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martes, 28 de septiembre de 2010

(Editorial el COMERCIO) ¿Un revés para Chávez o el inicio del fin?


Martes 28 de septiembre de 2010 - 07:02 am
Todo indica que a pesar de las estratagemas aplicadas por Hugo Chávez para perennizarse en el poder, el electorado venezolano habría decidido empezar a desmontar la supremacía que mantiene en la Asamblea Nacional. Así, en las elecciones legislativas del domingo último, la oposición ganó más de un tercio de los votos, con lo cual el gobiernista Partido Socialista Unido de Venezuela(PSUV) perdió la mayoría calificada o mínimo requerido para aprobar leyes orgánicas y otras normas fundamentales.
Este escenario no debe sorprender al régimen chavista. El descontento ciudadano producto de la crisis económica que vive su país y otros escándalos recientes han puesto en debate si la revolución chavista debe seguir o, más bien, dar un paso al costado.
Recordemos que han pasado 12 años desde que Chávez ganó las elecciones y accedió al poder por primera vez. Entonces, puntualmente en diciembre de 1998, no dudó en asegurar a la cadena Univisión que sería un mandatario demócrata, respetuoso de las instituciones, de la alternancia en el poder y de los derechos individuales, incluyendo las libertades de prensa, expresión y empresa. ¡Incluso calificó a Cuba como una dictadura!
En la práctica, ha hecho y dicho lo contrario. Se entronizó en la Presidencia de la República, gracias a procesos electorales dudosos y poco transparentes. Y si bien dijo que no iba a nacionalizar nada sino promover la inversión privada, según Fedecámaras ha expropiado 200 empresas aproximadamente. Luego, repitió que no atentaría contra la autonomía y libertad de los medios de comunicación, cuando todos sabemos qué ha pasado con las televisoras opositoras, como RCTV y Globovisión.
Habrá que esperar ahora la reacción, probablemente virulenta, del presidente Hugo Chávez ante el rechazo expresado por el pueblo en las urnas. Sin duda, aún cuenta con un porcentaje alto de adherentes, no obstante bien vale preguntarse si el descontento revelado en estos comicios legislativos puede ser el preámbulo de lo que podría suceder en una elección a la presidencia.
Además, bajo las enrevesadas normas electorales aprobadas por Chávez, no se descartan artilugios de última hora en cuanto a la distribución de los parlamentarios. Las dudas son explicables luego de la cuestionable actuación del Consejo Nacional Electoral (CNE) en el escrutinio del domingo. Como se sabe, gracias a sus avanzados sistemas electrónicos para registrar el voto debía dar a conocer los resultados dos horas después de la votación, pero solo se dieron a publicidad al día siguiente y con reservas.
De otro lado, es claro que la oposición venezolana ha recobrado –gracias a la voluntad del pueblo– un nuevo espacio que no debe desaprovechar. Está retornando al escenario político desde el 2005, cuando se retiró de los comicios parlamentarios por la escasa confiabilidad que ofrecían los organismos electorales.
Su tarea es consolidar una fuerza política responsable, que haga frente a la autocracia y cumpla de manera transparente y democrática con la defensa de los intereses ciudadanos. En la consolidación de ese modelo se juega el futuro de Venezuela, pero también el de América Latina, que no se merece la exportación del chavismo al resto del continente.

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