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viernes, 28 de enero de 2011

Editorial: Cúpulas deben responder por listas congresales


Lunes 24 de enero de 2011 - 07:00 am

¿Qué Congreso nos espera a partir del 28 de julio? Si bien el plazo final para inscribir listas vence el 9 de febrero, lo que se evidencia, con honrosas excepciones, es la falta de sintonía de las cúpulas partidarias con la percepción y necesidades del electorado. Es decir, no han hecho el mínimo esfuerzo para remontar la calamitosa credibilidad parlamentaria, de menos del 15% según las encuestas, y para evitar, hablando de situaciones grotescas pero igualmente enervantes, que vuelvan a ocurrir casos como los ‘mataperros’, ‘comepollos’, ‘lavapiés’, etc.
Así, muchos grupos han preferido nombrar como candidatos a deportistas o personajes mediáticos o populacheros, con escasos méritos profesionales, académicos, de liderazgo o con vocación de servicio, que aseguren un buen desempeño en la fiscalización y la aprobación de leyes, funciones que corresponden primariamente al Parlamento. Por ejemplo, Fuerza 2011 incluyó como candidatos a personajes ligados al montesinismo, que fueron retirados solo después de la denuncia periodística. Y, en otros grupos, se ha incluido como candidatos a personas que han incurrido previamente en acciones dolosas reñidas con la ley o haciendo mal uso de los recursos del Estado, o solo por haber aportado fuertes sumas de dinero (¿quizá del narcotráfico?) o porque actúan como eternos aduladores o son cercanos a tal o cual líder.
En tal contexto, las elecciones internas fueron una mera formalidad, en que siguen primando el secretismo, la falta de transparencia y el caudillismo, todo lo cual genera serios riesgos para el andamiaje democrático y la estabilidad política de la nación. Si en algunos partidos con más trayectoria y organización, como el Apra y el PPC, se han verificado gruesas irregularidades en la preselección de candidatos, denunciadas por sus propios miembros, ¿qué podremos esperar del resto, algunos de ellos amalgamas de última hora donde campean el desorden, la improvisación y el humor o simpatía de los fundadores o tenedores de partido?
¿Cómo podremos afrontar las trascendentales leyes que necesita el país con tal déficit ético, intelectual y profesional en el nuevo Congreso? Peor aun, ¿cree alguien, en su sano juicio, que estos parlamentarios se atreverán a aprobar las imprescindibles reformas para introducir la renovación de mitades del Legislativo, la revocación congresal y la revisión de la inmunidad parlamentaria, hoy asumida como impunidad?
Estamos advertidos. Las cúpulas de los partidos y grupos tienen que asumir su responsabilidad por sus decisiones, por lo que han hecho o dejado de hacer al componer sus listas congresales, y por los graves daños para el sistema democrático. Luego de las nefastas experiencias del pasado, ya tendrían que haber aprendido la lección. ¡Y después se preguntan por qué hay tantos tránsfugas!
Si queremos un Congreso de calidad y acabar con el nefasto ‘otoronguismo’ y los acuerdos legislativos bajo la mesa, los electores tenemos que escudriñar severamente la composición de las listas congresales que nos proponen los diversos partidos. Si las cúpulas partidarias hacen oídos sordos, los votantes tienen que castigarlas en las ánforas, para abrir paso a la renovación parlamentaria y la consolidación democrática, que algunos se niegan a promover y asumir.

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