(Editorial) La exhortación de Vargas Llosa
En este clima de opinión, los diez candidatos a la presidencia deberían hacer un mea culpa –algo tardío, pero igualmente necesario– para reflexionar sobre…
Con la autoridad y la idoneidad que lo caracterizan, nuestro premio Nobel Mario Vargas Llosa ha hecho una exhortación por demás oportuna y pertinente a escasos 13 días de las elecciones generales, en una coyuntura política signada por una disputa de votos bastante estrecha y complicada.
Desde diciembre pasado, el laureado escritor ha tratado de mantenerse al margen de los comentarios electorales; entonces adelantó que solo intervendría en una segunda vuelta “si hubiera el riesgo de un retroceso en el modelo democrático y liberal”. Ahora, sin embargo, con ocasión de una entrevista televisiva, ha alzado su voz para expresar su desazón por el desarrollo de una campaña en la que ha predominado el espectáculo en lugar de la lucha ideológica, las convicciones políticas o las visiones de conjunto para conquistar al electorado.
Se trata, evidentemente, de sentimientos y percepciones que comparten muchos peruanos frente a una forma de hacer política que, como ha reconocido MVLL, no es exclusiva del Perú –se practica en otras latitudes del mundo–, pero que resulta patética en un país como el nuestro con tantos retos por delante.
En este clima de opinión, los diez candidatos a la presidencia deberían hacer un mea culpa –algo tardío, pero igualmente necesario– para reflexionar sobre cuánto aportaron a la contienda desde el punto de vista programático y cuánto de su discurso fue adjetivación, mera sobreexposición mediática y guerra sucia. La reflexión alcanza a los candidatos al Congreso, con o sin candidato presidencial, y a ciertos políticos que no postulan a nada, pero que han intervenido en el debate público de manera poco responsable.
De la misma manera, los medios de comunicación también deberían sopesar los alcances de su participación en esta campaña, su mediación en la exposición de las diferentes propuestas, en la creación de espacios de debate para que el político y sus técnicos expliquen sus planes de gobierno a la ciudadanía y la valoración de la noticia versus la espectacularización.
Finalmente, los electores tienen que revalorar el voto responsable y razonado. Como hemos señalado en esta página, el voto no es un cheque en blanco. Acudir a las urnas debe ser una fiesta democrática, pero a la cual vamos informados, sabedores de la responsabilidad de nuestra elección y de las soluciones que los candidatos plantean. Esa es la única manera de elegir al mejor, para el país y nuestro propio bienestar como ciudadanos.
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