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jueves, 6 de enero de 2011

Magos para la ciudad de los reyes


Autor: Fritz Du Bois
Como un presente en la bajada de reyes esperamos que la flamante alcaldesa de Lima tenga una agenda de trabajo que permita solucionar los principales problemas que sufren los limeños y que convierte el vivir en esta ciudad en un dolor de cabeza infernal.

En primer lugar la prioridad de la señora Villarán debe de ser el mejorar la seguridad. En los últimos años, los niveles de criminalidad en la capital han aumentado tremendamente debido única y exclusivamente al deterioro de la fuerza policial. Basta ver el asesinato, hace pocos días, de una joven de solo 19 años por efectivos que ya tenían un largo historial de actos delictivos y que debieron hace mucho tiempo haber sido separados de la institución. El que se hayan mantenido en servicio no es sino una confirmación del colapso en los estándares de nuestra fuerza policial.

Más aún, como es poco probable que se logre mejorar en el corto plazo a la Policía en su integridad, lo más lógico sería acelerar el proceso de municipalización para, al menos, acercarla al vecindario y permitir con ello un mayor control ciudadano. Si Villarán logra reducir la inseguridad le habría regalado oro a la ciudad.

Otro gran problema es el transporte, en general, que convierte en una pesadilla el movilizarse por la capital. Incluso, con el tiempo que se tomó en terminar el Metropolitano el anterior alcalde pudo haber construido un subterráneo y la verdad que Lima con casi 9 millones de habitantes ya no está para parches improvisados. Se requiere de infraestructura adecuada que a su vez demanda una masiva inversión.

Sin embargo, lo que es preocupante es el énfasis que ha puesto la señora Villarán en la licencia social, la cual se puede convertir en un obstáculo para la inversión si se le da veto a un vecindario. Hay un límite al diálogo y al final siempre quedarán algunos insatisfechos de cualquier decisión.

Por otro lado, el parque automotor no se puede seguir deteriorando, el exigir revisiones técnicas adecuadas y el lograr el retiro de circulación de vehículos contaminantes sería como prender incienso para neutralizar el mal olor en la ciudad.

Finalmente, tenemos la necesidad de que la ciudad le deje de dar la espalda al mar. Tenemos una bahía privilegiada y, sin embargo, la tratamos como si fuera el patio trasero. Rescatar la Costa Verde le daría un nuevo aire, como una fragancia, a nuestra maltratada capital.

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