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sábado, 23 de julio de 2011

José Abelardo Quiñones Gonzales un Heroe Nacional

23 julio, 2011 7:25
“Derribado pero en el Objetivo”, así reza un lema que permanece inscrito en algún lugar de base aérea de las Palmas, en lima; y que se le atribuye al héroe nacional y de la aviación militar Peruana, don José Abelardo Quiñones Gonzales. La vida señera de este hombre renovó la gratitud y veneración al heroísmo moderno que como su arma, la aviación, producto de nuestros tiempos se orienta y consolida como el arma decisiva para la victoria.

Pero así como Grau y Bolognesi; Quiñonez se convierte en paradigma de todos los Peruanos por que cumplió con el juramento de defender a la patria en momentos difíciles, y ofrendó su vida en el alba de su existencia. El amor a su patria y a su vocación hizo que un 21 de enero de 1939, día de su graduación, jurara defender y conservar el honor de la nación en presencia del presidente de la república de aquel entonces, general Oscar R. Benavides.

Aquel día el jóven alférez Quiñonez Gonzales obtuvo un premio por su destacado aprovechamiento durante sus estudios, un diploma por ser el primero en la especialidad de piloto de caza lo que le mereció el título de “Ala de Oro” de su promoción. Y ese mismo día demostró sus habilidades y aptitudes para el vuelo al maniobrar temerariamente en posición invertida un pasaje escalofriante a menos de dos metros de altura sobre el campo; dicen algunos que fue una prueba de acrobacia jamás igualada.

Inmediatamente meses después en la base aérea de Chiclayo forma un cuerpo de paracaidistas, convirtiéndose en pionero del paracaidismo militar en el Perú al integrar voluntariamente el primer grupo de elementos de nuestro cuerpo aeronaútico. El 23 de setiembre de 1940 en la conmemoración de la hazaña de Jorge Chávez, fue integrante del primer salto masivo que se realizó en el Perú.
Nace José Abelardo en el puerto de Pimentel, departamento de Lambayeque el año de 1914, su vida transcurre en medio de un vertiginoso avance de la tecnología aeronaútica, en el periodo que media entre las dos guerras mundiales, donde una paz armada incentiva la utilización del avión para fines bélicos. En poco tiempo los viejos biplanos quedaron atrás para dar paso a los modernos aviones a turbohélice que se van a consolidar a finales de los años treinta que traen vientos de guerra al mundo.
De niño debió tener presente como ejemplo y referente las hazañas de aquellos ases de la I guerra mundial, que en aviones ligeros incursionaban los aires europeos . 



De seguro escuchó de
Manfred Von Richthofen, alemán que derribo 80 aviones enemigos, y que se convirtió en leyenda después de su muerte controvertida. O también de Georges Guynemer, piloto francés de cuerpo enclenque y enfermizo que cuando volaba el avión se convertía en prolongación de su cuerpo dando caza a cuanto alemán se le atravesaba, de él se dijo que “voló tan alto, que jamás pudo bajar”. Y tantos otros, que seguramente sirvieron para reforzar la vocación de nuestro futuro héroe.Para inicios del 41, ya había acontecido la guerra civil española en donde en el bando republicano se había destacado un grupo de aviadores voluntarios, en su mayoría de nacionalidad alemana, llamado “La Legión Condor” con su jefe Adolf Galland que posteriormente se convertiría en As de la aviación Alemana en la Segunda Guerra Mundial. Para ese entonces, la guerra en Europa tenía acontecimientos dramáticos como la “Batalla de Inglaterra” en donde la RAF (aviación inglesa), resistía con todo a la Luftwaffe (aviación alemana); motivando al primer ministro inglés Winston Churchill a decir “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”; evidentemente refiriéndose a los aviadores ingleses. Esto de seguro fue una motivación para Quiñonez.

Quiñonez vuela a la eternidad durante la campaña contra el ecuador entre julio y octubre de 1941. A las 7.50 horas del 23 de julio la 41 escuadrilla despega del aeródromo de la base de Chiclayo con el objetivo de acabar con emplazamientos de artllería, las cuales estaban diezmando nuestras tropas, vuelan en formación y es el turno de Quiñonez que inicia una picada con su avión NA – 50, apodado pantera; va directo a la batería antiaérea cuando de pronto es alcanzado por el fuego enemigo. Con el avión en llamas, enfila el aparato en dirección a las baterías y se estrella contra estas, salvando en acto heróico a mucha posibles víctimas.
El gobierno Peruano por resolución suprema del 24 de julio de 1941, ascendió en forma póstuma al teniente José Abelardo Quiñonez Gonzales, al grado inmediato superior de capitán. Posteriormente por ley Nº 16126, promulgada por el presidente de la república el 10 de mayo de 1966; declara al capitán FAP José Abelardo Quiñonez Gonzales Héroe Nacional. El pedestal de héroe de la aviación militar, que hasta ese entonces estaba vacío, ahora tiene dueño.

Quiñonez encara serenamente la muerte, y eso es heroísmo. Y ser héroe equivale a morir con dignidad y a ser recordado con honor, y a guardarle lealtad siguiendo el ejemplo de la ruta señera que por la patria alguna vez nos legó. En una situación desesperada dio muestras de las mejores cualidades de valor, determinación y mando, y aunque alcanzado y herido, dio tan alto ejemplo del sentido del deber como muy poco se ha visto.


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