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lunes, 8 de noviembre de 2010

Traición al Perú



Luis García Miró ElgueraPor más que se desespere Alejandro Toledo porque la prensa independiente –aquella que no pertenece a la ONG Consejo de la Prensa Peruana le enrostre su absoluta responsabilidad en la liberación de miles de terroristas primero a través de “comisiones” especiales dirigidas por la izquierda progre, y luego mediante el infame DL 927 la verdad monda y lironda es que el ex presidente carga sobre sus lomos el baldón de haberle abierto las puertas de los penales a los terroristas, los peores enemigos que ha tenido la República en su historia bicentenaria.  

No hay que ser zahorí para determinar que tras la derrota infligida por el Estado a sendero luminoso y al mrta exigida y luego aplaudida por el 99.9 por ciento de todos los peruanos, la estrategia de la izquierda se concentró en conseguir la reivindicación –y la victimización del terrorismo, y en endosarle la responsabilidad de las violaciones de los derechos humanos a las autoridades de los gobiernos que dispusieron que las FFAA y la PNP –a nombre de la sociedad acaben con el vértigo letal, terminen con la orgía sangrienta de asesinatos, vesania, secuestros y destrucción que a lo largo de un cuarto de siglo –valiosísimo tiempo perdido por el Perú desataron los senderistas y emerretirstas. 
En consecuencia la táctica de la zurda consistió en usar a la democracia como trampolín para conseguir su protervo objetivo. Fue así que la progresía farisea –la misma izquierda de salón que apoyó a Velasco Alvarado– cual virus consiguió enquistarse en las entrañas del poder a través de un régimen como el de Alejandro Toledo –torpe o perversamente dispuesto a hacer lo que fuere, inclusive a causarle irreparable daño al país, con tal de lograr su obsesión de liquidar al fujimontesinismo–, que le entregó espacios clave del gobierno –la cartera de Justicia, por ejemplo– para que, desde allí, la zurda articulase el plan maquiavélico de vengar a los luchadores sociales de sendero y el mrta –sus alter ego ideológicos, aun cuando de la boca para afuera discrepe de sus metodologías– y en paralelo desacreditar y criminalizar a militares y policías, así como a los políticos que
–incluyendo por supuesto a Fernando Belaunde Terry, Alan García y Alberto Fujimori– ordenaran a las fuerzas del orden poner fin al terrorismo.  Es evidente que de haber estado Toledo en palacio de gobierno hubiese hecho exactamente lo mismo que sus predecesores, porque sino el pueblo lo hubiera echado por complicidad con el terrorismo; sin embargo así de hipócrita es la actuación de la progresía, que utiliza al sistema democrático como mascarón de proa para conseguir sus fines y consolidar sus intereses.

La última perla de la herencia toledana es la liberación de la terrorista Lori Berenson. “No tiene importancia esta chica” dice cínicamente la infeliz progresía, “fue apenas una hippie que cayó por tonta en el juego del mrta”. Sin embargo, hippie o hija de su madre, la verdad es que ésta cometió un crimen que cualquier juez de EEUU –su patria– hubiese penado con “life” o cadena perpetua. Pero acá no, porque la progresía
–siempre contemporizadora con el terrorismo– es abogada corporativa de todos y cada uno de estos miserables que dañaron irreparablemente a la sociedad peruana. Días antes de la Berenson recuperó libertad la terrorista Nancy Gilvonio, esposa del genocida Cerpa Cartorini. El siguiente beneficiado por el satánico DL 927 expedido por Toledo –no por el Congreso– será el senderista Osmán Morote. Y siguen las firmas. ¿Qué dicen de esta traición el ex presidente Toledo y su ex ministro de Justicia, García Sayán?  
 

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