezuela bolivariana y la Cuba socialista, respectivamente. La tercera cumbre está señalada ya para La Habana.
Sin dudas, este acontecimiento político es el de mayor envergadura durante el año en curso, a pesar de que fue generalmente descalificado o ignorado por los medios estadounidenses y europeos. Lamentablemente, están acostumbrados a verse a sí mismos como los únicos protagonistas de la historia, siendo los pueblos del Sur meros actores subalternos de poca monta destinados, les guste o no, a seguirle los pasos o someterse a sus designios. Peor aún, subestiman el hecho de que parece que los gobiernos latinoamericanos y caribeños empiezan a valorar que tienen más en común entre ellos que con un imperio que generalmente sólo ha sabido conquistarle, reprimirle, explotarle e ignorarle en sus aspiraciones e intereses nacionales y regionales, así sean de izquierda, centro o derecha; hispanoparlantes, lusoparlantes, angloparlantes, francoparlantes, quichuaparlantes o aimaraparlantes; blancos, criollos, mestizos, indígenas, mulatos o negros.
El futuro está en el Sur
Desde que Simón Bolívar, en el Congreso Anfictiónico celebrado en 1826 en Panamá, sentenció que sólo a partir de la unión de nuestros pueblos es que podemos forjarnos un mejor futuro, Washington ha hecho lo indecible por desestabilizarnos y dividirnos. Desde el centro imperial se erigió la Organización de Estados Americanos (OEA), a modo de Ministerio de Colonias como denunció ese otro heroico libertador, el Che Guevara. Pero, tal vez más importante aún es que mientras la Unión Europea vuela en cantos a manos del francés Nicolás Sarkozy, la alemana Angela Merkel y el británico David Camerón, y se le deja de mirar como referente de futuro, la CELAC se erige en un importante e influyente centro de poder en el actual contexto internacional.
Mientras las economías del Norte se estancan y anuncian su entrada definitiva a una década de exclusiones y penurias para la inmensa mayoría de sus sociedades, víctimas de la avaricia monumental y desestabilizadora de sus elites económicas y políticas actuales, la región latinoamericana y caribeña ha sostenido tasas positivas de crecimiento. Según la CEPAL, como región la América Latina y el Caribe mantiene, aún dentro de las presiones de la presente crisis económica internacional, una tasa general positiva de crecimiento, la cual debe rondar este año alrededor de un 4.7 por ciento. Sobre todo, según destaca dicho organismo de la ONU, el crecimiento actual se debe al impulso de la demanda interna y la inclusión social.
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Pero lo más importante es que mientras en Estados Unidos y en Europa la desigualdad social se profundiza escandalosamente y la masa de los pobres aumenta dramáticamente, por su parte en la América nuestra mejora la distribución de la riqueza y se registran reducciones significativas en la pobreza, según reportan reconocidos organismos internacionales. El futuro está definitivamente en otra parte: en el Sur.
Pero lo más importante es que mientras en Estados Unidos y en Europa la desigualdad social se profundiza escandalosamente y la masa de los pobres aumenta dramáticamente, por su parte en la América nuestra mejora la distribución de la riqueza y se registran reducciones significativas en la pobreza, según reportan reconocidos organismos internacionales. El futuro está definitivamente en otra parte: en el Sur.
Según el presidente uruguayo, el exguerrilero tupamaro José Mujica, el nacimiento del CELAC si bien no nos lleva aún a “tocar el cielo”, si constituye “un paso hacia la segunda independencia” de la América nuestra. Los dramáticos cambios acaecidos en el mundo durante los últimos años, han hecho que la unión surja como una necesidad histórica.
“En estas condiciones, la necesidad de juntarnos nos viene impuesta por la naturaleza de los hechos”, señaló Mújica. De ahí que insistió: “El único camino es juntarse y esto no es una lucha por una utopía”. Por ello el proceso de integración debe ser incluyente, “no se debe cometer el error del dogmatismo”, puntualizó.
Se trata de la unidad en la diversidad para afirmar la identidad o, mejor aún, las identidades múltiples de Nuestra América. A partir de ello el CELAC se plantea unos objetivos estratégicamente trascendentales que irán marcando pasos subsiguientes de desconexión e independencia frente a los tradicionales bloques imperiales que han pretendido siempre conculcar la voluntad soberana de sus pueblos.
En aras de evitar las políticas erradas seguidas por Estados Unidos y Europa ante la crisis económica global y proteger sus economías y sociedades de sus nefastos efectos, el nuevo bloque de poder mundial erigido se propone, entre otras cosas, promover el desarrollo sustentable con inclusión social, incluyendo proyectos productivos de las comunidades; combatir activamente la pobreza; fortalecer y privilegiar la cooperación económica regional; crear un sistema financiero propio; repatriar las reservas monetarias de los estados miembros. La presidente de Brasil, Dilma Rousseff , llamó a establecer ya el Banco del Sur, propuesta original lanzada por Chávez, para que sea depositario de los fondos regionales.
De especial valor resulta el objetivo de impulsar “la participación activa de la sociedad civil, especialmente las organizaciones y movimientos sociales” para que el proceso de integración regional sea a su vez uno de inclusión social. No se puede perder de vista que más allá de los estados miembros, el agenciamiento de los diversos procesos de cambio progresistas que se han dado a través de la región han sido fundamentalmente motorizado por ese amplio movimiento de movimientos. Éste constituye en el fondo el principal promotor de una reestructuración también en las estructuras de mando político hacia una democracia participativa o directa.
En ese sentido, son dos los nuevos balances de poder que hay que refundar: el externo y el interno. El fortalecimiento del “todo” tiene que servir también para apuntalar y potenciar “las partes”. Como emergente bloque mundial de poder no puede dejar de expresar esa pluralidad de poderes, sobre todo los que integran el soberano popular, que anida en su seno. Allí radicará, en última instancia, su mayor fuerza.
También, en tiempos en que Washington y Bruselas pretenden dictar unilateralmente por doquier excepciones en cuanto a la aplicación del Derecho Internacional a sus actos de agresión y de guerra, el CELAC ha afirmado el pleno respeto a éste y a los principios de la autodeterminación, la igualdad soberana de los estados y pueblos, la no intervención en los asuntos internos y el respeto a la integridad territorial de cada país, la prohibición del uso y la amenaza del uso de la fuerza en la solución de conflictos. Se comprometió igualmente con la constitución de sociedades democráticas bajo las cuales prevalezca la más absoluta garantía de los derechos humanos. Se pronunció, entre otras cosas, contra el criminal bloqueo de Estados Unidos de hace medio siglo contra el siempre heroico pueblo de Cuba.
Puerto Rico sigue siendo el gran ausente
Sigue habiendo, sin embargo, un gran ausente en este prometedor y estratégico proceso integrador: la nación latinoamericana y caribeña de Puerto Rico. Bien lo dijo el mandatario nicaragüense, Daniel Ortega en su mensaje ante el plenario del CELAC: “Hoy estamos presentes 33 naciones caribeñas y latinoamericanas, falta una nación. Como lo dije en Trinidad-Tobago…Cuba y Puerto Rico eran los grandes ausentes. Aquí Cuba está presente…, estamos 33 pero falta Puerto Rico. Estoy seguro que más temprano que tarde Puerto Rico se incorporará a esta comunidad de estados latinoamericanos y caribeños”.
Fue el único jefe de Estado presente que advirtió, con una expresión de solidaridad ejemplar, dicha ausencia. La Cumbre aprobó una resolución pidiendo el fin de la ocupación colonial británica sobre las Islas Malvinas, pero fue incapaz de hacer lo mismo con el caso más sonado de colonialismo en Nuestra América: el de Puerto Rico, para quien el Comité Especial de Descolonización, con la ratificación abrumadora de la Asamblea General de las Naciones Unidas, ha reivindicado un sinnúmero de veces el derecho de su pueblo a la autodeterminación e independencia, conforme a la legalidad internacional vigente, sobre todo la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General.
La debilidad política relativa que registra coyunturalmente su movimiento independentista, parece haberle quitado sentido de urgencia a algunos sobre lo que ha constituido un reclamo continental unánime desde el mismo Congreso Anfictiónico de Panamá, convocado por Bolívar. El Partido Revolucionario Cubano, presidido por José Martí, y más luego la Revolución cubana, supieron recoger militantemente la bandera solidaria bolivariana.
Al respecto recuerdo cuando desde La Habana se proclamó en 1975 lo que se conoció como la Doctrina Dorticós, en referencia al entonces presidente cubano Osvaldo Dorticós, quien la enunció en representación del gobierno y el pueblo de Cuba: Puerto Rico constituye parte integral de Latinoamérica y el Caribe y cualquier intento por anexarla a Estados Unidos constituirá una violación a la autodeterminación e integridad territorial de Nuestra América toda.
Conjuntamente con dicha proclama, el máximo líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, le manifestó a un grupo de periodistas su determinación a apoyar la independencia de la Isla antillana hermana mientras quede un solo puertorriqueño luchando por ese ideal patrio. Luego de irse los periodistas y en presencia de un pequeño grupo de personas, entre las cuales me hallaba, Fidel añadió que seguiría apoyando la independencia de Puerto Rico aún en el caso de que no quedará un solo independentista en la Isla. Su solidaridad era total -¡patria o muerte!- y no sujeta a presiones o conveniencias políticas o diplomáticas del momento, al igual que la del líder sandinista Daniel Ortega.
Claro está, me parece harto improbable que llegue ese momento en que el pueblo puertorriqueño le dé totalmente la espalda a la necesidad materialmente perentoria de forjar su soberanía plena. No hay alienación colonial que pueda aplastar ese histórico y combativo reclamo de un sector significativo de nuestro pueblo ni que pueda ignorar por mucho más tiempo que ante la evidente decadencia del imperio de turno que le ocupa y los avances significativos que se viven a través de Nuestra América, el futuro de sus aspiraciones colectivas e individuales de progreso y bienestar está definitivamente al Sur.
*Catedrático de Filosofía y Teoría del Derecho y del Estado en la Facultad de Derecho Eugenio María de Hostos, en Mayagüez, Puerto Rico.Colaborador permanente del semanario puertorriqueño “Claridad”.
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