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miércoles, 15 de febrero de 2012


(Editorial) No levanten el tablero

La enfermedad es el negocio de la droga. Mientras este siga boyante en nuestro territorio, jamás se le acabarán los “artemios” que pueda contratar
Lunes 13 de febrero de 2012 - 07:00 am
Es una buena noticia para el país la captura de “Artemio” y hay que felicitar el trabajo de inteligencia y del Gobierno, que logró este objetivo. Mal haríamos, sin embargo, en cantar victoria cuando el problema de fondo permanece incólume. Sendero (al menos el Sendero de ‘Artemio’) ya no es más el terrorismo ideológico que fue. Sendero es hoy simplemente el matón armado del negocio del narcotráfico. Mientras este siga floreciendo, a aquel se le reemplazarán los ‘artemios’ que sean necesarios como las cabezas de la hydra.
Queda, es cierto, un Sendero ideológico que ha mutado y que hoy busca inocularse en la democracia para matarla desde adentro. Un Sendero que calladamente va renaciendo en algunas universidades, que tiene por huésped político al Movadef y que supone un problema que no debe ser subestimado en medio de estas buenas noticias.
La captura de ‘Artemio’, en todo caso, no es el “gran golpe al terrorismo” del que se habla. La pacificación no se juega en la muerte de un alfil fungible, no admite triunfalismos tempranos ni distracciones de aprendiz y solo es asible en el jaque mate de rigor, que es la liquidación del problema matriz: el de las mafias de las drogas que corrompen funcionarios, nutren ‘ejércitos’ particulares, engordan militarmente a Sendero y producen más de 300 toneladas de droga cada año. El gran golpe al narcotráfico y al terrorismo, a ambos en conjunción y no por separado, será aquel que logre la erradicación de la coca y los cultivos alternos, como se hizo en la región San Martín. Celebramos lo de ‘Artemio’, pero más importante sería incrementar exponencialmente el magro 2% o 3% de capturas respecto del total de insumos anuales para la producción de droga y avanzar en reducir al mínimo los cultivos ilícitos y los laboratorios en el ámbito nacional.
Con esta apreciación no buscamos, desde luego, deslucir la fina operación de inteligencia ni el notable heroísmo policial. Tampoco diluir el entusiasmo del ministro de Defensa y menos mezquinarle a la alegría ciudadana. Buscamos sí convocar a un sentido de perspectiva y a perfilar una visión mucho más integral del tema. ‘Artemio’ era un síntoma, no la enfermedad. La enfermedad es el negocio de la droga. Mientras este siga boyante en nuestro territorio, jamás se le acabarán los ‘artemios’ que pueda contratar. Además, asumir que una banda estructurada militarmente pueda no disponer de mecanismos de sucesión de mando frente a las siempre muy posibles muertes y capturas en combate sería un despropósito y un lujo que no nos podemos dar.
La presunta desarticulación del senderismo en las frondas del Huallaga será siempre una buena nueva para todos los peruanos. La mala nueva sería que sintiéramos que hemos hecho jaque mate y que es, por tanto, hora de levantar un tablero en el que el enemigo de fondo podría continuar avanzando.

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