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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Título: Intimidad prohibida

Columna: Agenda Política

Título: Intimidad prohibida

Por: César Campos R.

Hasta lo que alcanzamos a ver de la polémica entre los candidatos a la alcaldía de Lima – poco sustantivo por el formato y la cantidad de aspirantes – Lourdes Flores dio claras muestras de serenidad, conocimiento y perseverancia para lo que se aguardaba de ella luego de la avasalladora divulgación de su diálogo privado con Xavier Barrón. El desempeño de sus rivales estuvo en el promedio de un enfoque logrado sobre las problemática de nuestra ciudad capital, junto a las inevitables pullas.

Es necesario referirse en particular a Lourdes por varios motivos pues ya nada nos extrae del convencimiento de que existe una rara animadversión hacia su persona por parte de un sector  ciudadano, la cual hace difícil sumarle adhesiones que trasciendan un sólido tercio electoral.

Atribuíamos la misma en un principio a los errores de estrategia y táctica de las campañas donde no ha tenido fortuna. Resultaba casi lógico enumerar – como agoreros o profetas del pasado – aquellos puntos débiles que parecían explicar porqué su pan del triunfo se quemaba en la puerta del horno. Ello sin abandonar la premisa de juzgarla dueña de varias fortalezas como inteligencia, simpatía, honestidad (devaluada por quienes lograron desalentarla de la carrera presidencial) y alta vocación política.

Sin embargo, este análisis ya resulta insuficiente. El intangible del “anti” la ronda en forma patética. Lo prueba el extraño trasvase del votante de Alex Kouri hacia Susana Villarán y las aún tenues cosechas de ésta en el rubro de indecisos. También el boomerang de la dicotomía decencia-corrupción (que siempre condenamos en esta columna) estrellado contra sus banderas. Por último, que la miserable edición de sus conversaciones telefónicas privadas impacten negativamente entre muchos limeños aún dudosos de respaldarla en las urnas, como lo comprobamos ayer un en improvisado sondeo de a pie.

Esto último es quizás lo más perverso que está ocurriendo en la sociedad peruana. La sacralización del chuponeo y las interceptaciones de correos electrónicos – cuyos contenidos se definen “públicos” al libre albedrío de los periodistas que los transmiten – es el puñal más grande a la espina dorsal del sistema democrático. Peor todavía cuando se da cuenta de ellos tras una hipócrita condena que no impide su divulgación.

¿Qué clase de pusilánimes nos creen sus gonfaloneros para asestarnos esta complacencia con el delito? ¿Hasta cuándo toleraremos esta industria del fisgoneo, la bacinica, el voyerismo o chisme remunerado? ¿De qué manera vamos a proteger la intimidad de nuestros afectos, desafectos, alegrías o desahogos, con los ajos y cebollas que nos venga en gana proferir ante quienes creemos son los únicos que nos escuchan? 

Propongo en todo caso que el colega Jaime Bayly encabece una iniciativa ciudadana para prohibir la intimidad, algo que él tiene derecho a no preservarla pero no así el conjunto de peruanos.

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