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sábado, 9 de octubre de 2010

El liberalismo de MVLl

POLÍTICA | Sáb. 09 oct '10 
Autor: Santiago Pedraglio
Mario Vargas Llosa ha ganado merecidamente el premio Nobel de Literatura. Los críticos literarios analizarán con ojo especializado las virtudes del novelista. Quien escribe esta columna solo quisiera mencionar su especial aprecio por “La ciudad y los perros”, llena de pasión y reveladora de las estructuras de poder juvenil; “Conversación en La Catedral”, con diálogos magistrales, un retrato de estructuras de poder político y social aún vigentes en el Perú; y “La guerra del fin del mundo”, la mejor de todas, en la que una utopía movilizadora se presenta seductoramente, con rigor, conocimiento y extraordinaria libertad.

Esta nota busca más bien subrayar el liberalismo político de Mario Vargas Llosa, sin negar discrepancias con su cerrada y unilateral defensa de las bondades de la autorregulación del mercado. No obstante, el pensamiento político de Vargas Llosa es bastante más complejo y se ubica claramente en el cauce de una corriente política distinta a la de la extrema derecha peruana.

La defensa de la democracia después del autogolpe de Alberto Fujimori en 1992 fue ejemplar, como su empecinada y persistente lucha posterior contra la autocracia. Tuvo además la entereza de pelear, durante esos años, a través de artículos, conferencias y declaraciones, sin el apoyo de la gran mayoría de sus antiguos aliados políticos.

A propósito de la filiación política liberal de Vargas Llosa, cabe recordar que un porcentaje mayoritario de quienes habían apoyado la conformación del Fredemo y la candidatura presidencial del hoy premio Nobel se hizo fujimorista más rápido de lo que canta un gallo. En 1990, las lamentaciones por la derrota electoral porque el Perú había perdido un “presidente de lujo” no sólo se hicieron fujimoristas y apoyaron el autogolpe, sino que le pedían a Vargas Llosa que se callara, que se quedara a vivir en España y dejara de criticar a la dictadura.

Este liberalismo político del escritor –que algunos se esfuerzan en reducir a sus opiniones sobre liberalismo económico, a su convicción por la libertad de mercado– ha sido un factor de particular importancia en la creación de una corriente de pensamiento aún minoritaria pero significativa de quienes creen en la libertad de mercado y defienden simultáneamente los derechos de los peruanos, y, en general, el Estado de derecho.

No es gratuito, por esta razón, el reciente incidente de Mario Vargas Llosa con el presidente Alan García y con el virulento sector de la extrema derecha peruana, autoritaria y librecambista, a propósito de los decretos legislativos que abrían la puerta de escape a acusados o sentenciados por violaciones a los derechos humanos.

Al margen de estas anotaciones sobre el escritor y la política nacional, es momento de felicitarlo por su éxito literario, ámbito en el que demuestra su más amplia libertad y maestría
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