(Editorial) El espejo de México
La semana pasada no pudo ser más dramática y dolorosa para México. La ola de inseguridad, crimen y violencia instaurada por los cárteles de la droga puso en evidencia nuevamente lo que sucede cuando las políticas antinarcóticos son postergadas o incumplidas por los gobiernos de turno.
El Perú tiene que mirarse en el espejo mexicano y aplicar de inmediato una eficaz e integral estrategia antidrogas que erradique los cultivos de hoja de coca, controle los insumos químicos que se utilizan para la producción de la pasta básica, promueva los cultivos alternativos e intensifique la investigación de inteligencia sobre las bandas internacionales que se han instalado en nuestro país.
El gobierno del presidente Humala, que prometió todas estas acciones al tomar posesión del cargo el 28 de julio, no puede tolerar que el Perú sea la morada de sicarios y narcotraficantes, responsables de los últimos actos de violencia, ajustes de cuentas, homicidios selectivos y demás enfrentamientos con la Policía Nacional.
Tampoco se debe mirar con tranquilidad que la población de narcotraficantes mexicanos internos en las cárceles peruanas haya aumentado aproximadamente en un 60% desde el 2008, en su mayoría perteneciente al llamado cártel de Sinaloa. Las cifras son elocuentes. Desde 1990 a la fecha, el cultivo de hoja de coca aumentó en 58,84%. Según la ONU, en el 2009 se cultivaron 59.996 hectáreas y en el 2010 la superficie sembrada fue de 61.200 hectáreas. El año pasado se erradicaron 12.033 hectáreas, pero es claro que los cultivos siguen creciendo.
Punición, inteligencia, sustitución de cultivos y erradicación de la corrupción en las entidades responsables del control de estupefacientes. Esas son medidas que el Gobierno debe liderar para que el Perú no sea el primer productor de hoja de coca y de pasta básica en el mundo, y base de los principales cárteles de la droga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario