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sábado, 11 de diciembre de 2010

La gran familia militar-policial Por Augusto Álvarez Rodrich alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Varios candidatos se lanzan a capturar sus votos.

El segmento militar-policial es uno de los más pretendidos de esta temporada electoral, con no pocos candidatos presidenciales que lo andan seduciendo y, algunos, de un modo promiscuo.

No es la primera vez que militares y policías son vistos como pera en dulce por el buscador de votos. Pero dicha tarea no es tan sencilla como simplemente poner de candidato a un milico gritón, como lo demuestra la postulación fracasada del general Edwin Donayre, que ni siquiera entusiasmó a los cuarteles.

¿De qué tamaño es eso que se conoce como ‘la gran familia militar-policial’ que comprende al personal en actividad, en retiro y a todos sus familiares? Un articulista del diario La Razón –siempre muy interesado en estos ámbitos– la estimó en “un potencial de 1.5 millones de votos” que “puede decidir las próximas elecciones”. Al margen de la precisión del cálculo, sí es cierto que constituye un segmento electoral interesante.

El comandante Ollanta Humala podría ser, por su trayectoria profesional, alguien con la capacidad de tirar el anzuelo en esas aguas movidas, aunque quien ha exhibido el mayor deseo de pescar por ahí es Keiko Fujimori, quien ya ha proclamado que “Fuerza 2011 respalda a la familia militar y policial”.

Pero es Rafael Rey, su candidato a vicepresidente, quien se ha lanceado con más claridad en el ámbito castrense, asumiendo que su paso –lamentable, por cierto– por el Ministerio de Defensa, lo convierte en candidato natural de ese sector.

Lo ha hecho, sin embargo, con alguna bajeza hacia el gobierno que lo cobijó por cuatro años: “Con toda franqueza, muchos amigos, y concretamente grupos de militares, con los que tengo acercamiento, me decían con sinceridad ‘no vayas’” con el Apra. Lo que no especificó Rey es de qué sectores castrenses le llegó dicha recomendación. ¿No será del grupo Colina?

El intento de capturar el voto militar-policial encierra algunos riesgos. No debe ser visto como una “oportunidad carnavalesca”, ha señalado la congresista Lourdes Alcorta, mientras que el ex jefe del Comando Conjunto el vicealmirante Jorge Montoya ha manifestado su preocupación por el uso electoral de los cuarteles y de las comisarías.

Pero mientras algunos candidatos se suben al tanque, quizá no hayan advertido que eso que se llama ‘la gran familia militar-policial’ no es un segmento cohesionado sino con intereses distintos –en función, por ejemplo, de su ubicación en el escalafón– y que, como ocurre en cualquier familia, el voto se distribuye de manera disímil dependiendo de una variedad de razones, y seguramente en una proporción parecida a la del promedio del país.

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