"En ONU urge reforma
y democratización"
La tan mentada, llevada y traída reforma y democratización de la Organización de Naciones Unidas (ONU), comenzando por el todopoderoso Consejo de Seguridad e incluyendo a la degradada Asamblea General -carente hoy de todo poder efectivo- es no solo necesaria, sino que los más recientes acontecimientos en torno a Libia la muestran como algo imprescindible y urgente.
La forma en que tres potencias imperiales -Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia- manipularon escandalosamente este caso hasta lograr la resolución que les permitiera lanzar la guerra de agresión contra Libia, amparándose en un titulado “mandato” de Naciones Unidas que, a su vez, respondía a un “llamamiento” de la Liga Árabe, resulta todo un modelo de tergiversaciones, dobles raseros, ocultamiento e incluso violaciones de ciertas reglas que aún parecían regir al interior de la ONU.
Todo ello, acompañado esta vez por la actuación abiertamente parcializada del actual Secretario General que, lejos de cumplir el papel para el cual se supone fue elegido, se convirtió en instrumento de los promotores de la agresión y motivó una inédita subordinación a los intereses de la guerra, bien lejos de la función que le hubiera correspondido en la búsqueda del entendimiento, la garantía de la igualdad jurídica y la soberanía de cada estado miembro y de la paz en todo el mundo.
Por cierto, que muchos no han dudado en comparar este caso con la actuación ética, digna y altamente profesional del diplomático birmano U Thant, secretario general de la ONU cuando la llamada Crisis de los Cohetes o Crisis de Octubre, durante ese mes del año 1962, quién en esos difíciles momentos dio un ejemplo aún recordado de diplomacia; serenidad, imparcialidad y firmeza moral.
Párrafo aparte en este sainete sangriento y lleno de cinismo hay que dedicar también a los grandes medios de comunicación al servicio del imperio y vinculados al gran capital que los alimenta económicamente. En especial a las cadenas de televisión estadounidenses que marchan a la cabeza del libreto mediático y acompañan a la agresión tras crear condiciones y matrices de opinión pública que puedan favorecer la guerra y hasta estimularla.
Son los mismos medios que participaron y participan en el seguimiento de guiones previos respecto a otras víctimas de la agresión imperial, como en los casos de Panamá, Yugoslavia, Afganistán e Irak.
Ellos se hacen eco, por ejemplo, de declaraciones del fascista español José María Aznar, el mismo que acompañó a W. Bush y a Blair en el “trío de las Azores” lanzando la guerra contra Irak tras engañar a medio mundo y pasar por encima de las mismas Naciones Unidas, bajo cuya resolución ahora pretende encubrirse.
Resulta que este individuo, que junto a sus dos socios de las Azores califica como un verdadero genocida y delincuente internacional, acaba de decir que “a Cuba debe dársele el mismo tratamiento que a Libia”. De este modo Aznar lanza al éter afirmaciones aparentemente demenciales que sus asociados de la mafia cubano americana de Miami —incluidos algunos congresistas— no consideran prudente hacer públicamente por ahora y ponen en boca de este vocero que, por supuesto, nunca sería capaz de acompañar sus palabras con la acción.
Trece países subdesarrollados de todas las regiones del Tercer Mundo han suscrito un documento conjunto entregándolo al Consejo de Seguridad de la ONU, en un esfuerzo noble y legítimo, en uso de su condición de estados miembros con pleno derecho a expresar sus opiniones y a no permitir que millones de seres humanos sean aplastados y silenciados por el peso del imperio.
Los países de América Latina y el Caribe que integran la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA), junto a los asiáticos Viet Nam, Indonesia y Cambodia y los africanos Mali y Guinea Ecuatorial, son los firmantes de este documento que representa una expresión de sensatez y buen juicio pero, sobre todo, se apega con rigor y fidelidad a los principios de cooperación, respeto mutuo e igualdad nacional que dieron origen a las Naciones Unidas y se recogen en su Carta fundacional.
Estos países no solo reclaman el inmediato cese al fuego en la agresión contra Libia, sino también señalan cómo la propia resolución del Consejo está siendo manipulada, pues a pesar de que establece el cese al fuego está ocurriendo todo lo contrario y la acción militar e intervencionista se implementa, a cargo del pacto político-militar de la OTAN.
Las potencias imperiales, movidas por sus intereses
han asestado nuevamente un duro golpe a la
credibilidad de la ONU y al papel que debe jugar esa
organización mundial, urgida de reforma y
democratización ante las nuevas condiciones del
mundo actual en que tanto se habla de cambios: hay
que empezar por las Naciones Unidas.
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