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sábado, 26 de marzo de 2011

Morales, un litigante copión

Morales, un litigante copión

 
Por Mirko Lauer.
Luego de un quinquenio la salida al mar ha vuelto a ser un tema central de la política boliviana. Evo Morales lo había evitado, a partir de la aguda constatación de que era una promesa imposible de cumplir que había debilitado a todos sus antecesores. Se concentró más bien en mantener una relación áspera con el Perú, siguiendo la línea del choque ideológico.
La carta bajo la manga de Morales fue un acuerdo con Chile para discutir 13 puntos bilaterales, que incluía el tema marítimo en términos más bien genéricos. Como era de prever, la lista no desembocó en el mar, la estrategia de lanzar puyas a Lima demostró ser infructuosa, y en su momento fue descartada por razones prácticas.
Ahora Morales quiere recuperar algo del tiempo perdido y amenaza con llevar el histórico reclamo boliviano a la Corte Internacional de La Haya. Chile ha recibido el anuncio como una agresión. Sebastián Piñera ha hablado de “un serio obstáculo para las relaciones entre los dos países”, que equivale a una amenaza de respuesta.
La sensación es que alguien en esta historia ha estado sembrando vientos. Puede que los chilenos al venderle falsas esperanzas al vecino. Puede que Morales mismo al pensar que podría posponer indefinidamente el sensible tema. Si La Paz persiste en un propósito de ir a juicio, las relaciones en efecto se verán afectadas.
A primera vista pareciera que el giro contra Chile no afecta al Perú, que últimamente ha perfeccionado sus concesiones costeras a Bolivia. Pero una segunda mirada sugiere problemas en el horizonte. De materializarse el juicio a Chile, eso no dejaría de crear turbulencia en torno del que tiene planteado Perú.
En su versión más extrema el gobierno chileno, presionado por la oposición, podría plantarse e ir dejando atrás la actitud racional que ha venido manteniendo ante el reclamo judicial peruano. Morales terminaría siendo así una suerte de agente provocador en la región, afectando la política de cuerdas separadas entre los dos países costeros.
Además si la iniciativa le llegara rendir a Morales en la política interna boliviana, no es tan extravagante pensar en un juicio paralelo o complementario contra el Perú. Un ejercicio clásico de bonapartismo: el país unido contra el peligro del exterior. Morales viene enjuiciando a todos los que se le ponen a tiro, incluido el FMI.
Morales no se ha recuperado del todo del gasolinazo que intentó aplicar sin éxito hace unos meses, y el esquema económico que lo sostuvo estos cinco años está empezando a desflecarse por los bordes. Se dice que Morales se ha vuelto más pragmático, pero el movimiento radical queprocreó ahora le impide llevar esos deseos a la práctica.


Evo aplica la estrategia del enemigo externo para que los bolivianos olviden los problemas internos.
Lo cierto es que su gobierno es un desastre y su economía se ha vuelto en extremo dependiente del gas. Chile puede apcar ahí sanciones si realmente sintiera una amenaza del gobierno de Evo, sin embargo hay que estar atentos ante una jugada orquestrada desde Santiago, en pinza con Ecuador.

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