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domingo, 17 de octubre de 2010

Un país de maricas Autor: Fritz Du Bois

OPINIÓN | Dom. 17 oct '10
El incidente de la cachetada es uno de esos episodios de la política peruana que va a terminar convirtiéndose en leyenda, si en las altas esferas siguen apoyando una reacción del presidente que este ha afirmado que nunca se ha dado. Se está generando confusión en la población. ¿Por qué seguir justificando una bofetada que no dio el mandatario? 

En todo caso, un suceso que pudo haber sido olvidado relativamente rápido, si el principal protagonista lo aclara de inmediato, ha terminado creciendo como una bola de nieve ante las diversas versiones que salen del entorno de Palacio, arrastrando en su camino a una serie de personajes que parecen voluntariamente arrojarse a su paso.

Posiblemente, la principal víctima del episodio resulte ser la credibilidad jurídica ante el alarmante comentario del presidente de la Corte Suprema que avaló la violenta reacción –que nunca ocurrió– bajo el impecable argumento que no somos un país de maricas.

Si pasan un video con esa declaración en una sesión de directorio en Johannesburgo o Manhattan, en la cual se está discutiendo una inversión de 3 mil millones de dólares en un proyecto minero, sin duda alguna lo rechazan, despiden al proponente y siguen al siguiente tema en la agenda. Nadie en su sano juicio va a correrse el riesgo de invertir en un país donde el principal magistrado de la nación incita a la población a tomar la ley en sus propias manos. ¿Imagínense que los habitantes de un poblado se dirijan directamente a una mina a exigir el canon?

Por otro lado, esa bravuconada solo le sirve a alguien que tenga poder o llegada, ya que si un ciudadano común sigue la sugerencia del Dr. Villa Stein y le da un puñetazo a alguien que lo ha insultado, se pasa los siguientes años acusado de agresión, con visitas frecuentes a juzgados.

Por su parte, el presidente tampoco sale bien parado, aunque en un país tan machista como el nuestro la cachetada que nunca ocurrió –pero que todos asumen que sí se dio– de seguro le va a representar un aumento en su aprobación. Incluso, la defensa que dio para su reacción parece un valsecito criollo volteado… ‘pese a que soy divino tengo algo de humano…’. Pero la realidad es que –sea bofetada o carajeada– perdió los papeles y eso es imperdonable para un mandatario. El principal atributo que debe tener un líder es poder guiar a su pueblo en un conflicto o crisis con mano firme, siempre calmada, nunca temblando. Uno no se imagina, por ejemplo, reaccionando de esa manera al primer ministro británico, sería el fin de su mandato.

También es alarmante que el presidente se haya sumado al cargamontón contra la prensa que está propiciando con proyectos de leyes mordaza los seguidores de su ‘verdadero’ candidato. Uno hubiera asumido que la educación o el perfil sicológico del joven voluntario que lo insultó haya influido en su acción, por lo que es totalmente desproporcionado culpar a la prensa por ese acto. Cuando los políticos le echan la culpa de todo a los medios, es porque están tramando el censurarlos, especialmente ad portas de un proceso electoral donde ‘el candidato’ es el que está cuestionado e investigado.

En suma, es un lamentable incidente que está causando más daño debido al mal manejo que le están dando, pero que de cualquier manera ha desnudado las debilidades de quienes dirigen a los poderes del Estado
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