Mar, 15/03/2011 - 08:12

Ángel Páez.
El helicóptero de fabricación rusa Mi-17 de la Fuerza Aérea del Perú atacado por Sendero Luminoso el pasado viernes 11 en las cercanías de la localidad de Huachocolpa (provincia de Pampas, Huancavelica) es una de las aeronaves a las que se les acondicionó un blindaje inadecuado que reduce su capacidad de vuelo y de operatividad.
El helicóptero de fabricación rusa Mi-17 de la Fuerza Aérea del Perú atacado por Sendero Luminoso el pasado viernes 11 en las cercanías de la localidad de Huachocolpa (provincia de Pampas, Huancavelica) es una de las aeronaves a las que se les acondicionó un blindaje inadecuado que reduce su capacidad de vuelo y de operatividad.
En el 2009, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas contrató los servicios de Protemax, una empresa dedicada al blindaje automotriz y sin experiencia en el sector Defensa. No obstante los cuestionamientos de los técnicos de la FAP respecto a los problemas que acarrearía la habilitación de planchas de metal en el fuselaje de la máquina, el CCFFAA no retrocedió en su decisión e impuso su criterio. Pagó a Protemax 2.2 millones de soles por el blindaje.
Alta vulnerabilidad
Uno de los operadores de Protemax es el ex marino Ricardo Newton Vásquez, un vendedor de armas que se enriqueció durante el gobierno de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos.
Fuentes militares indicaron que los pilotos del Mi-17 de matrícula FAP 614 pudieron haber evitado el impacto de los proyectiles que hirieron al jefe del Estado Mayor del Comando Especial Conjunto del Vrae, contralmirante Carlos Tello Aliaga –hasta el momento el oficial de mayor graduación afectado por un ataque en la zona de conflicto de los valles de los ríos Apurímac y Ene (Vrae)–, y el artillero Juan Pérez Inga. Sin embargo, el pesado blindaje obstaculizó las maniobras que son necesarias para sortear el fuego enemigo.
Basado en informes técnicos de la FAP, La República advirtió que el blindaje acondicionado por Protemax limitaría sus funciones, en particular respecto a su capacidad de hacer vuelos de altura, exponiendo a la máquina a la posibilidad de ser atacada a corta distancia por los senderistas.
La contratación del blindaje para los helicópteros de la FAP y el Ejército que operan en el Vrae se produjo el 29 de mayo del 2009, pero el ataque y destrucción de un Mi-17 de la FAP en la zona de Sinaycocha –que costó la vida a tres efectivos militares– demostró que era insuficiente. Así que finalmente el Ejecutivo se convenció de la necesidad de comprar dos helicópteros rusos blindados Mi-35, diseñados para cumplir misiones en zonas de desafiante geografía como el Vrae. Las aeronaves arribarían en junio de este año y se espera que su presencia y actuación determinen el curso de la guerra y se despliegue una ofensiva sobre Sendero Luminoso.
Mientras esperan la llegada de los Mi-35, a los que se sumarán otros seis Mi-17 de transporte nuevos, los efectivos que participan en las operaciones en el Vrae tienen que desplazarse en las unidades disponibles, fabricadas en los años 80, compradas de segunda mano y con el inconveniente de un blindaje que se ha convertido en un verdadero lastre. En esas condiciones extremas los efectivos de la FAP, la Marina y el Ejército cumplen misión en el Vrae.
Las fuentes castrenses señalaron que uno de los factores que explican el lento avance en el Vrae es que los Mi-17 blindados solo pueden desplazar a 12 efectivos en lugar de 20 y que debido al exceso de peso no pueden llevar demasiado armamento.
Nave tiene récord de sobrevivencia
El helicóptero Mi-17 de matrícula FAP 614 fue fabricado en 1986 y está asegurado por el Ministerio de Defensa por US$ 5.6 millones. A pesar de la veintena de impactos, continúa operativo.
La aeronave atacada tiene un récord de sobrevivencia: el 27 de febrero de 2009 recibió impactos de bala que hirieron a cinco efectivos. El costo de la reparación fue de US$ 280 mil. El 11 de abril del mismo año, nuevamente recibió fuego graneado en el Vrae. Y el 26 de febrero del 2010 el helicóptero otra vez fue blanco de los terroristas. La reparación costó US$ 90 mil.
El contralmirante Carlos Tello Aliaga, herido en el ataque del viernes 11, es un oficial cuya carrera se consagró al participar en el rescate de los rehenes de la residencia japonesa.
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