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domingo, 29 de julio de 2012


El consumo de drogas ilícitas: una nueva amenaza para la seguridad Iberoamericana

Alberto Uribe Cantalejo

   jueves, 26 de julio de 2012   
La Oficina contra la Droga y el Delito (UNODC) de las Naciones Unidas ha publicado, recientemente, su "Informe Mundial sobre las Drogas -2012", en donde revela la preocupante tendencia que existe actualmente en el desplazamiento del consumo mundial de drogas ilícitas, desde los países desarrollados hacia los que están en vías de desarrollo.
En América del Sur, específicamente en la Región Andina, se vienen presentando importantes cambios en cuanto al cultivo y la producción de cocaína, los cuales han incidido directamente sobre los índices de consumo de esta sustancia en Norteamérica, Europa y Oceanía. Según el citado informe, en el mundo, entre el año 2000 y el 2010, la superficie total destinada al cultivo de arbustos de coca disminuyó un 33%; esta significativa reducción se debe, en gran medida, a la reestructuración de las políticas públicas de seguridad y defensa que ha desarrollado Colombia, principal productor de coca hasta hace dos años, y a la lucha frontal que ha librado ese país contra las mafias del narcotráfico.
Para el quinquenio 2006 - 2010, las cifras de la UNODC lograron demostrar que el desabastecimiento de la cocaína colombiana en los mercados estadounidense y europeo tuvo una relación directa sobre la disminución del consumo y el aumento de los precios de esta sustancia psicotrópica. Sin embargo, este avance en la lucha contra los narcóticos procedentes de Colombia ha ocasionado varias reacciones en toda la cadena de producción y comercialización en la región.
En primer lugar, al disminuirse el número de hectáreas cultivadas con coca en Colombia, los diversos carteles de la droga suramericana reaccionaron incrementando las áreas cultivadas en Perú y Bolivia; en segundo término, el fenómeno de la transnacionalización del narcotráfico en América Latina ha ocasionado que los carteles de la droga colombianos hayan perdido el monopolio de las denominadas rutas de comercialización de la cocaína, principalmente hacia los EE.UU., surgiendo nuevos grupos de narcotraficantes como los ya muy conocidos en México; de otra parte, se ha logrado determinar que el desabastecimiento de cocaína, en algunos mercados del primer mundo, está obligando a que los consumidores reemplacen la cocaína por otras drogas ilícitas que son producidas localmente y ofrecen menores riesgos en la comercialización; como son el opio, y los estimulantes de tipo anfetamínico (principalmente la metanfetamina, la anfetamina y el "éxtasis").
Por último, se observa que esta reducción del consumo de cocaína en los países desarrollados ha ocasionado que las mafias de narcotraficantes hayan establecido sinergias con las bandas criminales, que operan en las ciudades latinoamericanas, buscando nuevos consumidores locales. "A la luz de ciertos datos, se observa una expansión del mercado de la cocaína, en particular de la cocaína "crack", en algunos países de América del Sur"; revela el citado informe de la UNOCD en uno de sus apartes.
No debemos olvidar que las ganancias del crimen organizado en 2009, según cálculos de la misma UNODC, representaron aproximadamente el 3,6% del Producto Interno Bruto Global; es decir, 2.1 trillones de dólares; y de esa cifra, se estima que el 25% fue generada por el tráfico de drogas. En 2009, se calcula que toda la actividad en torno a la cocaína representó 85 billones de dólares, de los cuales, un billón, correspondieron a costos de producción en los países que integran la Región Andina.
Ahora bien, este desplazamiento en las tendencias del consumo mundial de drogas ilícitas, y en particular, el experimentado en América Latina, está afectando gravemente sus indicadores de desarrollo humano. Hoy en día, el Crimen Organizado Transnacional que opera en esta parte del mundo, es en gran medida el responsable de haber convertido a Suramérica en el continente donde se presenta el mayor número de homicidios con armas de fuego, y la región donde se concentran dos terceras partes de los secuestros del planeta.
En este orden de ideas, si los costos derivados de la delincuencia relacionada con las drogas, en algunos países como Gran Bretaña e Irlanda del Norte han llegado a representar el 1.6% del PIB, no podemos ni imaginar lo que podría representar en los países latinoamericanos cuyos controles policiales e institucionales son muchísimo más débiles.
Pero no es la delincuencia organizada la única consecuencia negativa que conlleva el incremento del consumo de drogas ilícitas en Latinoamérica; esta realidad, también impacta fuertemente sus maltrechos Sistemas de Salud Pública; y lo que es aún peor, reduce significativamente los niveles de productividad de una sociedad que, ahora más que nunca, requiere de una fuerza laboral capaz de afrontar los retos de una región que tiene la imperiosa necesidad de crecer económicamente en medio de un mundo globalizado con economías cada vez más especializadas, y además, con profundas diferencias sociales.
Esta última reflexión, conduce inexorablemente a cuestionarse si los países iberoamericanos están preparados para atender un volumen cada vez mayor de personas adictas al consumo de drogas ilícitas, que ocasionan altísimos costos clínicos derivados de su drogodependencia y de trastornos asociados al consumo de drogas, como por ejemplo, el VIH o la hepatitis C y B.
Frente a este preocupante panorama, parece incongruente el hecho que en Iberoamérica comience a tomar fuerza la tesis política y jurídica que defiende la despenalización de la dosis mínima para el consumo de algunas drogas ilícitas, como respuesta a las amenazas que se derivan de su tráfico ilegal y al creciente consumo local de estas sustancias. La ineficiencia en la lucha contra el narcoterrorismo y la corrupción política latinoamericana, no son el argumento para implementar semejante medida, en un continente cuyas necesidades más urgentes son precisamente la derrota de la corrupción, la neutralización del Crimen Organizado Transnacional y la lucha contra la inequidad social.
*Alberto Uribe Cantalejo es Licenciado en Derecho,
Magíster en Comercio Internacional de la UCM,
Magíster en Seguridad y Defensa del CESEDEN - UCM,
Ex Director de Orden Público de la Gobernación de Cundinamarca - Colombia y
Ex Asesor del Congreso de la República de Colombia
Twitter: @SeguridadBogota

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