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miércoles, 8 de diciembre de 2010

Editorial FARC y narcotráfico en frontera peruano colombiana


El ministro de Defensa, Jaime Thorne, ha ratificado una gran verdad: hay suficientes evidencias para considerar que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) estarían promoviendo acciones del narcotráfico en la frontera norte del país y el ingreso de armas por la zona del Putumayo. Ello coincidiría con el repliegue de los miembros de las FARC hacia el sur colombiano, fruto de la interdicción de las fuerzas del orden del país vecino. 
Colombia, bajo el liderazgo de Álvaro Uribe y el de su actual presidente, Juan Manuel Santos, ha logrado frenar el predominio del narcotráfico, a la par que arrinconar a las FARC y replegarlas fuera de sus tradicionales zonas de influencia. Con el apoyo masivo de la población –que repudia el accionar de los terroristas– y con un trabajo eficiente en el campo militar y en el de la Inteligencia, el Estado colombiano viene ganando la batalla. Pero dados los alcances de desarrollo que alcanzaron las FARC –gracias a la permisividad y a una política errática de regímenes anteriores– este grupo terrorista todavía articula unas mortíferas milicias que ahora, aunque mortalmente golpeadas, se repliegan de su país para trasladarse amenazantes a nuestro territorio.
Es importante que el ministro de Defensa haya señalado que su sector viene identificando las rutas del narcotráfico en la parte nororiental del territorio nacional, lo que mejorará la lucha contra la droga que se desplaza principalmente por río hacia Colombia y Brasil, a través de las zonas de frontera, donde también existe tráfico de armas que provendrían de la zona de Florencia, en Colombia. En ese sentido, los diversos operativos realizados por nuestras FFAA en los últimos dos años han confirmado que el narcotráfico está interrelacionado con otras actividades criminales en el denominado Trapecio Amazónico.
Es importante, a todo esto, destacar el acuerdo del Estado peruano con Brasil y Colombia, para combatir el narcotráfico, así como la compra de 12 aviones Twin Otter que pasarán a formar parte del Grupo Aéreo con sede en Iquitos y que llegarán al Perú a mediados del próximo año con ese propósito. Pero sin una acción firme y coordinada entre los organismos competentes y dirigida contra aquellos problemas identificados con claridad y que, además, son harto evidentes, no habrá resultados.
Las FARC son un grupo terrorista que –al igual que Sendero Luminoso en el Perú– se ha coludido con el narcotráfico para financiar su asonada criminal contra la sociedad. Su batalla, aun cuando hoy  sea de mera supervivencia, no es sólo militar sino política. En ese sentido tienen cajas de resonancia en toda la región en aquellos grupos radicales con accionar y discurso ultra que tratan de aprovecharse de la democracia para dinamitarla por dentro. Por ello estos sectores también deben ser denunciados en su calidad de aliados locales. La seguridad y el desarrollo del país así lo demanda, en particular en esta hora de consolidación de nuestro crecimiento sostenido y auspicioso. En ese esfuerzo no pueden haber más dilaciones ni medias tintas, sino acción consecuente con la defensa del orden público y el resguardo de los valores ciudadanos. 

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