Buscar este blog

jueves, 15 de diciembre de 2011


Martín Santivañez:

"Revolucionario pobre, congresista rico"

El Viejo Reino

LIMA - 
Siempre me ha fascinado la manera en que las contradicciones internas del marxismo terminan generando especímenes raros que más que luchadores sociales se asemejan a esos mitómanos que de tanto repetir las mismas mentiras, terminan por creérselas. El comunismo es un sistema tan antinatural y primitivo que al llevarse a la práctica produce una caricatura de lo que propone, si es que no degenera en totalitarismos, Siberias y gulags. Los auténticos marxistas son místicos del error y esclavos de la soberbia. La pretensión científica del marxismo es pura superstición. Sus postulados teóricos no soportan el más leve examen objetivo. Hay una escatología detrás del marxismo porque, al fin y al cabo, se trata de un sucedáneo de la religión.

Las contradicciones teóricas del marxismo, por fuerza, terminan manifestándose en la praxis pública de los marxistas. Leyendo las principales biografías de sus teóricos, exégetas y políticos, muy pronto comprobamos la doble vida de la que hicieron gala. Hace poco, revisando en "Intelectuales", el estupendo libro de Paul Johnson, la cantidad de mentiras que era capaz de producir Karl Marx sin un gramo de vergüenza, confieso que me entraron ganas de reír. Sin embargo, inmediatamente recordé que las paranoias seudo-científicas y las teorías atrabiliarias y sesgadas de Marx provocaron, directamente, la muerte de cientos de millones de seres humanos. Sí, las ideas tienen consecuencias, y algunas estupideces, aunque en principio te arranquen carcajadas, pueden terminar convirtiéndose en un rictus de dolor mortal. Algo así nos pasó, por ejemplo, con el terrorismo.

Por eso, no me sorprende en absoluto que un congresista que ha vivido de nuestros impuestos con el cuento de la revolución y la lucha social, y que se ha reelegido con generosidad comunista -¿cinco, seis veces?-, de pronto se convierta en un convencido de los instrumentos del sucio imperialismo y utilice, dialécticamente, las herramientas burguesas que sus "enemigos de clase" crearon para explotar al proletariado. Si el maestro Karl Marx, un mitómano sesgado que humilló a su mujer y negó al hijo que tuvo con su criada vivió décadas a expensas de su amiguito el empresario Engels, ¿por qué no sus discípulos criollos? Lo cierto es que los Lenins de la Plaza Bolívar no sólo critican el capital. También gozan acumulándolo. Total, ¡enriquecerse es glorioso! Al menos eso dijo Deng Xiao Ping, ese "revisionista podrido" que hizo prosperar a los chinos. Eso de que "no es el discípulo más que su maestro" por estos días se ha cumplido a cabalidad

No hay comentarios:

Publicar un comentario