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miércoles, 12 de enero de 2011

Las faltas graves del Cmdte. Ramos y el perdón de Montesinos en el 2000



Oficial vinculado a los Sánchez Paredes. Tras ser reincorporado, hoy solicita compensación. Preocupante benevolencia de los comandos de un instituto armado ante delitos de función con aristas vinculadas al narcotráfico.

Edmundo Cruz.
Unidad de Investigación.


El comandante del Ejército Peruano en servicio activo Eduardo Ramos Chávez Valdivia –cuyos añejos vínculos con un grupo empresarial actualmente investigado por lavado de dinero sacó a luz La República en su edición del domingo último– demanda ahora a su instituto el pago de los haberes y beneficios dejados de percibir durante los cinco años que estuvo apartado por sanciones disciplinarias.

El reclamo laboral puede tener asidero legal, pero el caso del comandante Ramos tiene ribetes institucionales y políticos mayores.

El problema se generó en 1999, al término de su gestión como jefe del Batallón de Infantería Motorizada BIM 322, de Chocope (Ascope, departamento de La Libertad). Al momento del relevo del cargo se detectaron irregularidades de diverso tipo. Todas ellas relacionadas con la utilización indebida de personal militar, vehículos, combustible y convenios legales para negocios turbios en beneficio personal.

Uno de esos negociados implicaba la relación con una empresa del grupo empresarial Sánchez Paredes, actualmente investigado por narcotráfico, pero el grupo tenía antecedentes investigativos del mismo tipo desde años atrás.

El caso pasó a conocimiento de la Inspectoría General del Ejército pero lo cierto es que las investigaciones tardaron. Mientras tanto, el comandante Ramos tomó posesión de su nuevo puesto: Oficial de Inteligencia y Contrainteligencia del Estado Mayor de la 32 División de Infantería con sede en Trujillo. El cargo le permitió ampliar rápidamente sus contactos y entablar excelentes relaciones con autoridades políticas, entre tantos: Waldo Ríos, alcalde de Huaraz y luego congresista electo por el Frente Independiente Moralizador. Esa amistad fue como una lotería.

La historia la contó el propio Vladimiro Montesinos al juez Saúl Peña (ver despiece). El comandante Ramos persuadió a Waldo Ríos para renunciar al FIM y engrosar las filas del fujimorismo en el Congreso. Ríos recibió 10 mil dólares y el comandante Ramos los buenos oficios del ex asesor presidencial para que la investigación de las irregularidades detectadas en el BIM 322 en 1999 fueran archivadas.

Recién cuando cayó el régimen fujimorista las investigaciones empezaron a caminar (ver infografía) y a inicios del 2002, Ramos fue sancionado por falta grave con un año de paso a la disponibilidad, es decir, retiro provisional.

Vencido ese año, Eduardo Ramos pidió su reincorporación pero le fue negada porque había de por medio un antecedente sensible  y una “Baja ficticia” usada con fines politiqueros. Durante el gobierno de Toledo, los comandos del Ejército  se negaron a reponerlo. El demandante logró su objetivo recién en febrero del 2007, bajo la gestión del general Edwin Donayre. Ambos están encausados ahora por intento de “lobby” a favor del grupo empresarial Sánchez Paredes.

Lo que el “Doc” declaró sobre su reclutador Ramos

“El congresista Waldo Enrique Ríos Salcedo, del FIM, fue traído a las oficinas por un comandante del Ejército de apellido Ramos, que prestaba servicios en la zona donde era alcalde dicho congresista; este comandante fue designado por el general José Villanueva Ruesta para reclutar a dicho congresista, con conocimiento del ingeniero Fujimori. Por eso, el citado oficial lo lleva a las instalaciones del SIN, donde han tenido múltiples reuniones para conversar sobre su posición política, habiéndose comprometido inicialmente a mantenerse en el FIM y después hacer una ruptura pública como que efectivamente sucedió...”.

“...La ayuda proporcionada a dicho congresista consistió en la entrega de diez mil dólares de la Reserva Uno y con conocimiento del Presidente Fujimori, se le entregara en presencia del comandante Ramos del Ejército, para que hiciera una fiesta de despedida al momento de dejar la Alcaldía de su pueblo.”

Copia textual tomada de la declaración instructiva de Vladimiro Montesinos Torres rendida ante el Juez del Sexto Juzgado Penal Especial de Lima, Saúl Peña Farfán, el 13 de julio del año 2001, en el Penal de la Base Naval del Callao.

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