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domingo, 3 de octubre de 2010

Médicos de Hospital Policial desmienten secuestro de Correa

Politica


Ponen en duda la teoría esgrimida por el gobierno de una supuesta intentona de golpe
Los médicos Gilberto Calle y Fernando Vargas, del Hospital Policial de Quito, desmintieron el sábado que el presidente de Ecuador, Rafael Correa, fuera secuestrado en el lugar, como se comunicó.
Los dos señalaron en declaraciones a un medio local que una vez que procedieron a atender al mandatario, en la mañana, tras ingresar por un cuadro de asfixia y de presión alta, se intentó sacarlo del hospitasl en dos ocasiones, pero Correa se negó, indicó DPA.
Adicionalmente señalaron que el mandatario estuvo recibiendo todo el tiempo a sus colaboradores que lo querían visitar y en contacto telefónico permanente con el exterior del hospital, sin ningun guardia en la puerta ni nada que lo impidiera abandonar el lugar, dijeron sin mencionar el cerco externo de policías sublevados que rodeaba el lugar.
Las autoridades no reaccionaron aún a las declaraciones de los doctores.
El pasado jueves, cuando tuvo lugar la rebelión policial, Correa fue hasta el lugar de la protesta, el Regimiento Quito, al lado del mencionado hospital, y tras dar un corto discurso que encendió los ánimos de los manifestantes, sufrió un cuadro de asfixia a causa de una bomba lacrimógena disparada muy cerca suyo.
Además, el mandatario está convaleciente de una operación de su rodilla derecha que hubo de ser revisada tras el tumulto y los empujones, por lo que fue trasladado hasta el hospital más cercano, que era el Policial.
En ese lugar, Correa permaneció por cerca de nueve horas, durante las cuales se hicieron aseveraciones confusas de que estaba retenido en el lugar y de que saldría en cualquier momento, hasta que en la noche, un violento operativo militar –que desató un fuego cruzado de más de veinte minutos entre policías rebeldes y militares– lo sacó del sitio.
El automóvil en que se evacuó al presidente, para dar por terminada la sublevación, presentó cinco impactos de bala, por lo que Correa afirmó que hubo un intento de asesinarlo.
Los cuestionamientos
El afán del Gobierno por encajar todo en el formato golpe los sucesos de la pasada semana alimenta la desconfianza de los críticos sobre lo que realmente pasó. Para el analista Alfonso Oramas lo que sucedió fue un “burdo” atentado contra la democracia y una agresión “intolerable” contra el presidente.
Pero, al mismo tiempo, sostiene que si Correa no hubiera desafiado a los agentes la situación no hubiese pasado de un conflicto laboral. “El discurso crispado del presidente, la falta de información del Gobierno sobre el grado de malestar de la policía y el coqueteo abierto de algunos políticos y militares con la sublevación dispararon una crisis evitable”, dice Oramas.
Francisco Latorre, asesor y amigo personal de Correa, confirma que la decisión de acudir en persona al Regimiento Quito fue del presidente. Esto es lo que ha dado pie a algunas de las críticas más duras contra el Ejecutivo. El general retirado del Ejército Galo Monteverde, citado por el diario El Comercio, asegura que no hubo un golpe de Estado sino una insurrección policial. “El malestar policial y militar lleva dos años y los ministros tendrían que haberse encargado de resolverlo”, según el militar.
El analista Adrián Bonilla añade otro factor para descartar el golpe: que nunca se planteó la sustitución del presidente como ha sido habitual en las rebeliones desde 1997. Todo lo contrario, el vicepresidente Lenin Moreno manifestó de inmediato que él no iba a relevar al presidente mientras éste estuvo sitiado por policías rebeldes en el hospital donde acudió tras escapar del cuartel.

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