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martes, 28 de septiembre de 2010

Golpe mortal a las FARC


Editorial Diario EXPRESO

La muerte del dirigente más sanguinario de las FARC, Jorge Briceño, el Mono Jojoy, acaecida en la más importante y amplia operación del Ejército colombiano contra la banda terrorista, no es sólo un golpe duro más sino uno de necesidad mortal que la democracia y el régimen del presidente Santos le han asestado a las FARC, confirmando su retirada y su ocaso definitivo.
Briceño, responsable de los más sonados ataques a las fuerzas de seguridad y de cientos de secuestros, fue abatido en una impecable operación en donde la acción de inteligencia jugó un rol clave en apoyo de la militar propiamente dicha. Unos 800 hombres y 78 aviones y helicópteros participaron en la acción planificada al milímetro y con un resultado por demás exitoso.  Después del primer bombardeo y el lanzamiento de 30 bombas inteligentes de un cuarto de tonelada de peso cada una, cerca de 400 efectivos de élite se descolgó desde los helicópteros para finiquitar la operación. El bombardeo destruyó el refugio blindado del Mono Jojoy ubicado en medio de 13 campamentos conectados por túneles. Luego y allí mismo los comandos hicieron  el primer reconocimiento del cuerpo del terrorista confirmado después con las huellas dactilares. Quince soldados resultaron heridos. En el lugar, donde aún continúan las escaramuzas, se hallaron 20 computadoras y 69 memorias USB. La acción fue tan precisa y contundente que el ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, declaró que fue una operación quirúrgica no dirigida a desmantelar un campamento sino a un objetivo claro: liquidar al sanguinario jefe terrorista, a quien sus secuaces intentaron en la hora del ataque trasladar vanamente por una red de caminos en la intrincada sierra colombiana. A todo esto, el Ejército tuvo que destruir previamente los varios anillos de seguridad separados 30 kilómetros uno del otro.
El trabajo de inteligencia fue decisivo y demuestra –al igual que en nuestra experiencia contra Sendero Luminoso y el MRTA– que sin él no es posible una acción exitosa contra el terrorismo, de la mano por cierto con el apoyo expreso de la población, como está sucediendo en Colombia.  Gracias a este trabajo, se logró colocar en las botas especiales que usaba el jefe terrorista por su diabetes avanzada, un localizador GPS. El espionaje militar se logró infiltrar en la red encargada de los suministros a las FARC y colocó en sus botas este dispositivo indispensable para poder ubicarlo en la intrincada sierra montañosa de 127 kilómetros de largo y 40 de ancho de la región de la Macarena.
El presidente de Colombia, fue contundente al dar el parte de victoria: "Es un triunfo de la seguridad democrática, fundamental para llegar a la prosperidad democrática". Y en tono severo se dirigió a las FARC: "Vamos a por ustedes; no ahorraremos esfuerzo; sabemos cumplir... Colombia puede ser un país sin terrorismo”.
Lo será, sin duda. Por decisión de la población y la acción consecuente y valiente del presidente Santos y las Fuerzas Armadas del hermano país

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