Inquieta la situación de Arica: su población disminuye, hay poca inversión, la economía no crece, sus habitantes se sienten abandonados y sus jóvenes desean irse al centro del país, lo que no augura un buen futuro. Dada su estratégica situación fronteriza, se requieren políticas que la saquen de su actual estado de decadencia. En la época de sustitución de importaciones anterior a los años 70, Arica era una ciudad pujante. Su atractivo se debía a que se trataba de un puerto libre en una época de elevados aranceles y numerosas otras restricciones a las importaciones. La reducción de las barreras al comercio y el fin de la protección a la armaduría nacional eliminaron esas ventajas artificiales. Desde entonces ha sufrido las consecuencias de su aislamiento. La competencia de Iquique, mucho más exitoso, produce desazón y envidia. Al otro lado de la frontera, la ciudad de Tacna florece con ayuda del Gobierno Peruano.
¿Qué políticas y estrategias se pueden aplicar para que Arica salga de su marasmo? Nuestro esquema económico es poco proclive a los subsidios encubiertos que la ayudaron en el pasado. Incluso una zona franca presenta pocas ventajas, ya que los aranceles actuales son bajos y no hay otras barreras al comercio. Por tanto, o se subsidia directamente por el presupuesto fiscal o, complementariamente, la ciudad debe encontrar y desplegar sus propias ventajas y conseguir apoyo del Gobierno para desarrollarlas.
Una opción es incentivar más el turismo y el puerto. Arica goza de las aguas más cálidas del país, por lo que podría intentar atraer turistas del centro durante el invierno. Es la ciudad chilena más cercana a La Paz, lo que lleva a pensar en un turismo boliviano si se mejoran las comunicaciones para permitir que el viaje desde Bolivia sea corto y fácil. Y para atraer turismo, debe ofrecer algo más que playas: necesita un número suficiente de buenos hoteles y crear circuitos turísticos que interesen a los turistas.
El puerto es eficiente y podría transformarse en la salida natural de productos del altiplano boliviano. Este es un negocio potencialmente interesante, pero las descargas de graneles no emplean a muchos trabajadores, por lo que por sí solo no bastaría para activar la economía, aunque puede complementar a otras actividades. Arica tiene oportunidades, pero el desánimo impide aprovecharlas. Un gobierno regional con iniciativa y apoyo del poder central sería vital para entusiasmar a los ariqueños con su propio futuro.
(*) Editorial El Mercurio De Chile
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