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lunes, 4 de abril de 2011

Patriotismo vs. Nacionalismo (Parte 2 de 2)


En la parte segunda nos acercamos al nacionalismo. Contra todo discurso revisionista y anacrónico contemporáneo, el nacionalismo tal y como es entendido hoy en día, esto es, orgánico y de raíz étnica, surge en el siglo XIX por contraposición a la nación política de las revoluciones del XVIII, inspiradas en el patriotismo republicano clásico. Hija del idealismo filosófico alemán y el romanticismo cultural, se concibe a esta clase de nación como emanación de un espíritu tradicional y local homogéneo, bien asentado sobre unas bases genéticas, lingüísticas y culturales decantadas durante siglos como gracia divina sobre un pueblo fiel a su particular "esencia", contraponiendo el sentimiento y los rasgos comunes de un pueblo a la razón, las leyes y la construcción política común entre gentes diversas que convergen por holización hacia una determinada unidad.

El patriotismo republicano tampoco ha de confundirse con el famoso nacionalismo cívico, expresión ilustrada e idealista del tipo contractual de sociedad fundada entre "individuos" supuestamente libres y racionales que constituyen la nación a través de un texto constitucional neutral, humanista y universal. Esta teoría ignora que no existe sistema político alguno que se imponga y se mantenga en el tiempo por medio de un hipotético contrato entre la totalitad de individuos de una nación, puesto que son la fuerza y las instituciones, y no el consentimiento consciente colectivo, el sostén político material de toda sociedad. Por otro lado, ignora que no existen términos universales y neutrales en cuanto a la praxis política, puesto que ésta no surge de las consciencias, sino que son precisamente las últimas las que son producto del particular desarrollo material histórico y dialéctico entre las distintas clases y Estados de las sociedades políticas concretas.

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