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lunes, 18 de octubre de 2010

Las relaciones con Bolivia

 Editorial 
A la luz de la visita al Perú del presidente de Bolivia, Evo Morales, es menester llamar la atención sobre lo que son nuestras relaciones con el vecino país altiplánico y ante un hecho puntual que ha sido señalado por el canciller García Belaunde: no existe con Bolivia contencioso alguno, problema de carácter bilateral alguno y, además, nos une a ella una antigua tradición sellada por una historia ancestral común. Concurrentemente, la vecindad  con Bolivia –así como con Chile– nos impone una visión geoestratégica que siempre debe dominar el panorama bilateral entre los dos países limítrofes, para llevar adelante, de manera apropiada, el diseño y desarrollo de nuestra política exterior. En esta perspectiva, nuestra relación de Estado con Bolivia debe ser cuidada y mantenida en el mejor nivel. No resultando igual en el plano político.
Empecemos por ponderar lo señalado por el embajador peruano en La Paz, el ex canciller Manuel Rodríguez Cuadros, quien, con conocimiento de causa, señala que la visita del mandatario boliviano no es de carácter protocolar ni tampoco coyuntural. Se trata
–afirma– de un encuentro que obedece a criterios de Estado de largo plazo con significación estratégica. Y el diplomático ha redondeado sus palabras con la esperanza que la naturaleza de lo que vaya a
suceder en esta reunión pueda marcar el inicio de una etapa de relaciones bilaterales de nueva calidad.
Es bueno, para los intereses de ambas naciones, que sus gobiernos expresen una clara voluntad de enfocar las relaciones bilaterales, no en función a la coyuntura y a aspectos inherentes a problemas internos sino a mérito de mutuos y permanentes intereses. En ese sentido, el encuentro de Ilo debe señalar un derrotero de amistad y unión. Por ello, sería auspicioso contar con una agenda dinámica en torno a la esperada cooperación bilateral, enfocada a marcar una ruta de entendimiento que beneficie a los pueblos peruano y boliviano. En esa línea de acción, es significativo graficar que casi el 98 por ciento de las exportaciones peruanas a Bolivia son productos manufacturados, lo que es altamente favorable para nuestro país pues vendemos valor agregado. Asimismo, fruto del crecimiento económico sostenido del Perú, empresas peruanas se instalan en Bolivia ampliando sus horizontes y sus mercados.
Pero asimismo cabe recordar que si bien, por propia iniciativa, Perú donó a Bolivia un territorio en la costa de la región Moquegua llamado Boliviamar, el vecino país no ha sabido reconocer –con la debida cortesía y
aprecio– aquel generoso gesto de nuestra nación. Aunque hay otros elementos que empañan el panorama bilateral cuando se trata de recorrer la anunciada
nueva etapa de consenso y perspectiva circunstancial.
Nos referimos a los malos modos que emplea el presidente Evo Morales al rato de referirse a las autoridades y a los valores del Perú. Su pertinaz maltrato a nuestro jefe de Estado, Alan García, es del todo inaceptable; como absolutamente intolerable resulta su enajenada referencia al ilustre escritor peruano Mario Vargas Llosa, con motivo de su reciente premiación con el Nobel de Literatura.  Dicho sea de paso, en simultáneo debemos reprobar la insolencia de un mandatario foráneo –por más vecino que sea– que en forma permanente se permite interferir en asuntos de nuestra exclusiva política interna. En este sentido hay que decirle ¡Basta! al mandatario Morales. Bajo un panorama que revela su irrefrenable afán perturbador en aspectos de la política peruana, aún falta mucho trabajo para que prevalezca la norma respetos guardan respetos.
De otro lado, tal cual señala el embajador Rodríguez Cuadros, Bolivia como Estado ha dejado atrás la percepción que nuestra demanda ante La Haya constituía un obstáculo para su aspiración de salida al Pacífico como vía de solución a su problema marítimo centenario.  En síntesis, esperamos –aunque con reservas– que mejore la relación de Estado a Estado entre Perú y Bolivia   

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