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jueves, 3 de marzo de 2011

Internacional :::: Tirano libio siguen bombardeando a su pueblo mientras la ONU y la OTAN evalúan una intervención.

LIBIA: La Ira de Kadafi

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A pesar de la feroz represalia de las fuerzas leales a Kadafi, los opositores mantuvieron el control de las ciudades del norte.
Las alarmantes noticias que llegan de Libia nos obligan a ocuparnos nuevamente del tema. En esta última semana, y según la información que prevalece en los medios de comunicación, Muammar Kadafi ha perdido el control en diversas ciudades de Libia, especialmente del este del país, y se ha atrincherado en Trípoli, la capital y sede de su gobierno. El caos reina en el país, con manifestaciones en las calles de varias ciudades e, incluso, de algunos sectores de Trípoli. El aeropuerto es un inmenso campamento de personas que desean, infructuosamente, abandonar el país; en la frontera con Túnez, miles de personas intentan abandonar Libia creando una grave situación humanitaria. Existen vuelos intermitentes de países europeos que rescatan a algunos de sus nacionales por avión, mientras que por barco se dirigen a Malta.

El número de muertos es difícil de precisar pero se habla de más de mil. Hay informaciones que dan cuenta de bombardeos de manifestantes por parte de aviones de la Fuerza Aérea de Libia; dos aviones desertaron la semana anterior a Malta por no cumplir las órdenes de atacar a los manifestantes. El Ejército parecería haberse dividido. Otra información da cuenta que Trípoli está en tensa calma, bajo el control de Kadafi. A partir del sábado 26, el gobierno libio habría aceptado la presencia de agencias informativas extranjeras y el gobernante libio dio una conferencia de prensa a la BBC, ABC y Times de Londres. Insistió que su pueblo lo ama y que la revuelta se origina en Al Qaeda, que ha drogado a los jóvenes para que participen. Un total estado de negación de la realidad, cuando ya ha perdido el control de la producción de petróleo, hoy en poder de los insurgentes. El argumento de Kadafi es que no puede renunciar pues no detenta ninguna posición formal de poder en Libia.

Las Naciones Unidas y el Consejo de Derechos Humanos han adoptado posiciones críticas del gobierno de Kadafi, mientras éste se ha dirigido en tres oportunidades a sus seguidores en arengas de gran violencia. El hijo de Kadafi, Saif, intentaría entablar alguna forma de diálogo con los opositores.

La Liga de los Estados Árabes y la Unión Africana han excluido a Kadafi de ambas organizaciones. Estados Unidos, por su parte, congeló la venta de armas y componentes militares a Libia y comenzó a reubicar sus fuerzas navales y aéreas alrededor de Libia. Además, anunció apoyo logístico a operaciones humanitarias. También congelaron 30,000 millones de dólares de activos libios. La Unión Europea anunció un embargo de armas contra Libia, así como la congelación de las cuentas y la prohibición de otorgar visas a Kadafi y a 25 de sus allegados. La ONU aprobó un embargo de armamentos, la prohibición de viajes y el congelamiento de las cuentas del líder libio, sus hijos y sus principales colaboradores. También encargó a la Corte Penal Internacional investigar la represión contra los manifestantes para determinar si constituye un crimen contra la humanidad. Asimismo, Estados Unidos y la OTAN están considerando aplicar una zona de exclusión aérea para impedir que el régimen libio lance ataques aéreos contra los manifestantes. Italia anuló un tratado de amistad, lo que facilita que fuerzas italianas participen en operaciones de paz en Libia y permite el uso de sus bases militares. Gran Bretaña también ha congelado los bienes de Kadafi y sus allegados.

En América Latina, las reacciones han sido diversas. Perú es el país que fue más lejos suspendiendo sus relaciones diplomáticas con Libia, y Uruguay, Brasil y Chile condenaron la represión de las manifestaciones pacíficas. El pontífice de la revolución en quiebra, Fidel Castro, manifestaba dudas, el 22 de febrero, sobre lo que verdaderamente ocurría en las calles de Libia y afirmaba que no hay duda que Estados Unidos busca invadir ese país para controlar el petróleo. 
En un segundo artículo sobre Libia, Castro tira por elevación una frase: “nadie puede estar de acuerdo con la muerte de civiles indefensos”, y vuelve al ataque contra Estados Unidos y la OTAN. Hugo Chávez, cuyo país fue aludido cuando se especuló que Kadafi buscaría refugio en Venezuela, manifestó la necesidad de resolver los problemas de Libia de manera pacífica y sin intervención extranjera. Nada sobre la represión de un sistema autoritario de 42 años. Daniel Ortega, mientras reprimía las manifestaciones que se oponen en su país a una nueva reelección, seguía la misma línea.

La locuaz presidente de Argentina ha guardado, en esta ocasión, un sospechoso silencio, así como su canciller. La cancillería emitió un escueto comunicado indicando su oposición a que se violen los derechos humanos. El diario La Nación de Buenos Aires recordó que la Jefe de Estado, de gira por el norte de África en 2008, visitó Libia y se entrevistó con Kadafi. En una de las actividades oficiales, Cristina Fernández manifestó, según La Nación, lo siguiente: “Yo (sic) y el líder de la nación libia hemos sido militantes políticos, desde muy jóvenes, hemos abrazado ideas y convicciones muy fuertes y con un sesgo fuertemente cuestionador del statu quo que siempre se quiere imponer para que nada cambie y nada pueda transformarse”. ¿Cómo le habrá caído a Kadafi eso de “cuestionar el statu quo” cuando él ya llevaba 38 años en el poder, manejándose con un solo canal de televisión y un solo periódico? Y eso de que “nada cambie y que nada pueda transformarse” suena cruel en las circunstancias actuales.

En Medio Oriente han continuado los conflictos. En Túnez terminaron de renunciar los ministros del anterior régimen, incluido el Primer Ministro. La mayor violencia ocurrió en Omán y se produjeron fuertes manifestaciones en Yemen, especialmente una de mujeres. En el resto de países reinaba una precaria intranquilidad. También volvieron a darse intentos de reuniones en Beijín y Shangai, China, que fueron rápidamente disueltas. En Egipto, la actividad turística se resumía lentamente. El centro del conflicto es Libia, donde los días de Kadafi parecen estar contados; la incógnita es el costo en vidas humanas del desenlace pues el país parece acercarse cada vez más a la guerra civil. (Luis F. Jiménez)

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